LA CURIOSA VIDA DE LOS CADÁVERES O QUÉ OCURRE CUANDO NOS MORIMOS
SAN FRANCISCO, EEUU (EFE). – Hay vida detrás de la muerte o, al menos buena literatura: “La curiosa vida de los cadáveres humanos”, que ya se ha convertido en un súper ventas, explica con mucho humor y todo lujo de detalles qué ocurre cuando nos morimos.
“La muerte no tiene por qué ser aburrida”, dice la autora, Mary Roach Y, bajo esta premisa, esta periodista de San Francisco lleva al lector por una singular travesía en la que explica los usos de los cadáveres desde la antigüedad hasta hoy.
Roach pasa del canibalismo en China a la necrofilia en Nevada, de los hurtos de tumbas en el Reino Unido a la Revolución Francesa (los franceses, indica estaban obsesionados con descubrir cuánto tiempo mantenían la conciencia las cabezas recién segadas).
La escritora se remonta al siglo XII y explica que en esa época los bazares de Arabia ofrecían un apetitoso plato llamado “momia humana” , que consistía en restos de personas empapados en miel. Tiempo después, las fabricantes de líquido para embalsamar no eran mucho más respetuosos y llegaron a patrocinar concursos para premiar los “fiambres” , mejor conservados.
En este periplo, el lector aprende que los cuerpos masculinos alcanzan en la muerte lo que quizá nunca tuvieron en vida, gracias a que los líquidos de embalsamar expanden los tejidos eréctiles; o que en la ecología Suecia se debate hoy en día la idea de reducir los cuerpos a abono para el campo.
Lo macabro se convierte aquí en extrañamente divertido: “Según lo veo”, dice Roach, “estar muerto no es tan diferente viajar en un crucero; la mayoría del tiempo lo pasas tumbado. Con su estilo desenfadado aunque respetuoso, la autora ha cosechado excelentes críticas en EEUU y no tan buenas fuera (un crítico de la televisión británica BBC lo llamó “el libro más repugnante que jamás he leído”).
Sea como fuere, nadie pone en duda que se trata de una obra sin parangón, quizá el capítulo más sorprendente y/o repugnante, según se mire, corresponda a la descripción d un extraño jardín, “Detrás del centro médico de la Universidad de Tennessee”, cuenta Roach, “hay un bosque precioso donde las ardillas trepan por los nogales y los pájaros cantan, la gente está tumbada al sol o en la sombra, dependiendo de donde los hayan colocado los investigadores”.
Este bosquecillo es el único en el mundo dedicado al estudio de la descomposición humana y la gente tumbada en la hierba, como a estas alturas ya se imagina el lector, está muerta. En este lugar que huele a una mezcla entre fruta y carne podrida, un olor que permaneció en el calzado de Roach durante meses, la periodista interroga a un científico sobre las etapas de descomposición de los cadáveres.
Hasta tres semanas después de muertos, explica este científico, los restos de los órganos todavía pueden identificarse, pasado este tiempo, es “como una sopa”, dice el investigador, ¿Qué tipo de sopa?, pregunta ella, “Sopa de Pollo, amarilla”, responde el investigador. Roach pasa de este idílico jardín a un seminario de cirugía plástica en el que los médicos practican estiramientos de piel en cabezas decapitadas.
Fuente: Diario La Tribuna.
Lunes 13 de Septiembre de 2004.
Recopilado por abogado jorge fernando martinez gabourel
tecnico registral hondureño
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