miércoles, 24 de septiembre de 2008

PENA DE VIDA

PENA DE VIDA

La dignidad del ser humano no responde a sus circunstancias, Honduras signataria de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, abolió la pena de muerte y ahora, un politiquero orgulloso de su irresponsable desconocimiento retoma ese tema que jamás debe volver. Promover la victimización y asesinato legal del Estado al apropiarse de una vida para segarla, es una prueba de lo irracional voto lo lleva al poder desmedido de la autocracia presidencial, la delincuencia es una irresponsabilidad social compartida.

El Estado vulparable, Politizar el derecho a la vida deslegitima los fundamentos de otros derechos divide y soslaya su aplicación, exponiendo al Estado a ser sancionados por violar acuerdos internacionales. ¿Cuántas veces más vamos a acomodar la Constitución de la República a intereses electoreros? ¿Cuántas veces más la usaremos para delinquir legalmente?.

Tenemos infinidad de necesidades impostergables y el Presidente del Congreso ocupa su tiempo en dar por hecho resoluciones legislativas sin que los diputados las conozcan, anteponiendo sus exabruptos a la competencia de la cámara legislativa. ¿Dónde está la responsabilidad ciudadana de los diputados que envite se use y abuse el Poder Legislativo para fines proselitistas?, ¿Tienen el valor envalentonado a hurtadillas?, la Presidenta de la Corte, que llaman de Justicia, está obligada a condenar por contumaz toda intención de violar el estado de derecho.

Carecemos otra patria tendríamos si lo tuviéramos de un líder que defienda el vivir con dignidad, sin escritos incumplidos y posturas hipócritas como hablar de decoro cuando el cáncer de la corrupción y su metástasis, la injusticia, han hecho que en Honduras estemos muy lejos de vivir con un mínimo de dignidad, el derecho a la alimentación, salud, educación y vivienda con independencia, autorrealización, seguridad y participación, no puede seguir siendo lirismo, cuando el 80% de los hondureños, sufren la pena de vida hasta que mueren también sin dignidad, sin derechos civiles ni políticos, atados al terror de la miseria económica, social y cultural.

La pobreza es la negación de todos los derechos, es el reto que los gobernantes no enfrentan pero discuten brindando por ella, sin aplicar su costo a disminuir la marginación y exclusión que ha provocado el ejercicio arbitrario del poder. Nuestro pueblo pervive sin acceso a los alimentos, agua, vivienda, educación, salud, con pocas oportunidades de trabajo, explotación infantil y salarios de miseria, limitados para acudir a tribunales y organismos oficiales “encargados de disminuir la pobreza” para reclamar igualdad de trato con la minoría que teniendo todo hablan de los pobres ignorándolos, se rasgan las vestiduras explotándolos y derraman lágrimas de felicidad por no ser parte de esa mayoría que muere con esa pena de vida.

Los que promulgan una política criminal del Estado, soslayan su compromiso de prevención del mal y conciliación del bien para aplicar una justa sentencia que evite el impune contubernio. La pobreza y desigualdad social son caldos de delincuencia, la “repartición selectiva de justicia” favorece la oportunidad criminal, la pena de muerte reduce el valor de la persona, lesiona la ética, la dignidad y el sentido moral del Estado, la pena de vida es cargar la cruz de la pena de muerte desde que se nace en la injusticia social, que más pena de muerte que vivir sin dignidad. ¡ Qué pena tener hombres sin pena!.


















Fuente: Diario El Heraldo.
Martes 24 de Agosto de 2004.

Recopilado por La Unidad de Capacitación del RNP.

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