EL DERECHO A LA IDENTIDAD

LA IDENTIDAD UN DERECHO


Benjamín Santos
Cuando se menciona la identidad todos pensamos en el documento con el cual nos identificamos para todos los trámites de nuestra vida pública y privada, pero antes del documento está la identidad como el derecho que cada persona tiene de ser ella misma y de ser respetada tal como es y como quiere ser. Cuando alguien no quiere ser como es, llamarse como se llama, tener el cuerpo que tiene, ser nacional del país donde nació y pasa deseando ser otro, parecerse a otros u otras, tiene con toda seguridad problemas psicológicos de identidad. El primer paso para una adecuada salud mental es aceptarse como cada quien es y a partir de esa aceptación trabajar para perfeccionarse.

Esa identidad se refleja en el documento que lleva el mismo nombre. Es un documento único, porque contiene los datos que definen la personalidad jurídica de su dueño. Nombres y apellidos, fecha y lugar de nacimiento, la nacionalidad, el estado civil, la firma, la huella y el número que se genera como número de identidad son estrictamente personales. Ninguna autoridad y ni la misma persona que se identifica con esos datos puede cambiarlos sin incurrir en responsabilidad.

Así como existe el derecho a ser quien se es desde el punto de vista biopsico-social y espiritual, así también está garantizado por la Constitución el derecho a obtener el documento de identificación. Cuando en la ley se prescribe el derecho para una persona, implícita o explícitamente se establece que otra persona tiene el deber correlativo. En el caso de la identidad el deber corresponde al Estado. Y cuando se tiene el derecho a algo, no se tiene que pedir por favor a nadie. Y al contrario, cuando otra persona no tiene el deber de dar o hacer algo, se le tiene que pedir por favor, porque depende sólo de su voluntad acceder o no.

Todo ciudadano tiene el derecho a obtener su documento de identidad sin más requisito que solicitarlo, salvo que tenga algún problema en su inscripción de nacimiento. Si el Estado no cumple el deber correlativo de entregarle el documento incurre en responsabilidad. Así ocurre en el Estado de Derecho que se rige por los principios de separación de poderes, el imperio de la ley, la legalidad en la administración pública y el respeto a los derechos fundamentales de las personas.

El derecho a obtener la identidad está incluido en la lista de deberes y derechos del ciudadano que enumera la Constitución. Quién sabe por qué en Honduras la identidad se ha reducido a un documento para ejercer el sufragio, es decir que se ha convertido en un documento asociado solamente a los períodos de elecciones. Sin embargo en la realidad nadie puede ejercer sus derechos como ser humano si no se identifica previamente. En el caso de los menores de 18 años basta con la partida de nacimiento, pero a los ciudadanos se les exige su documento de identidad a tal punto que si no lo muestran cuando los requiere la autoridad en la calle, pasan por sospechosos. Nadie puede cambiar un cheque, obtener un pasaporte, matricularse en un centro educativo, pagar con la tarjeta de crédito, ingresar como miembro de una organización, contraer matrimonio, otorgar una escritura ni presentar la solicitud más sencilla a los órganos del Estado si no acompaña su número de identidad y a veces fotocopia del documento. ¿Por qué entonces si la identidad es un documento indispensable para cualquier transacción se asocia únicamente con el derecho a votar cuando hay elecciones?

La identidad, como se dijo y se sabe, es un documento necesario para todos los actos de la vida pública y privada, pero además obtenerlo es un derecho y un deber establecido en la Constitución. ¿Por qué entonces para obtenerlo hay que solicitarlo como favor a alguien que tiene poder en el Registro Nacional de las Personas o a un partido político cuyos activistas piden a cambio que se pertenezca al partido a quien se solicita? ¿Por qué al ciudadano que carece de contactos e influencias se le retarda la emisión y entrega de su identidad o no le sale nunca? ¿Por qué los partidos políticos y el Estado sólo se interesan por darle recursos al RNP en los años electorales cuando se ha acumulado una enorme cantidad de solicitudes sin resolver en los tres años anteriores, situación que ocasiona el inmenso desprestigio de la institución ante la población? ¿Por qué en los períodos electorales las oficinas donde se producen y entregan las identidades se convierten en agencias de los partidos que monopolizan el proceso en ese tiempo de tal manera que se necesita su permiso para obtener un documento de identidad? ¿Por qué si la identidad es un derecho y no es solamente un documento electoral el partido que pierde las elecciones castiga con la destitución al funcionario del partido que no fue capaz de hacer todas las maniobras posibles para hacerlo ganar entregando más identidades que su adversario?

Todas estas y otras preguntas ingenuas son hechas por este ciudadano que sabe todas las respuestas por ser alto funcionario (1.85 de estatura) del RNP y miembro de un partido político, pero que sueña con el momento en que cualquier ciudadano sin necesidad de pertenecer a un partido y sin contactos ni recomendaciones pueda solicitar y obtener su documento de identidad como un derecho y no como un favor de nadie a cambio de su voto o su lealtad política. Y sueña con el lejano tiempo en que para ingresar a la administración pública se necesite en primer lugar tener la capacidad y los méritos y en segundo lugar, si acaso, la pertenencia y recomendación de un partido. Y sueña con que algún día el principal empleador sea la empresa privada y no el Estado para que dejemos de pelearnos o caer en la indignidad por un puesto público. Señoras y señores: la identidad es un derecho y la condición para el ejercicio de todos los derechos.




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