Monografía Utila, Islas de la Bahía
Capitulo I
Introducción
La pintoresca isla de utila ocupa la parte suroccidental del grupo conocido como Islas de
la Bahía. Estas islas son en numero de seis: Roatan, Guanaja, Utila, Helena, Barbareta y Morat, situadas en la Bahía de Honduras, en el Mar Caribe. Guanaja la mas oriental del del grupo, fue descubierta por Colon durante su cuarto viaje, en 1502. En un conjunto conforman florecientes departamentos de la Republica de Honduras.
En 1858 la población de Utila era de 109 almas. Hoy alcanza 800 habitantes, y por muchos años pasados ha sido teatro de acción mediante el esfuerzo y energía de sus prósperos pobladores, que aspiran a un alto nivel de vida.
Un importante comercio de cocos y plátanos se realiza entre la isla y la cuidad de New Orleáns. Barcos de esta cuidad visitan casi diariamente la isla para adquirir pilotos e inspectores de fruta. El transito entre New Orleáns y la isla se hace en tres días y medio, aproximadamente. Es tan importante el comercio con los Estados Unidos, que el Gobierno de este país ha nombrado un Cónsul en Utila.
El honorable Señor F. E. Frye fue el primer Cónsul. Durante los años 70 traslado el Consulado de Omoa a Utila. Después lo quitaron trasladándolo a Roatan. Pero mas tarde, por alguna razón, se advirtió que Utila era el lugar mas adecuado, y se volvió a instalar el Consulado en esta pequeña isla encantadora.
En la actualidad ejerce el cargo el Honorable Señor J. B. Richarson, quien es muy apreciado por todos. Su simpatía ha conquistado la general aceptación. Uno gana mucho en experiencias cuando esta en su compañía. Es un fervoroso cristiano, y como tal se identifico con el pueblo de Dios desde que llego a la isla.
Utila fue visitada por el Dr. William T. Hamilton hace pocos años, y el se sintió complacido por lo que vio y con la cortesía y bondad de los hospitalarios habitantes. Después escribió acerca de su breve estadía. Refiriéndose al aspecto del pueblo, dijo: “Utila se parece bastante a Scranton o a Biloxi.” También describió en calurosas expresiones las bienaventuranzas del pueblo, y llamo a la isla: “Una pequeña Arcadia moderna”.
Sin duda Utila es rica en calificativos fantásticos. Alguien, no hace mucho tiempo, lo bautizo: “El Paraíso de los Ociosos”.
Parece que para algunas personas, la idea o visión del deleite terrenal es morar en un lugar donde uno vive en el ensueño e inactividad, solamente fumando su pipa y meciéndose en la hamaca, siendo de este modo feliz el día entero. Y este estado beatifico, piensan los soñadores, solamente puede alcanzarse en algún delicioso lugar de lo9s trópicos. La naturaleza en verdad es muy generosa con estos lugares, y el suelo fértil siempre recompensa al sembrador con el céntuplo. Sin embargo, aquí como en todas partes, alcanza la ley de Dios: “Con el sudor de tu frente ganaras el pan”.
Por lo general la gente de Utila es muy alegre. Las leyes del país son excelentes; los funcionarios, corteses y gentiles: el clima agradable y la isla sana de enfermedades. Pero cuando uno contempla su cómodo puerto, atestado de graciosos barcos tipo yate que entran y salen; su atractivo pueblo con primorosas y bien construidas casas, en las que se adoptado estilos norteamericanos para decorar la sala y la cocina, como muy bien lo han logrado nuestras nobles mujeres; y ve a su gente ocupada siempre en sus labores diarias, se da cuenta que aquí no hay lugar para los perezoso. No es aquí el paraíso de los ociosos. Quien viene creyendo tal cosa, ha cometido un error.
Don Simón Martínez, quien fue Gobernador de las Islas de la Bahía en los años 80, aplico el titulo de “Flor de Honduras” a Utila. Y el apodo aun le sienta bien a la isla.
Ciertamente, la gente esta orgullosa de su pequeña isla-hogar. Y entre sus habitantes hay muchos extranjeros cuyos corazones palpitan con leal afecto a Utila y son aquellos que saben ser leales a sus propios países y a su vecindario. Los devotos agradecen a Dios porque “Los apacienta en verdes prados”.
Ha sido propuesto abrir un puerto libre en Utila, con el apoyo de algunos hombres expertos del país. El Doctor Matute recientemente dijo en el Congreso: “El puerto libre de Utila tiene dos firmes razones a su favor: la primera, que anticipara la prosperidad de las Islas de la Bahía: la segunda, que reducirá a una zona de menores limites la vigilancia contra el contrabando en la Bahía de Honduras”. Otro escribió: “Tarde o temprano el puerto libre de Utila será una realidad”. En cuanto esto se realice, se acrecentara la importancia de la isla. En muchos aspectos, las perspectivas de Utila nunca fueron tan brillantes como ahora.
Siendo Utila pertenencia de la provincia de Honduras, su idioma oficial es el Español; pero el ingles es allí de uso corriente, porque la mayoría de los habitantes es descendiente de los primeros pobladores ingleses o norteamericanos.
No se jacta Utila de su desarrollo artístico. No tiene ferrocarriles, exceptuando las bicicletas y las carretas, ni siquiera una simple calesa recorre los caminos; no hay puentes en la laguna, ni luz eléctrica o de gas para alumbrar edificios o carreteras. No hay un reloj público que alegre el oído con sus campanadas, ni apilamientos de piedra y argamasa que denoten la actividad constructiva y la opulencia. Ninguna estatua de bronce o mármol había de personajes sobresalientes. Estas y muchas cosas mas que adornan o inspiran a las comunidades altamente desarrolladas, son muy adorables en esta adorable islita.
Seria deseable un pequeño parque, lo mismo que un puente sobre la laguna de abajo. Pero lo que nos falta atractivo artístico es a menudo compensado por los dones naturales. por ejemplo, tenemos bellísimos atardeceres, el cielo adquiere vistosos celajes. La atmósfera se torna notablemente transparente, y el sol se pone con toda su gloria tropical.
Uno de estos atardeceres asoma vividamente a mi memoria, y soy incapaz de describir su belleza deslumbrante. Me limitare a mencionarlo brevemente: fue el atardecer de un domingo, hace algunos años. La hora del culto divino se acercaba. Paseábamos el Rev. Thomas B. Angold y yo, hablando de temas diversos. de pronto el Sr. Angold se detuvo, exclamando: “Que lindo atardecer como me gustaría que lo vieran mis amigos de Inglaterra”. Era sin duda un paisaje glorioso. Tal como lo recuerdo, la tierra, el mar y el cielo, se habían combinado en forma grandiosa para producir aquel espectáculo. Ni el menor soplo conmovía las hojas de los árboles. La superficie de las aguas estaba lisa como un espejo. Las montañas del continente, algunas son siete mil pies de elevación, incluyendo el pico congrehoy (8,040 pies), cráter de un volcán extinto, aparecían en lontananza extraordinariamente claros a la vista, tomando parte en el indescriptible panorama. Aun el perfil de los árboles que delineaban la montaña, se podía distinguir pero lo mas bello de todo, y que mas cautivaba nuestra atención, era la escena celeste. Nubes de lana se extendían bajo el cielo, de horizonte a horizonte, de tal manera que los bellísimos reflejos del sol poniente daban un color rosado brillante, como en la aurora, que irradiaba a todo el firmamento.
El divino cuadro caleidoscópico vive en mi memoria, pero fallo al intentar describirlo. Y este despliegue de fenómenos naturales se repite a cada rato en estas latitudes.
Ocasionalmente un barco mercante, cuando esta anclado en nuestro puerto, enciende por la noche sus proyectores de luz, dándonos así una lección objetiva del uso y beneficio de esta invención realmente maravillosa. Y los muchos libros revistas que se están introduciendo constantemente a la isla, nos mantienen bien informados sobre el acontecer mundial.
Para los utileños, y para muchos extranjeros que viven en la isla, Utila es el sitio mas querido de la tierra. Aquí viven los amigos de toda la vida, aquí tenemos los lazos mas fuertes y tiernos que atan los corazones humanos al terruño y a nuestro prójimo; aquí esta el cementerio que guarda a sus tumbas los restos de nuestros seres queridos, que marcharon antes de nosotros; aquí, también, hemos encontrado, amado y servido, al Dios y Salvador que adoramos.
Colon hizo un informe favorable de las Islas de la Bahía. El pinto a sus habitantes como hermosos, de buena estatura, porte marcial y notablemente civilizados. Dijo que no se mostraban temerosos de el ni de sus hombres, apareciendo como pacíficos; y que lo habían tratado amablemente. Los historiadores nos han informado que las Islas de las Bahía eran densamente pobladas en la época del descubrimiento; y en esta isla (Utila) hay suficientes pruebas de este aserto.
El Señor Antonio R. Vallejo ha escrito el más interesante tratado sobre las Islas de la Bahía, bosquejando su historia hasta el presente. Hablando de los indios, el dice entre otras cosas que “LA Reina de España concedió licencia a sus súbditos para capturar y vender a los nativos. En 1516 Diego Velásquez, Gobernador de Cuba, autorizo a varios españoles para organizar compañías que ejercieran el comercio de esclavos nativos”. “Algunos historiadores –prosigue el Sr. Vallejo- afirman que, con tal autorización, setenta españoles salieron del puerto de Santiago de Cuba, con un barco y un bergantín, hacia las Islas de la Bahía”.
En este y los siguientes viajes cientos de indefensos aborígenes fueron capturados y llevados en esclavitud a Cuba.
“Por otra parte – sigue mas adelante- una poderosa banda de filibusteros ocupo las islas a principios de 1642. Ellos sometieron a los restantes indios hasta Marzo de 1650. Los últimos fueron desalojados por una fuerte expedición de barcos de guerra españoles. El Capitán General de Guatemala, entonces, traslado el resto de los nativos de las islas, al continente, a un sitio cercano de la desembocadura del rió Motagua”.
De esta manera, las islas que un día fueron muy pobladas, quedaron deshabitadas, y así permanecieron por un tiempo considerable.
Capitulo II
Los Primeros Pobladores
En 1836 una familia procedente de Gran Caimán llego a los cayos de Utila y se radico allí, otras llegaron un poco después y se asentaron en Roatan. Y otras siguieron, instalándose en las demás islas. Al ver estos nuevos hogares viviendo en las pacificas y casi desiertas costas, otra gente fue inducida a venir, movida por diferentes aspiraciones y esperanzas, como las que habían nacido en los corazones de aquellos implacables filibusteros y piratas que antes vivieron en las islas. Y esta gente recién venida alimentaba, quizás, más elevadas aspiraciones que los pacíficos indios que allí vivieron, seguros y contentos.
Los puritanos fueron impelidos, bajo ciertas circunstancias, a buscar refugio y hogar en Nueva Inglaterra. Deseaban hogares tranquilos y pacíficos donde pudieran tener libertad de rendir culto a Dios. Y para escapar de la persecución religiosa y de las leyes opresivas, dijeron adiós a sus hogares, a las comodidades, a los amigos; volvieron la espalda a las amadas costas de la vieja patria y, con rostro inhiesto hacia occidente, vinieron a construir otros hogares en el nuevo mundo.
Pero la gente que llego a estas islas no habían sufrido persecución religiosa, ni sido
oprimida con impuestos. A todos los de la Isla Gran Caimán, desde que vinieron se les permitió, celebrar culto bajo “su propia vid e higuera”. Sus opiniones religiosas se generalizaron por toda la isla, y quizá le produjeron dificultades al principio; pero muy pocas, si acaso. Y una tributación más leve que la impuesta en la Caimán, difícilmente se podría imaginar.
Esta gente pues no estaba huyendo de tan ingratos males. Más bien buscaban poder cosechar el fruto de su trabajo, proveyendo honestamente la subsistencia de los suyos. Deseaban radicarse en algún lugar que, siendo enaltecidos por el poder de su industria, pudiese florecer como una rosa. Aspiraban a encontrar un lugar del mundo dotado de buen puerto para sus naves, rodeado de abundantes barcos de pesca.
Las Islas se la Bahía, acunadas en el Golfo de Honduras y bañadas por las aguas del Mar Caribe, reunían todas estas condiciones. Su proximidad a la Honduras Británica, cuya casi fabulosa prosperidad se comentaba mucho en las Islas caimán, las hizo doblemente deseables para la residencia permanente de súbditos británicos y otros. Además, los importantes pueblos de Trujillo y Omoa, en la costa de Honduras Española, tenían fácil acceso desde las islas, y de allí, por muchos años, los primeros pobladores acostumbraron obtener los suministros y realizar una parte de sus productos.
La familia a que nos hemos referido, que se radico en los Cayos de Utila en 1836, estaba formada por Joseph Cooper, su esposa y seis hijos. Fueron los primeros pobladores venidos de las Caimán, y se vinieron por la vía de Belice, donde permanecieron varios meses en espera de que el Gobierno de Honduras les concediera permiso de radicarse en las islas. Habiéndose les otorgado este, los Cooper se apresuraron hacia su destino.
El General Francisco Morazán estaba entonces de Presidente de la Republica Federal de Centroamérica. Fue el mas conspicuo personaje de la historia de esta región. Un gran hombre desde todo punto de vista.
El ciudadano francés, Sr. Raúl, quien peleo bajo las ordenes de Napoleón Bonaparte, y después vino a Centro América, donde conoció y también peleo bajo el mando de Morazán, hizo un análisis comparativo entre estos dos inmortales. Entre estas cosas escribió: “Napoleón busco su propio engrandecimiento personal, y el de Francia; Morazán busco solamente el de su país, descuidando y dejando perder su propio patrimonio en la lucha por realizar un ideal patriótico. En lo referente a virtudes, Napoleón no puede compararse con Morazán.
Los seis hijos de los Cooper a los cuales ya nos hemos referido, se llamaban: Elizabeth, Horatio, Henry, Rachel, Fanny y Hanah. Otros dos, James y Eliza, nacieron en los Cayos. Los últimos seis todavía vivian a la época cuando este libro fue escrito. Jane, otra hija de la familia, se quedo en las islas de Caimán, al casarse con un Capitán de apellido Thompson. Tuvieron dos hijos varones, y luego vinieron a unirse con el resto de la familia.
He sido muy cuidadoso al anotar todos los nombres de los miembros de esta familia, porque ellos forman la base o núcleo de todas las generaciones siguientes de la isla. Casi todas las familias de hoy en día son descendientes de ellos. Por lo tanto, la mayor parte de los pobladores tienen parentesco entre si, que sigue fortaleciéndose con nuevos matrimonios.
El señor Cooper hallo dos hombres viviendo en los Cayos. Estos eran Don Samuel Warren y el señor Joshua, ambos norteamericanos, quienes se habían radicado allí un tiempo atrás. Estos ya habían iniciado una granja en pequeño, y el resultado de su empeño era una prometedora plantación en la isla.
Después, el señor warren contrajo matrimonio con Elizabeth Cooper, y fueron bendecidos con siete hijos. Seis de estos todavía viven, y hallaron la prosperidad.
El señor Joshua permaneció soltero. Quizá sea de interés registral el ingreso de pobladores, y desde cuando llegaron. Tengo en mi poder una lista más o menos completa de nombres de los primitivos pobladores; pero es innecesario enumerarlos a todos. Digamos solamente que después siguieron llegando, en pequeños grupos, nuevos moradores procedentes de los Estados Unidos, Inglaterra, Alemania, Suiza y otros lugares, contribuyendo a mejorar la isla y a aumentar su población.
En realidad, esta parte de la progresiva Republica de Honduras es tan laboriosa por haber sido formada por los descendientes de aquellos honestos, tranquilos, trabajadores y modestos ciudadanos.
Capitulo III
La Colonización Británica.
Devolución de las Islas.
Mientras que el tiempo corría a grandes zancadas para llevar ala joven Princesa Victoria al trono de Inglaterra, las circunstancias se iban dando aquí para agregar, aunque por corto tiempo, una importante y deseable colonia, al extenso y poderoso Imperio Británico.
Ya para la fecha en que se celebraba la coronación de su Majestad, el 28 de Junio de 1838, muchos súbditos británicos se habían establecido en las Islas de la Bahía
En 1838 el superintendente de Belice, MacDonald, salió para Port Royal, Roatan, a bordo de un buque de guerra británico. Es evidente que su desembarco en Port Royal causo cierta excitación, según se desprende de las palabras del contador, Mr. Young, quien dice:”Una chalupa de guerra arribo al puerto, y envió un bote cargado de hombres a la costa para arriar de su asta la bandera centroamericana e izar la de Inglaterra. En cuanto el bote se retiro, el comandante quito la bandera de Inglaterra e izo de nuevo la de Centroamérica. Pero tan pronto como esta acción fue advertida por los de la nave, enviaron un grupo de marinos para bajar la bandera del país”. Consuela saber que el desafió de MacDonald fue desaprobado por gobierno británico.
Durante el siglo XVIII dos veces Inglaterra tomo posesión de las Islas de la bahía, ocupándolas por cortos periodos, y luego las devolvió a España.
Este espacio no nos permite tratar aquí los sucesos que se dieron en las islas, ni las emocionantes aventuras que antecedieron al asentamiento de los antecesores de sus habitantes. Tal narración se sale de nuestros propósitos.
Los inmigrantes continuaron llegando. En pocos años las islas alcanzaron varios cientos de habitantes. Se hizo imposible para tan notable número de personas, vivir juntos y en orden por mucho tiempo, sin leyes. Por lo tanto, ellos mismos eligieron un magistrado y establecieron un consejo para su gobierno. Enseguida, a pesar de tener tranquilidad y orden internamente, mucha gente sintió la necesidad de una autoridad superior, y de protección externa. Tal cosa trataron con la mediación del Gobernador de Belice.
Era natural que este funcionario se interesara por el bienestar de aquel grupo de súbditos británicos, que se hallaban sin un gobierno estable, y sin leyes. El Coronel Fancourt, Gobernador, propuso a los isleños elegir a doce hombres para integrar una Asamblea Legislativa que tuviera potestad para emitir y acuerpar las leyes.
Pero el pueblo no quedo satisfecho con esto. Ellos no deseaban elegir un gobierno independiente. Eran súbditos británicos leales, y muchos de ellos, deseando la protección inglesa, clamaban por la colonización.
El Coronel Woodhouse, nuevo Gobernador de Belice, entretuvo la petición del pueblo y, resulto a conceder la solicitud, zarpo de Belice a bordo del vapor H. N. Brig. Persia, llegando a los Cayos de Utila el 10 de Agosto de 1852 (?). Desembarco con los tripulantes del barco y algunos oficiales de Belice, en uno de los Cayos, y tomo posesión en el nombre de su Majestad la Reina. Luego nombro a Mr. Warren Magistrado por Utila.
El corazón del pueblo se lleno de esperanza. Los isleños pensaron que ahora su tierra era un eslabón más en la cadena del inmenso Imperio Británico. Esperaban que la unión fuese permanente. De modo, pues, que el futuro se presentara brillante a sus mentes.
El General Trinidad Cabañas era entonces Presidente de Honduras (1852 – 1855). Por las páginas vehementes de la historia he aprendido a admirar a este hombre grande y bueno. Su noble desinterés, sus brillantes logros militares, su devoción patriótica y su disposición benevolente, le han ganado el afecto de sus conciudadanos.
El Persia zarpo hacia Roatan a las ocho de la mañana siguiente, llegando allá el mismo día. El Gobernador ejecuto iguales formalidades, y Roatan vino también a ser una dependiente inglesa.
Roatan es una bella isla. Su extremo occidental queda como a unas 18 millas hacia el Noreste de Utila. Figura también en la historia como el sitio adonde el Gobierno Británico remitió las tribus caribes procedentes de San Vicente.
Habiéndose estos revelado contra el gobierno de San Vicente, destrozaron mucha propiedad en la isla y mataron varios colones ingleses. Fueron vencidos por estos, y “5080 caribes fueron transportados hacia Roatan el 11 de marzo de 1797”.
Les hicieron desembarcar en Port Royal, hacia el lado sur de la isla Roatan. Desde allí se esparcieron, formando muchos asentamientos en la costa de Centro América. Muchos se quedaron en Roatan y, en el presente, agrupan considerable población en el Norte de la isla.
Son pacíficos e industriosos y viven agrupados en clases. Como carecen de lenguaje escrito, se aferran a sus tradiciones, que transmiten de generación en generación. Además de su propio dialecto, un caribe moderno habla Español e Ingles. Los hombres son excelentes marinos a bordo de pequeñas naves, y construyen buenas canoas.
La felicidad de los isleños duro poco. El Gobierno de Honduras vio la colonización de las islas por los británicos como una usurpación de sus derechos. El Congreso hizo el reclamo correspondiente, ante el cual Inglaterra envió su representante.
Un tratado entre Honduras y Gran Bretaña se firmo en Comayagua el 28 de Noviembre de 1859, en el cual Inglaterra convino en reconocer las “islas llamadas de la Baya de Honduras como posesión de la Republica de Honduras”. Debido a las incursiones sobre Honduras del General Walter en este tiempo, este Gobierno “pidió a Inglaterra retener su posesión por un tiempo mas”.
El General Walter y sus seguidores desembarcaron en Roatan en junio de 1860. después pasaron a Trujillo. El General expidió una proclamación al pueblo de Honduras, en el cual incluía ampliamente los reclamos de los isleños. Entre otras cosas decía:”El pueblo de Islas de la Bahía puede ser injertado en su Republica, solamente por concesiones benéficas y rectamente elaboradas”.
Pero la historia de la carrera del Gral. Walter; su invasión del país; su retirada de Trujillo, su rendición ante el Capitán Salmón, de la chalupa de guerra británica “Icarus”; su entrega a las autoridades hondureñas; su prisión, juicio marcial y ejecución en Trujillo, es muy extensa para darle cabida en estas pegonas.
Finalmente las islas fueron entregadas a Honduras el 22 de Abril de 1861. el Sr. K. Padillo Duron, representante del Gobierno de Honduras, las recibió del saliente Gobernador ingles, Mr. Alex W. Moir, e instalo al Sr. Bernardez en su oficina, como nuevo Gobernador de Islas de la Bahía.
En una corta alocución pronunciada ante el pueblo de Roatan, el señor Duron dijo, en parte:
“Habiendo sido ampliamente autorizado por el Gobierno Supremo de la Republica de Honduras, he venido este día a recibir las Islas de la Bahía en su nombre. Mi Gobierno, convencido de la sabiduría y eficacia del sistema adoptado por las autoridades británicas, que en tan corto tiempo han proporcionado a estos habitantes su riqueza, su progreso y su ilustración, lejos de querer desecharlo, propone y espera mas bien, que pueda ser desarrollado ventajosamente en el bienestar general de las islas.
El Señor Bernardez, quien ha sido nombrado Administrador, se propone seguir las normas del ilustre anterior Gobernador, quien, al retirarse se lleva la gratitud de los habitantes; y el Señor Bernardez alienta la esperanza de que el pueblo cooperara con el para llevar a cabo estas iniciativas para el progreso en general del país, de modo que no se sienta el cambio de gobierno; y yo aprovecho esta oportunidad para agradecer al Señor Moir, en el nombre del Supremo Gobierno de Honduras, por haber conducido tan bien a este pueblo, moral e industrioso, de las islas”.
El periodo “The Clarion” (El Clarín), del 14 de Febrero de 1900, del cual he tomado estos extractos, de la fecha 1 de Junio de 1861, a este discurso.
La bandera británica, que había flameado sobre sus cabezas orgullosamente desde su colonización, fue arriada. Y la bandera de Honduras se izo en su lugar, y por más de cuarenta años ha continuado ondeando sobre las oficinas del Gobierno de las islas.
Los súbditos británicos que allí vivían se opusieron, claro esta,,, al traspaso del dominio. Pero, a pesar de sus protestas y objeciones, las islas fueron cedidas a Honduras. Ese fue un duro tiempo para los isleños. Para ellos todo lo británico era lo máximo, y el repentino cambio se les hizo casi insoportable.
El Gobierno de su Majestad, generosamente, ofreció a sus súbditos el pasaje gratis hacia alguna colonia británica, y tierras, en compensación, para ayudarles a iniciar una nueva vida. Pero fue tan fuerte su apego a las islas, que ni este liberal ofrecimiento les indujo a abandonar sus hogares.
Por una cláusula del tratado, a los isleños se les permitió el culto divino conforme a los dictados de su propia conciencia. El Señor Vallejo nos informa que, por conceder esta libertad de cultos, la Iglesia Católica Romana de la Capital excomulgo al Presidente General Don Santos Guardiola.
El Gobierno de Honduras también permitió que el código legal ingles que se aplicaba localmente en Islas de la Bahía, continuara vigente por muchos años después. Así, la gente disfruto todavía de privilegios, y pronto aprehendió a adaptarse a las presentes condiciones.
El tiempo llego, no obstante, cuando el Congreso dispuso que todo el territorio hondureño debía estar sometido a un mismo régimen legal. Por lo tanto, las leyes locales fueron abolidas, y se hicieron cumplir las de la Republica.
El Doctor Gahne opina que el pueblo mismo precipito esta situación. Dice: “Desafortunadamente, unos pocos ambiciosos, desando ocupar los empleos que crearía el implantamiento de las leyes nacionales, pidieron al Presidente, mas de una vez poner en vigor las leyes hondureñas. Una de las tareas difíciles para el Gobernador fue convencer al presidente de que los peticionarios eran solamente una minoría del pueblo de las Islas, sin la representación de todos, y que el repentino cambio de leyes seria calamitoso, económicamente y de otras formas.
El Gobierno de Honduras, deseoso de consultar el interés del pueblo, diferio poner en vigor las leyes del país”.
El Doctor Frederick Gahne fue el ultimo Gobernador de Islas de la Bahía que aplico en todo su vigor las leyes inglesas. El sustituyo a su hermano, Mr John Gahne, quien “murió repentinamente, después de casi seis años de exitosa administración. Su deceso fue sentido unanimente en todas las islas. Al faltar este, el pueblo solicito al presidente que nombrara a su hermano, el Doctor Gahne, en aquel cargo”.
Las islas disfrutaron prosperidad bajo la hábil y discreta administración del Doctor Gahne. El mismo dijo: “Los isleños, que manejan el monopolio del reciente comercio de fruta, alcanzaron tal prosperidad que, una vez sus exportaciones llegaron a los $300, 000,00, que equivalen a $75.00 por capital”.
En su primera visita oficial a Utila, el Dr. Gahne promovió una reunión de los hombres jefes de familia. Hallando que el pueblo favorecía un cambio de magistrado, los propicio la oportunidad de escoger otro. Ellos por unanimidad eligieron al Sr. Cooper.
Cooper resulto ser excelente Magistrado. Ningún Gobernador se ocupo de los intereses isleños tan a fondo como el Dr. Gahne. Ninguno se esforzó más ardiente e infatigablemente por el progreso y prosperidad del pueblo, ninguno condujo las islas con mas capacidad.
Ahora el vive en Belice, donde se dedica a su profesión, tiene la confianza de aquel Gobierno, y es respetado por la gente. También es propietario y editor del colonial Guardián, un influyente periódico de amplia circulación que fundo hace veinte años.
El cambio de leyes fue un golpe duro para la industria y las esperanzas de la gente. Hubo un descontento general por el alto incremento a los impuestos de importación. Este descontento era quizás excusable, porque la gente estaba acostumbrada a pagar tarifas bajas. Muchas personas pensaron seriamente en abandonar la isla, y algunas lo hicieron. Pero la mayoría se quedo debido al gran amor al terruño. Actualmente las Islas
La colonización de las islas por parte de Inglaterra ha dado a Honduras estas provincias pintorescas pobladas por gente de habla inglesa, con costumbres y preferencias anglosajonas. Muchos de ellos son de la Bahía se encuentran en condiciones prosperas, y los cuentos y sueños del éxodo de esta isla hermosa y fértil, son cosas del pasado.
La gente de las islas ha trabajado arduamente para levantar su departamento. Ellos constituyen una generación progresista, y su éxito se puede observar en sus cómodas casas, en sus empresas, en su desarrollo intelectual y, mayormente, en su devota piedad.
Expertos marinos. La mayor parte del comercio costero del Atlántico esta en sus manos y la flota de yates y barcos, construida casi en toda en las islas, navega por las aguas territoriales en diversas direcciones.
Capitulo IV
Reliquias Indígenas
Muchas personas disfrutan leyendo sobre el pasado. El lector siente cierta fascinación al leer sobre ciudades antiguas y restos de civilizaciones que han sido descubiertos en los lugares más remotos. Uno se imagina y así mismo viviendo la aventura, al leer el libro escrito por el reverendo George Lansing Taylor: “Inglaterra en África del Sur”, en donde relata que, a centenares de millas tierra adentro, ricas minas de oro han sido redescubiertos, lo mismo que “las ruinas de una civilización antigua, con edificios de paredes sólidas construidas de granito”; y sobre el descubrimiento vastos sistemas de irrigación todavía un perfecto estado. Se cree que estas son las tierras de Ophir, a las cuales la flota del Rey Salomón hizo viajes durante tres años, llevando cuatrocientos veinte talentos de oro.
También es muy interesante el libro: “Incidentes de viaje”, del señor Stephens. En este libro se habla de una civilización antigua localizada en este lado del Atlántico. El Sr. Stephens habla sobre los restos de cuarenta y cuatro pueblos, hallados en los impenetrables selvas de América Central y Yucatán, cuyos edificios fueron construidos con piedras enormes esculpidas con inscripciones jeroglíficas, con techos abovedados y obeliscos cubiertos con figuras míticas.
La historia de Aladino y su lámpara maravillosa no puede ser más fascinante que este.
Utila no cuenta con fascinaciones del pasado, pero quizás a los lectores les interesa leer lo que a continuación voy a relatar: pequeños montículos de roca y tierra han sido descubiertos en muchos lugares de la isla. El escritor se intereso en algunos de estos desde hace más de treinta años. Mi atención se dirigió primeramente hacia aquellos que se encuentran cerca de los jardines de cocoteros en el lado sur de las islas. Estos montículos fueron construidos a aproximadamente setenta y cinco y cien yardas de la playa.
Al principio pensé que los dueños de los jardines los habían construido. Pero después me di cuenta de que ni aun los primeros pobladores sabían algo acerca de cuando y quienes los construyeron.
Entonces me convencí de que tenían que haber sido hechos por los indios. Evidentemente, los constructores tenían conceptos sobre ordenamiento, y fueron cuidadosos.
En varias partes de las islas gran cantidad de restos de cerámicas ha sido encontrada. Jarrones y otros artículos fueron desenterrados en distintos lugares. Uno de estos montículos, situado al Norte de Utila, fue abierto el 12 de junio de 1897. Los excavadores buscaban un tesoro escondido, supuestamente por piratas. En lugar de metales preciosos encontraron otros artículos interesantes. El Señor Dillard Whitefield, una de las excavaciones me ofrecido amablemente la siguiente información: Después de haber excavado varios pies encontramos un ánfora de barro rojizo. La boca estaba tapada con seis placas del mismo material. En el interior jarrones, puntas de flecha, piedras, hachas de marfil, rosarios de corral, etc. Yo vi muchas de estas cosas y las
medí. Una era un vaso de color rojo vidriado; tenían una excelente labrado en lados opuestos. Media siete pulgadas de alto y cinco de diámetro en su parte mas ancha. También medí dos jarrones, uno de barro rojo, de dos pulgadas de alto y tres de diámetro cerca de su base. Su boca era muy pequeña. El otro tenia cinco pulgadas de alto y seis de diámetro, y su forma se asemejaba a la de un tazón redondo de hierro.
Entre las reliquias se encuentra una pieza curva de marfil, con un agujero en cada extremo, usada quizá para colgarla del cuello de un niño. Uno de los más curiosos entre estos artículos es una pequeña imagen, bien ejecutada, sobre la alfarería de barro. Representa una cabeza y cara humana, y mide 1 3/8 de pulgada en lo largo, 1 ¼ de ancho, y 7/8 en lo ancho de la frente.
Pero, a mi entender, la reliquia mas interesante de todas es una marmita. Tiene forma redonda, encima tiene cuatro piernas y pies bien formados, representado a un oso agachado. Las piernas están contorneando el vaso; los pies sobresalen. Una cabeza de oso resalta su relieve con una semejanza casi perfecta. Las orejas, nariz, ojos, boca, en suma, toda la pieza es un finísima obra. Tiene un collar en el cuello del oso, la cabeza es hueca, con una bolilla de barro suelta dentro de la garganta. El mango que forma la cola del oso esta quebrado, el color de esta notable marmita es castaño obscuro, y es vidriada.
Edmundo Roulet opina que el vaso rojo, la marmita y una rueda de marfil también hallada entre los objetos, son iguales a los trabajos modernos europeos de la misma clase. El cree que la figura sobre el vaso es un jeroglífico, también cree que el marfil del que fueron elaboradas las hachas y otros objetos, debe haber sido obtenido del pez espada.
( El señor Roulet es un colono de origen suizo; un caballero de excelente educación – domina varios idiomas, antiguos y modernos- que esta bien versado sobre estas materias).
Pero caminemos por algunas veredas dejadas por os indios. Cerca del centro de la isla destaca sobre el terreno la colina “de Stuart”. De su cima se mira el océano casi en todos los rumbo, los llanos y las lagunas están dispuestos en una bella vista abajo del espectador. Hacia el Este, un poco al Norte de la colina, en el lugar llamado Bambú, esta un antiguo cementerio indio, de allí, un camino pavimentado de piedras conduce a esta colina, al lado opuesto, otro camino empedrado cruza el pantano con rumbo noroccidental, conduciendo a Rock Harbor. El Señor Jonathan Warren, hombre de confianza, me dijo que ha recorrido muchas veces esta ruta, partes del camino se han perdido; pero explorando con cuidado se puede trazar de nuevo. De Puerto Este (cuidad de Utila), siguiendo el camino de en medio, otra vía empedrada va en dirección Norte hacia la colina de Stuart. El Señor Dillart Whitefield, bondadosamente, se guió en una parte de este camino, y también en parte del camino entre Bambú y la colina, en ciertos tramos estos caminos están cubiertos por gruesas capas de lodo, acumulado por años; pero en otros el trazo se nota claramente.
Mi amigo Dillard ha gastado sus días de descanso investigando estas materias. El cree que hubo un pavimento de piedra, de forma circular, en lo alto de Stuart’s Hill. Y se notan señales de algo como eso.
El la construcción de las carreteras y del pavimento en la cúspide de la colina, los indígenas usaron roca coralina extraída del mar, y pedernal negro hallado en algunos lugares. Esto hecho acabo con mi propensión a dudar de aquel fuese trabajo de los hombres, pero al aceptar esta confirmación, no he olvidado que la isla quizá sea de origen volcánico.
Allá por los años 70, siendo miembro del comité de obras publicas, hice dos secciones empedradas de camino, una en la vía de en medio y otra en la vía oriental. Menciono esta circunstancia para que no se crea que forman parte del trabajo prehistórico de que hoy hablamos.
La ultima prueba que presentare de la energía, empresas y civilización de los habitantes aborígenes de esta isla, es el “pozo indio”. Era un hoyo de forma irregular, con paredes revestidas con piedra labrada, la gente lo cegó hace años y en su lugar construyo un pozo cuadrado de dimensiones corrientes y paredes perpendiculares. Aun lleva el nombre de: “Pozo Indio” , y popularmente se dice de el que “el visitante que bebe sus aguas nunca abandonara la isla”.
Que Utila estuvo una vez densamente poblada se evidencia en toda forma. De aquí en adelante haremos de cuenta que, quienes habitaron esta isla hace muchísimo tiempo, fueron seres de alta moral y civilización.
Se ha dicho que “uno no puede ir a Stratford y permanecer unas horas en la vieja casa de la calle Henley, sin sentir en el ambiente el espíritu de Shakespeare”. De igual manera imaginaremos estar en el tiempo cuando los indios iban itinerando entre los bosques de la isla, cultivando maíz, plátanos y algodón; pescando y haciendo vasijas de barro de diversas formas y tamaños, para muchos usos, demostrando así su espíritu de energía e industria, no podemos creer que fueran ociosos.
Pensaremos también que eran alegres y pacíficos, hasta que llegaron los traficantes de esclavos portando sus permisos de España, y los capturaron estando desarmados, y los llevaron como esclavos a Cuba. Y mas tarde, cuando los filibusteros invadieron la isla por la fuerza, dominando a los que quedaban y sometiéndolos a la esclavitud.
Tales pensamientos llenaran cada paraje de Utila con un doble encanto para nosotros y para los extraños.
Imaginaremos que los gritos de su clarín están vibrando a través del bosque y entre las colinas. Pensaremos que fueron reunidos bajo el mando de un fornido jefe de nobles maneras y maciza estampa. Y que con marcial energía marchaban por sus caminos empedrados, desde varias direcciones, para juntarse en la cúspide de Stuart’s Hill. Y podemos hasta permitirnos pensar que se reunieron allí con el propósito de rogar el amparo del Gran Espíritu que llamamos Dios.
Capitulo V
Un vistazo a Honduras
Siendo Honduras el país del cual Utila forma parte, mi historia estaría incompleta sin un esbozo, aunque sea breve, de esta Republica.
Centro América fue descubierta en 1502 por Colon, quien desembarco en Punta Castilla, a la altura de Trujillo, unos años mas tarde, Cristóbal de Olid y otros , comandados por cortes entraron a Honduras. Estos fueron seguidos por el propio cortes, quien encabezaba un ejercito compuesto por españoles e indios. Llegando a Puerto Cortes, el intrépido conquistador dio su nombre a este puerto. Se dice que el árbol bajo el cual descanso aun se conserva.
Veinte años después de su descubrimiento Honduras ya era de provincia española, y así se mantuvo hasta que el Virrey de Guatemala, quien gobernaba en Centro América, se rebelo contra la Madre Patria, y obtuvo su independencia el 15 de septiembre de 1821, glorioso día de libertad para los habitantes de esta región.
México se había liberado de España desde el 24 de febrero anterior. Y en octubre siguiente Centro América fue anexada al Imperio de México. Esta anexión no se efectuó sin una fuerte resistencia armada por parte de algunos Estados Centroamericanos.
La supremacía alcanzada por México se mantuvo por dieciocho meses, y en Mayo de 1823 los lazos de unión fueron desatados para siempre.
En un ingenioso documento firmado el 1ro. de julio ese mismo año, en Guatemala, la Asamblea Nacional declaro que Centro América era una nación libre, e independiente de cualquiera otro país. Esta nueva nación comenzó con el nombre de: “Provincias unidas del Centro de América”. La Federación se disolvió en 1839, y Honduras, desde entonces, se proclamo un Estado libre soberano e independiente.
El Gobierno es representativo. El Poder Ejecutivo recae en el ciudadano Presidente, quien es electo por sufragio universal, su periodo de mando es por cuatro años.
El Poder Legislativo consiste en un Congreso de Representantes, escogidos mediante el voto popular.
El General Don Manuel Bonilla es el Presidente actual (1903). El aspira a dar al país un gobierno estable, y disfruta de la confianza de los ciudadanos y compatriotas en general.
La educación es otorgada por el Estado. En 1902 había 851 escuelas públicas elementales y 13 colegios de segunda enseñanza, en el país. En las escuelas elementales se brinda notable preparación primaria, y se usa una serie de magníficos textos.
En el mismo año el departamento Postal nacional manejo 1.242860 cartas. Esta correspondencia supero considerablemente a la del año anterior. Además, gran numero de paquetes fueron recibidos en los Apartados Postales. El servicio postal en el país es excelente
Territorialmente, Honduras abarca una extensión de 46,264 millas cuadradas,+ según una autoridad. Sobre el Atlántico la línea costera mide cerca 400 millas ++ de longitud, bañadas por el Mar Caribe y el Golfo de Honduras. La costa del Pacifico mide 62 millas. +++
+ Equivalen a: 118,436 Km2.- Aguilar paz da: 115,205 km2. (N. del T.)
++ 640 Kms.
+++ 99 Kms.
Las minas de oro del país han sido explotadas por cientos de años, y todavía retribuyen beneficios a los inversionistas. Algunas parecen ser inagotables, el valor de los minerales exportados en 1901 ascendió a $ 2.279,115.50 en el año siguiente se produjo una suma aun mayor.
Varios ríos navegables recorren el país, durante el invierno la lluvia es abundante, el suelo es muy fértil, personas dignas de crédito me han asegurado que ciertos cañales tienen mas de treinta años de estar produciendo una caña de azúcar muy buena, larga y gruesa.
Las producciones naturales del país son de gran variedad. Toda clase de frutas son cultivadas con éxito, y debido a los diferentes climas que se presentan, los productos de países fríos se desarrollan bien.
Entre las exportaciones están: el ganado, madera, bananos y cocos. El valor total de las exportaciones en 1901 fue de $ 6.183,023.47; la suma de importaciones llego a $ 4.168,599.51.
Los bananos son cultivados en gran escala en el Norte de la Republica, que es en verdad una floreciente región. Las líneas de barcos se contratan para el transporte de fruta a los mercados de los Estados Unidos. Y el crecimiento casi fenomenal del negocio bananero habla muy claro de la energía e industriosidad de los hondureños.
Si el pueblo de Utila, incluido yo mismo, no somos ricos en posesiones en tierra firme, la culpa es nuestra. Áureas oportunidades hemos tenido, pero fallamos en apreciarlas debidamente sacarles ventajas. La tierra era gratis, sin costo en dinero; el suelo fértil, las perspectivas, halagüeñas; y los hospitalarios y generosos nativos nos decían: “¡ven!”. Veíamos la importancia que la costa estaba adquiriendo, y permanecimos indiferentes e inactivos, sin pensar quizá en nuestros futuros intereses, tan encantados estábamos con nuestros hogares isleños. Extranjeros venidos de lejanos países trabajaron, disfrutaron y poseyeron las fructíferas tierras de este paraíso adorable. Nosotros aun estamos esperando.
Las personas prosperan, aun sin capital, o con muy poco. Muchos se enriquecieron. Algunos también fracasaron.
Este bello país, con su riqueza y fertilidad, esta listo para recompensar el esfuerzo inteligente, con toda suerte de productos tropicales. Y aquellos que han logrado el éxito en la costa, pueden confirmar este aserto.
Al escribir sobre Republica Dominicana, en su mejor obre: “Los ingleses en Indias Occidentales”, el seor Fronde dice: “Aquí estaba toda esta profusión de la naturaleza, prodiga en exceso, y la emprendedora juventud inglesa despreciaba una colonia que podría producirles una riqueza mas grande que la de los plantadores de caña”. ¿No puede decirse esto mismo de nosotros, los isleños, por nuestra indiferencia hacia la tierra firme hondureña?
El país es sumamente montañoso. Algunas de estas soberbias elevaciones alcanzan los siete mil pies sobre el nivel del mar, y muestran una imponente apariencia. Frecuentemente están cubiertas de nubes desde su base a la cima. Pero con frecuencia se ven nítidamente, sin mancha, irguiéndose como un inmenso relieve contra el cielo claro. En tales ocasiones estas majestuosas montañas presentan un espectáculo sublime a quien sabe observarlas.
La montaña Congrehoy (Cangrejal), que sube a 8,040 pies, es un volcán extinto. Aquí se dice que este volcán estaba en actividad poco después que llegaron a las islas los primeros pobladores. Un hombre formal y digno de crédito me dijo que el recuerda claramente haber divisado una brillante iluminación sobre la montaña, cuando era un muchacho de trece años. La luz dice, duro varias semanas, y la gente que residía en los Cayos se juntaba en grupos, por la mañana y por la tarde, en la orilla de las isletas, para observar la montaña en llamas. Temprano de la mañana, cuando las nubes lo permitían, se podía ver una delgada columna de humo que salía del cráter del volcán. Por las tardes, después del crepúsculo, la brillante iluminación, como de llamas, era plenamente visible. La montaña ardiendo fue por mucho tiempo el tópico de las conversaciones. Todo aquello quedo grabado indeleblemente en la memoria.
Tengo escrito el relato completo sobre estos sucesos, pero la falta de espacio no me permite incluirlo aquí todo, y no es mi intención producir una obra voluminosa.
Esta historia ha sido confirmada por otras personas de mayor edad. Es de hacer notar, sin embargo, que ninguna historia, geográfica o enciclopedia que yo haya consultado al respecto, habla de esta erupción. No he leído el libro: “Volcanes, pasado y presente”, por Edward Hull; quizá allí se halle la codiciada referencia.
En nuestro paisaje, un árbol de coco, aquí cerca de nosotros, oculta parcialmente la cima del Congrehoy. El alto pico que estamos observando es el de Montaña Bonita.
Los nativos de Honduras han sido calificados como: “hospitalarios, honrados, corajudos y generosos; perseverantes en sus empresas, habituados a las penalidades, inteligentes, leales y tolerantes”. Su defecto es ser patriotas. Y bien le pueden cantar a su delicioso país:
“Sus verdes prados y valles floridos,
Sus alegres vertientes y libres montañas,
Han escrito con luces y flores:
¡Gloria digamos al suelo nativo!”
Nota: Las cifras sobre número de escuelas, monto de importaciones, exportaciones, minerales, renta publica y movimiento postal, han sido tomados de los mas amplios mensajes del Presidente Terencio Sierra (1902 y 1903), al Congreso Nacional.
Para mayor información sobre Honduras, remito al lector a la obra: “A’Hoosier in Honduras”, un interesante libro escrito por el Honorable A. E. Morlan, quien viajo a través de ese país.
Capitulo VI
Puerto Este. Los Cayos.
En Utila hay dos asentamientos; se conocen como: Puerto Este y Los Cayos.
Puerto Este se encuentra en una pequeña y simpática bahía del mismo nombre. Se asemeja a un pueblo costero de los Estados Unidos. Este cómodo puerto provee buen ancladero y excelente abrigo para las naves. Los barcos fruteros se refugian aquí contra los violentos *, que soplan durante el invierno. Francamente, nosotros vivimos confortables, con un promedio de temperatura de 822 g., variando entre 75 y 95 durante el año. Me han dicho que el Sr. Abbot, en Oak Ridge (Loma del Roble), registro 65 g. en una noche fresca de Enero. Al describir la temperatura de Trinidad, que esta mucho mas cerca del ecuador, el Sr. Owen T. Bulkely escribió: ... “al principio del año baja a 68 g., por la noche. Recuerdo que, durmiendo en una elevada plantación de cacao, desperté temblando de frió y, como no habían mantas, me arrope con mi saco y capote. Debo mencionar aquí que América Central disfruta de tres climas, que son: caliente en las costas marinas, templado en alturas medias, y frió en el interior y elevaciones”.
El pueblo de Puerto Este esta entre las lagunas, una hacia el Este y otra al Oeste. Bajas colinas se alinean paralelamente a la costa norte del puerto, y sobre ellas se han erigido casas. Muchas habitaciones se construyen sobre plataformas rellenadas en el mar, con un gasto considerable para el propietario.
Un censo muy completo levantado por el señor Webb en 1867, del cual poseo una copia, muestra una población total de 177 personas en la isla, que viven en 32 casas. De estos, 25 casas y 141 habitantes, están en Puerto Este, y 7 casas con 36 personas, en los Cayos. Al presente, el primer sitio ostenta los 7/8 de la población de la isla.
Anteriormente, Puerto Este era importante punto de ingreso, y grandes importaciones de mercaderías llegaban aquí, en transito hacia los puertos del continente. La Ceiba no era entonces un puerto como lo es ahora. Pero desde que se habilito La Ceiba, el Gobierno privo a Utila de ese privilegio. Nuestro pueblo, sin embargo, espera que el Congreso halle la forma de restituir las ventajas a favor de nuestra isla, que esta muy limitada de recursos.
Los negocios locales de la isla están administrados por una cooperación municipal, compuesta por cinco personas electas anualmente entre los isleños nativos. El Alcalde es el jefe, los quehaceres de la municipalidad están sujetos a la aprobación previa del Gobernador Político del Departamento, quien reside en Roatan.
El Coronel José M. Herrera, actual Gobernador y Comandante de Armas (1903), es amigo muy querido del pueblo.
Uno de los funcionarios electos es el Juez de Paz y Notario Publico. De manera que, exceptuando los casos extremos, todos los asuntos civiles y judiciales de la isla se reclaman y tienen solución localmente.
El Sr. Roulet ha servido muchos años como Secretario Municipal. Sus largos servicios le han familiarizado con las leyes. Y su dominio de los dos idiomas –ingles y Español- le habilitan para desempeñar su cargo con capacidad y grandes meritos personales.
Además de las autoridades municipales, hay otros funcionarios nombrados por el Gobierno. Estos son el Comandante y el Sub-Colector. Ambos tienen importantes funciones, siendo el ultimo el Oficial de Puerto, y el primero, el Dispensador de papel sellado y Timbres. También se mantiene en la isla un pequeño resguardo, subordinado al Comandante.
Los norteamericanos han ayudado, consciente e inconscientemente, a nuestro crecimiento. Y muchos de los isleños guardan cálidos sentimientos hacia esa gran Republica del Norte. Mi propia esposa, clara, cuyo padre, Edwin Reed, era del estado de Maine, y quien se caso con Hannah Cooper, frecuentemente me recuerda: “Soy una yankee, ¿sabes?”. Y mucho más tienen y reclaman similares predilecciones.
Indudablemente, aparte del hecho de que alguna gente es descendiente de norteamericanos, hay otras buenas razones para que nuestra población tenga en gran estima a ciudadanos e instituciones de los Estados Unidos. Estas razones se pueden resumir así:
De allá obtenemos nuestros suministros (provisión), especialmente de New Orleáns; hacia allá exportamos nuestra producción; ellos nos proveen literatura (libros, textos para escolares, revistas, periódicos); nos visitan y son nuestros amigos, y nos enseñan sus costumbres; nuestra gente les visita y adquiere las novedades. Además, algunos isleños se han casado con ellos, y nuestros niños se han educado allá.
Quizá es innecesario que diga que, en la vida de nuestra isla, Belice participa con cierta influencia, pues viajamos a este país frecuentemente, y algunos isleños estudian allí. Otros se casaron y se radicaron en aquellas ciudades. Belice aporta excelentes ventajas en lo educativo. Entre sus instituciones educativas, están: El Colegio Católico Romano para varones, y su Convento para niñas. Claro que otras iglesias también tienen magníficos colegios.
Exceptuando el tipo leve de malaria, las condiciones sanitarias de la isla son buenas. Y lo mismo puede decirse de todas las islas de la baya. El Señor Morgan, quien celebro sus bodas de oro un poco antes de ser escritas estas líneas, tenia 72 años en tan feliz ocasión. El y su esposa era la estampa de la buena salud. Y rodeados como estaban de muchos amigos, y de su numerosa, sana, feliz y prospera progenie: hijos, nietos y uno o dos bisnietos, la escena que formaron era de genuino contento y agradecimiento, y una prueba, al mismo tiempo, de la condición general de salud reinante en Puerto Este.
Los extranjeros también mantienen buena salud en la isla. La familia del Sr. Jonson, Cónsul de USA en las Islas, permanece aquí con el durante mucho tiempo, y disfruta de excelente salud. el Sr. Brown, de Alemania, quien radica aquí desde joven y tiene ahora mas de 70 años, es un hombre vigoroso y bien perseverado.
La mortalidad en la isla es bien baja. Por un periodo de 20 años, desde 1881 a 1900 inclusive, la mas alta mortalidad registrada fue en 1890, 1891 y 1897, con 9 defunciones por año; la mas baja, en 1886 y 1889, fue de una muerte por año.
Desde entonces el promedio de muertes, calculado sobre la población de 1887, es cerca de 1 ½ %, y para 1889 es de 1/5 del %.
La isla puede aun convertirse en un buen destino turístico para sujetos norteamericanos que deseen permanecer en los trópicos.
De momento, la vecindad esta limitada de importantes servicios. No tenemos Medico, Abogado ni Pastor residentes en la isla. Y, a excepción del carpintero, a ningún otro artesano o comerciante le seria fácil ganar su subsistencia. En todas las islas no hay siquiera una imprenta. Un pequeño periódico: “La Prensa Libre”, editado por los Sres. M. Lechuga y C. C. Calderón, se publico semanalmente en Roatan al principio de los años 90. Pero, a pesar de que recibía una generosa subvención del Gobierno, su existencia fue breve, por una razón: la circulación era muy poca para sostener la empresa.
No hay casa de huéspedes ni hotel en la isla, por la razón de que el propietario tendría que ser su propio huésped la mayor parte del tiempo; pues los pocos visitantes que alguna vez nos honran con su presencia, obtienen alojamiento en las casas mas cómodas.
Se necesita este tipo de servicio; algún isleño debe iniciarlo.
Las tiendas en la isla están bien surtidas con mercadería en general, algo así como los almacenes campesinos de los Estados Unidos. Y los tenderos, muy corteses, saben presentar sus mercancías de manera atractiva.
Algunos confeccionadores de ropa realizan excelente trabajo, y se mantienen provistos con catálogos de los últimos estilos y modas.
En un párrafo anterior se anoto que los géneros y adornos para vestidos de señora pueden obtenerse en las tiendas. De manera que las damas que no tienen gustos muy * pueden obtener satisfacción, tanto en los materiales como en la confección. La ropa de varón también la hacen las costureras.
No hace mucho tuve oportunidad de permanecer unos meses en los Cayos. Mantuve buena salud allí, y también animoso espíritu. Fue entonces que me vino la idea de escribir este libro. Obtener a la insinuación, este es el resultado.
En mi relación general sobre Utila, Los Cayos guardan un lugar prominente, pues son el primer sitio colonizado y donde se inicio la evangelización. Aquí fue bendecida la semilla que plantaron los señores Mason, Webb, Sykes y Fletcher. Y el Metodismo, que ha operado tan feliz influencia en la isla, fue bienvenido y fructifico en aquel pequeño asentamiento. No podemos olvidar a los predicadores que, olvidados de si mismos, vinieron frecuentemente de Roatán a nuestro querido suelo y mediante sus esfuerzos, se nutrió la palabra plantada por los fieles misioneros.
Los cayos forman un grupo triangular de isletas, en número de once, situadas hacia el oeste de la isla. Están cubiertas de lindos cocoteros. Solamente dos del grupo están habitadas. Una de ellas, Suc Suc Cay, es donde los señores Warren y Joshua vivían cuando el Sr. Cooper y su familia vinieron a Utila. La Isleta mas nororiental del grupo se llama Dimon Cay, por un capitán norteamericano que vivió allí muchos años con su familia. Una capilla, escuela y tienda hay e uno de los cayos habitados. Para llegar a ellos hay que ir en bote o cayuco. Con viento fuerte esto no es fácil ni cómodo.
Un puente o camino de alguna naturaleza entre los dos cayos sería de gran conveniencia y costaría una bagatela. El agua en el canal es poco profunda. Si todos los hombres de los cayos se turnaran a trabajar por un mes, construirían un camino de roca entre los cayos. ¡Que lindo sería!
Los niños irían por el a la escuela; los cristianos acudirían a pie a los cultos; los clientes harían sus compras con facilidad y satisfacción; las mujeres serian relavadas de participar en los remos. Ciertamente, el puente traería grandes ventajas a nuestros amigos de los Cayos. ¡ y todo estos se puede lograr en tres o cuatro semanas de trabajo!
La escuela de los cayos está a cargo del joven nativo Edmund Nowell, quien fue educado en los Estados Unidos. Algunos de sus alumnos muestran buenos progresos en sus estudios. Todo niño o niña de diez años ya sabe leer y escribir.
La gente de estas isletas de diferentes modos varía la monotonía de su vida. Algunas veces organizan funciones, de canto y otras, que ayudan a iluminar y revivir las horas.
Una temporada de grandes regocijos es la semana de navidad.
Atendiendo cordial invitación de mis amigos, fui allá el sábado de navidad de 1897. Y los agradables ratos que pasé con ellos perduran en mi memoria.
Las últimas horas del día las ocupamos en una serie de diversiones. El día era lindo y claro. A las 5: p.m. nos sentamos alrededor de una mesa cubierta con mantel blanco como la nieve, cargada de queques, carnes, dulces y flores. En cada plato, una tasa de rico té humeante. Hicimos justicia a las viandas preparadas y disfrutamos de todo corazón. En el extremo del salón había un árbol navideño muy bonito. Relucientes juguetes y regalos pendían de sus ramas. En el otro extremo, cerca de la mesa, cinco hombres con instrumentos musicales estaban sentados. Tocaron con sentimiento acordeón, tamborita, etc,. Mientras nosotros comíamos. Los niños nítidamente vestidos, con caras radiantes, entraron después que concluimos el té. Y se les distribuyeron sus reglaos. Después hicimos juegos sencillos al aire libre, con la participación de todos, jóvenes y viejos, hombres, mujeres y niños.
A la luz de las lámparas comenzó el entretenimiento de la tarde, que consistió en cantos, recitaciones y diálogos, interpretados por jóvenes, varones y señoritas, de los cayos. El espíritu de la reunión fue de viveza, bullicio, aplausos y risas. Cada persona parecía decir; ¡soy feliz!
Capitulo VII
Homicidios
Dos vidas humanas han sido segadas con premeditación, desde que Utila fue poblada. Yo no tenía pensado incluir aquí semejantes hechos. Pero, reflexionando sobre ello, me he convencido de que debo mencionarlos. Aún la Biblia no ignora tales sucesos. Aunque esos relatos pueden arruinar el libro, muchos más arruina el carácter humano la perpetración de estos actos.
De los dos casos considerados, el primero fue el de Mr. Nourse, un norteamericano. Fue muerto el 7 de abril de 1870, por el viejo Mr. Joseph Cooper, quien fue, sin duda, provocado. Mr. Cooper era un buen vecino, fiel amigo y ciudadano observante de la ley. Examinemos con caridad este caso.
Mr. Nourse era hombre de buena educación, decidido, pero con puntos de vista peculiares sobre religión. Llevaba una vida moderada.
Mr. Cooper tenía una venta de licores. Era un bebedor social. Y no veía perjuicio en proveer bebida a otros. Mr. Nourse pensó que aquello era una equivocación y probó con argumentos a disuadir a Cooper de continuar esa clase de negocio.
Fallando en su intento, Nourse empezó a ridiculizar a Cooper, escribiendo versos anónimos contra él. Esto exasperó al otro y cada vez que salía un nuevo articulejo, se le aumentaba la ira. Para colmo surgió una disputa de tierras entre ambos. Nourse cambió repetidas veces los linderos fijados por Cooper en su propiedad.
Amigos de Nourse le aconsejaban dejar a Cooper tranquilo; le dijeron que se había propasado y le previnieron que aquello les podía llevar a serias conclusiones. Pero el no les prestaba atención. Una sutil fatalidad parecía haberle atraído ciegamente al peligro y la muerte. El clímax llegó por fin cuando un día fatal Cooper ordenó a Nourse desistir en sus provocaciones o atenerse a las consecuencias.
Estuvieron riñendo, diciéndose palabrotas que herían al otro. Se cogieron a la lucha y Nourse que era un hambrón pesado, arrastro a Cooper, pequeño y de contextura débil, hacia el amar y deliberada y repetidamente, le sumergió en el agua.
Tan pronto como Nourse lo dejó, Cooper se fue a su casa, que estaba a corta distancia del lugar, a sacar su pistola. Pero antes de llegar a casa recordó que en su bolsa la tenía. Entonces regresó y disparó a Nourse antes de que pudieran impedírselo. Quien trato de de hacer esto fue James Bodden, uno de los espectadores, poniéndose frente a Cooper para escudar a Nourse; pero este le dijo: “Déjalo, Bodden déjalo solo, no me hará nada”. Algún tiempo antes, Nourse había dicho: “¿Cooper? ¡Ese no mataría ni a un perro!”
Pero estaba equivocado. El trato que dio a Cooper transformó a este en un hombre iracundo y vengativo, dispuesto a matarle. Sobre el hombre de Bodden el Señor Cooper hizo fuego, dándole a Nourse en la cabeza. Unas horas después, falleció.
El Señor Cooper fue puesto en custodia por las autoridades y remitido a Roatan, donde le procesaron y le sentenciaron a larga prisión. Allí murió, victima de pensamientos horribles, tormentosos y depresivos, causados por el hecho de hallarse privado de su libertad.
El segundo caso fue el de un hondureño nativo asesinado por otro.
El señor Bombat, un caballero por nacimiento y por educación, acompañado por su concubina vino a Utila en los años 70.
Sucedió que el capitán Landa, un brillante joven oficial del ejercito de Honduras, residía en la Isla por ese tiempo. Landa pronto se enamora de la dama y la sedujo a que viviera con el y abandonara a Bombat. Este usó todos los medios de asegurar a la mujer de su devoción y afecto y creyó poder recuperarla.
Pero Landa se esforzó por impedírselo, prohibiéndole que visitara su casa y conversara con la mujer. Aún más, pidió prestado a Mr. Williams un rifle, de los que se cargan por la culata y se mantuvo armado. Sin duda Landa temía que Bombat intentara matarlo y así se preparó para la defensa.
Bombat estaba casi fuera de sí y adoptando el común sistema de ahogar las penas y el deshonor, se dio a la bebida. Y bajo el efecto del licor, se acercó a la casa prohibida, por última vez, en un sábado luminoso, por la tarde.
¡Pobre tipo! Había estado todo el día a bordo de una goleta norteamericana, en el puerto. El vino corrió abundantemente, antes y durante el almuerzo. El era un vivaz y agradable conversador, de fácil palabra y maneras corteses y había allegado muchas amistades en el pueblo. Tenía buena figura; se le podía calificar de elegante.
Landa que siempre estaba alerta, le vio venir. Por un agujero en la pared de su casa metió el cañón de su rifle y le observó sobre la mira. Esperó. Cuando el otro llego a pocos pasos, disparó. La bala penetró por la frente, perforando el cerebro y saliendo por detrás de la cabeza. Saltando en el aire, Bombat cayó postrado en el suelo. Estaba muerto.
La noticia corrió como un relámpago por toda la isla y más rápido de lo que me tardo en contarlo, la gente se precipito al lugar de los hechos. Dejo a los lectores conjeturar sobre la conmoción general que se produjo.
Landa fue capturado y enviado a Roatan para enjuiciarlo. Posteriormente escapo de la prisión y se fue para Belice, donde pasó una miserable existencia.
De pié en el bote, cuando era trasladado a Roatán, Landa dirigió un violento discurso al pueblo de Utila. El muelle estaba atestado de gente viéndole partir. Parece que él tenía la esperanza de que iban a protegerlo y sufrió una desilusión. Les recordó su valiente defensa de la isla, arriesgando su vida, contra el ataque del barco, “General Sherman” y les calificó de ingratos por entregarle hoy a la justicia. La gente recordó con justos sentimientos la valiente y digna de alabanza, acción a que se refería. Pero la mayoría de ellos simpatizaba más con el asesinado Bombat. El discurso no impresionó mucho.
Capitulo VIII
Religión.- Entusiastas reuniones en Carpas.
“Amo tu Reino, Señor,
Más que mi mayor alegría”
Dos denominaciones trabajan activamente en la isla. Ellas son: Los Adventistas del Séptimo Día y los Metodistas Wesleyanos. La primera construyo una iglesia aquí hace pocos años y la última tiene iglesia en Puerto este y en los cayos.
El elemento hispano de la población es Católico Romano; no poseen un temple donde realizar sus ritos.
Quizá resulte interesante seguir el crecimiento del Metodismo en Utila.
El Reverendo Hermon Nason fue el primer misionero Wesleyano que visitó Utila. Llegó en el año 1852 y tuvo éxito en formar una sociedad en los cayos.
Antes de su venida, los hombres actuaban como mejor les parecía. El día del Señor era violado; La Biblia estaba en el olvido; la vida espiritual era débil y los servicios religiones eran desconocidos. Pero Mr. Nason vino de Belice; predicó al pueblo indicándole el mejor camino y se operó un cambio para bien. La gente deseaba ansiosamente la religión de Jesucristo.
La pequeña iglesia de los cayos se comenzó con entusiasmo y floreció. Desde entonces ha mantenido su influencia, a veces llena de fervor y vigor espiritual, otra fría e inactiva, pero siempre Iglesia de Dios, que se muestra como el alba, hermosa como la luna, radiante como el sol y terrible como ejércitos en marcha. (Cantares 6,10).
Yo estoy reconocido con el tío James Cooper por los siguientes artículos. El dijo, en substancia: que Mr.Warren fue el primero de los hermanos en Cristo que condujo un culto público los domingos. Los hermanos Ward Morgan y Henry Cooper le ayudaron después.
Al principio dos cultos de oración se ofrecían en la semana, pero pronto cesaron. Los servicios del domingo, sin embargo, continuaron con deleite.
Pocos meses después que cesaron los cultos de oración, otro activo obrero se presentó en escena en la personal del propio hermano James Cooper. El había sido ganado para la causa del señor por los hermanos de Roatán.
Siendo fervoroso y diligente, el ofreció sus servicios para conducir un culto de oración semanalmente. En este laudable deseo era estimulado por el hermano John Howell.
Consiguiendo la casa de thomas Howell para el propósito, James dirigió el culto esa misma noche, con la sala llena de ansiosos oyentes.
En poco tiempo ya se celebraban dos cultos a la semana, dirigiendo uno Mr. Norgan. Se fueron luego aumentando hasta que se llegó a tener uno cada noche de la semana y otro el domingo en la mañana.
Los hermanos ayudaban cordialmente y todo se hacia por la gloria de Dios. ¡Que encomiable entusiasmo el que había!.
Pero hay momentos en que el fuego humea en el altar de Dios; los corazones se enfrían, los cristianos se rezagan y su trabajo decae. Así fue aquí.
Dio principio el comercio de fruta y la gente fue trasladada de los cayos a Puerto Este para enrolarse en los trabajos o cultivar sus tierras.
Por todo este tiempo Utila no fue visitada por ningún ministro. Esto duró más de dos años. Loa bailes, que la gente tanto gustaba y que por la religión habían sido abandonados, empezaron de nuevo y uno por uno los hermanos se disgregaron, hasta que solamente quedaron dos, fieles a Sión y a Cristo. Estos fueron, el hermano James Cooper y su esposa, Catherine.
Debido a la necesidad de un edificio propio y quizá también a la falta de fervor religioso, muchos meses pasaron sin realizar ni un solo servicio público. La capilla de los cayos fue demolida para reconstruirla en Puerto este, lo que se realizo lentamente.
En el año 1862, Mr. Davis, norteamericano, maestro en la Escuela Diurna de la Isla, aunque no era precisamente profesor de religión, expresó el deseo de servir un culto religioso. Esta fue la chispa que encendió de nuevo el fuego en el altar de Dios. Henry Cooper prestó para esto su casa y Dios fue otra vez alabado en Público. Luego la isla fue visitada por el Reverendo E.D. Webb. El dirigió una seria de servicios que resultaron en un glorioso avivamiento y casi todos los antiguos miembros volvieron a la iglesia y a Dios.
Pero yo debo agradecer aquí a Mr.Cooper por su valiosa información y conducir esta historia hacia otro tópico. Afortunadamente guardo interesantes notas de Mr.Webb, que introducirá aquí. El escribió:
“Le envió las siguientes citas de mi diario, anotadas durante mi primera visita a Utila:
Martes, abril 10, 1855. Cerca del mediodía salí para Utila a bordo de El Águila (goleta). El bote era manejado por los hermanos John Howeel y W.Norgan. Permanecí sobre el puente durante todo el viaje. Anclamos cerca de las 8 de la noche en el mismo cayo donde se está construyendo la capilla, y fui amablemente atendido en casa de la Sra. Howell”.
“Miércoles 11.- Prediqué a las 4:30 p.m., en la capilla medio construida.- Texto: Tito 2:11-13.
“Jueves 12.- A las 10: a.m., conocí a los jefes de clase, Hermano Howell y Hermana Wood. La hermana Wood renunció. El Hermano Morgan nombrado en su lugar. Hice visitas durante el día y prediqué a las 4:30”.
“Viernes 13.- Renové los boletos – estaban todos los miembros presentes, excepto uno que andaba en el mar”.
“Sábado 14.- No prediqué. Tuve que reposar debido a mi perna mala”.
“Domingo 15.- En la mañana inició el servicio dominical de los Metodistas. Bautice nueve niños, uno de los cuales es hijo de John Howell, llamado Harmon Mason en memoria del primer misionero que llego a la isla, mi predecesor de bendita memoria. El texto matutino fue Romanos 8:1. Volví a predicar a las 4:30 sobre El Hijo Prodigo”.
“Lunes, abril 16.- A las 7 a.m. Fui a bordo del Águila para regresar a Roatan, adonde llegamos el siguiente día”.
“Mi segunda visita a Utila fue del 6 de julio 1855, al 12 de julio”.
Realice muchas visitas a la isla durante los años en que permanecí en el circuito Roatan, siendo la última de junio 24 a julio 11, 1867, cuando estuve dos domingos en la isla”.
En una carta dirigida a Mr. Morgan, fechada el 16 de agosto, 1897, Mr. Webb escribió: “La última vez que le visité fue en… cuando anduve de casa en casa anotando los nombre de todos los jefes de familia, etc.
Refiriéndose a su primera visita, dijo: “Durante esta primera visita yo nombre a Ud. Líder, e inicie el servicio dominical de los Metodistas y le pedí continuar leyendo las oraciones del libro y leer un sermón cada domingo, lo cual creo que Ud. Hizo hasta que comenzó a predicar por si mismo”.
Más adelante, al escribir a la misma persona, dijo: “Tengo un plan impreso del Circuito Roatán, para enero, febrero y marzo de 1855, en el cual su nombre aparece como el de un predicador local. Para ese tiempo el hermano Cooper no aparecía en el plan como un predicador. Pero él era un líder de oración. Tengo otro plan para diciembre, enero, febrero y marzo de 1867-1868, en el cual el hermano Cooper y el hermano Morgan aparecen como pastores locales”.
La membresía para 1867; de acuerdo a la cuenta del Sr.Webb, era de 19 miembros fijos y 6 en prueba.
Con el tiempo, la vieja capilla localizada en la loma de Puerto Este, fue derribada y en su lugar se construyo una linda capilla de madera de pino y ventanas de cristal. El hermano James Cooper- la gente lo llama Tío Jimmy, se merece mucho crédito por todos los esfuerzos que hizo para lograr esta construcción.
La nueva capilla se terminó en el mes de septiembre-de año desconocido y en el mes de noviembre siguiente, fue dedicada por el Reverendo George Sykes.
Al paso del tiempo, algunos de los feligreses se quejaron de la dificultad de subir a la loma. Un sitio por la orilla del mar fue comprado y la capilla se traslado al lugar que hoy ocupa. Fue renovada y ampliada en el año 1891 y en 1897 se ensancho el local para dar cabida a mayor número de personas.
En el transcurso del tiempo Tío Jimmy se fue a los Cayos, por razones de salud. Siempre activo, construyo allá una capilla y dirigió el culto público casi cada día del Señor. Algunas veces visitó Puerto Este y predicó al pueblo los domingos temprano. Pero frecuentemente se pasaban diez o doce semanas sin un solo servicio.
Su delicada salud impedía a Mr. Morgan predicar y las visitas de pastores se tornaron escasas e irregulares.
Mientras las cosas permanecían así, Dios levantó de entre el pueblo a un hombre que tomó a su cargo la dirección del culto público y este hermano se sostuvo por varios años sucesivos, sirviendo dos cultos los domingos. Otros obreros continuaron después, de modo que por muchos años los servicios se dieron regularmente, tanto en la semana como los días del Señor.
En 1890 y 1891 una gran ola de avivamiento barrió la isla y la membresía de la iglesia creció de 26 a 127. El Reverendo Terence M. Sherlock era entonces superintendente del circuito de Roatán. Alentadores resultados rindió su labor en el área.
Durante la ola de avivamiento, el Reverendo J:K: Braham, B.D., visitó la isla y obtuvo en un solo servicio, de 14 a 15 nuevos files. El dijo dos sermones muy alentadores: Uno de Hebreos 12:16 y el otro del verso 22 del mismo libro y capítulo. El sermón de la mañana, del último texto, fue muy alentador para los maestros de religión; y el de la tarde, del primer texto, tocó las conciencias de todos los hombres y causó profundas y duraderas impresiones en muchos corazones.
Por otra parte, Dios, “Quien prepara su labor a través del tiempo y la realiza con los instrumentos más débiles cuando el momento es llegado”, se complació en bendecir también los esfuerzos de los predicadores locales de la isla, durante este avivamiento y los nuevos feligreses se unieron a la iglesia firmemente. Estas maravillas fueron forjadas por el Espíritu de Dios. Sean para El, siempre, la honra y la gloria.
+ Conforme a fechas que Mr. Webb anota en otro lugar, la presente fecha d estar equivocada.- N del A.
La sociedad es ahora muy próspera. El ministro del área nos visita una vez cada trimestre y pasa dos domingos con nosotros.
El Reverendo Henry Tregoning realizo una noble labor en el Circuito de Roatán. Su ministerio en Utila está marcado por muchos avivamientos y épocas de profunda bendición espiritual. Y por su gracia y forma de tratar a los demás, se dio a querer de los isleños. Construyó iglesias en muchos pueblos y aldeas de Roatán. Organizó una banda, compro los instrumentos y enseñó a tocarlos. La banda ha sido un éxito para la comunidad.
El Señor Tregoning tuvo éxito formando sociedades en Guanaja y antes de dejar el parea, ya había comenzado la construcción de una cómoda capilla y por otros medios, consiguió el material y aportó ayuda para terminarla.
Frecuentemente predicaba en español para aquellos que hablaban este idioma y pronto perfeccionó esta lengua, estudiándola en libros.
En la Ceiba se construyó una capilla conforme a la época y número de feligreses, lograda mediante su coraje y destreza. Por supuesto que Mr.Mac-field, el dirigente metodista de allí, se merece también mucho crédito. El consiguió contribuciones y dirigió el trabajo y el Sr. Tregoning supo reconocer sus méritos.
La Sociedad de La Ceiba fue organizada primero por el Rev. Thomas B.Angold, Obispo de Honduras. El señor Angold llegó a La Ceiba desde aquí. Algunos de los hermanos lo acompañaron. Yo también fui con ellos, no me hubiera perdido esa circunstancia feliz por nada del mundo.
Nuestra estadía fue corta, menos de un día, pero en esas pocas horas se lograron muchas cosas buenas. Las personas de habla inglesa y unas pocas del idioma español, se reunieron en una de las casas a la hora prevista. El Sr. Angold predicó sobre los versículos 9 y 10 del Cáp. 18 de los Hechos. El mensaje estaba lleno de energía. El Espíritu Santo estaba presente. Fue un momento glorioso y muchos se convirtieron. Ese día la bendición de Dios llegó a La Ceiba.
Contestando una carta mía, el Sr. Tregoning escribió: “Sus actividades misioneras han reunido 725 dólares, una cantidad buena para Utila; pero, La Ceiba… ¿Cómo pudo recaudar 477 dólares? fue un gran día cuando crucé en la “Little Hiller” y prediqué en la casa del señor Simona”.
En compañía del Reverendo Robert Cleghorn, el señor Tregoning hizo varios viajes de evangelización en las islas. Ellos se proponían realizar varios cultos en cada pueblo y aldea, desde Guanaja hasta los Cayos de Utila. Dios comenzó sus esfuerzos, pues en cada ocasión los servicios resultaron en una gloriosa cosecha de almas, enriqueciendo las iglesias al incrementar el número de feligreses y causando felicidad en la tierra y el cielo por el arrepentimiento de los pecadores.
Al terminar su misión, el señor Tregoning regreso a Inglaterra.
El Reverendo Thos.H. Caddy es el actual superintendente del Circuito de Roatán. Es un
hombre dinámico, sus esfuerzos han tenido éxito en lo que se refiere a misiones extranjeras.
En 1901 recibió de la gente de Utila la cantidad de 804 dólares, en contribuciones.
Las reuniones misioneras en este año (1901), fueron muy bien atendidas y la gente respondió con mucha más generosidad. A comienzos de 1903, el señor Caddy en compañía del Reverendo Joseph Prior, dirigió una serie de servicios de evangelización en este lugar. El resultado fue un glorioso avivamiento y una cosecha de almas para la iglesia.
El Reverendo James W.Lord, obispo del Distrito, visitó el área en 1901, llegando primero a Utila. La gente lo apoyó y firmaron con alegría las peticiones para tener un ministro. Así que de aquella pequeña sociedad metodista de la época del señor Webb ha surgido un grupo importante, lo suficiente para formar un área separada en el futuro. Con un ministro fijo en Utila. La Ceiba podría tener visitas frecuentes y regulares de la Misión.
Otras estaciones se abrirán y otras sociedades se formaran en los florecientes pueblos a lo largo de la costa del país; y el despliegue de la Iglesia Metodista será seguro en esa área.
Muchos de los isleños frecuentemente hablan con afecto de los misioneros.
Nosotros reconocemos con mucha gratitud que nuestros pulpitos han sido llenados con nobles y piadosos hombres, uno de los cuales, el Reverendo George Sykes, se convirtió después en Presidente de las Conferencias de las Indias Occidentales.
Ahora, el Adventismo del Séptimo Día fue traído a la isla bajo circunstancias distintas. Pronto encontró algunos adeptos, y solamente una fe firme en nuestro sistema ha sido capaz de prevenir el esparcimiento del Adventismo en la isla. De algún modo, la literatura adventista, por medio de revistas, ha podido infiltrarse en la isla, y fue debido a la lectura de estas, que nuestra gente se familiarizo con esa secta.
Con el tiempo leímos los hechos, casi fantásticos, escritos en “El surgir y progresar del Adventismo del Séptimo Día”, y comenzamos a darnos cuenta de que pocos aceptaron sus puntos de vista.
Anteriormente, sin embargo, la señora Gutrom, de California, visito la isla. Esto fue en 1886 (?). Ella se había ido de aquí hacia California muchos años antes y mientras vivía allá se convirtió en una fiel seguidora del adventismo del Séptimo Día.
Cuando vino llego a muchos hogares con el fin de fijar la idea del Adventismo. En Roatan tuvo éxito al lograr que dos o tres familias aceptaran sus principios.
Después de una corta estadía, la señora Gutrom regreso a los Estados Unidos.
Elder Hutchins y su esposa llegaron a Roatan a principios de los 90. Son amigables y simpáticos. El Sr. Hutchins demostró ser un hombre activo y practico, con cualidades de un buen orador. Fue de isla en isla predicando y leyendo, especialmente sobre el séptimo día como el Sábado del Señor; sobre el segundo Advenimiento de Cristo; sobre los Mandamientos, etc.
Su predicación logro una fuerte impresión en la mente de mucha gente de las islas, que fue persuadida. En Guanaja su enseñanza fue mas pronunciada, y el Sr. Hutchins rápidamente estableció una vigorosa sociedad en la isla.
También se hizo dueño de una cómoda casa de reuniones que la gente de las islas, que fue persuadida. En Guanaja había construido tiempo atrás. Sus esfuerzos de evangelización fueron un éxito.
Sintiendo la necesidad de un barco que lo movilizara de un lugar a otro, se mando a construir uno.
El trabajo fue realizado por kirkconnel Bros, de Guanaja. Pronto terminaron la construcción, y lanzaron a navegar el “Herald”. En este barco el Sr. Hutchins extendió su labor misionera a lugares alejados de la isla.
En varias partes de Roatan se logra convertir a algunos al Adventismo, pero en total fueron pocos en toda la isla. En Utila fue evidente que unos pocos miembros de la Iglesia Metodista se inclinaron al Adventismo.
Por supuesto, se hicieron esfuerzos, tanto por los ministros como por lideres, para reforzar la de estos dudosos.
En 1894 la lealtad de nuestra gente hacia el metodismo, fue puesta en prueba. Fue en marzo, creo, de este año, cuando los hermanos Hutchins y Emmerson, y sus esposas, llegaron aquí, previo nombramiento. Venían para sostener largos servicios y enviar mensajes a la gente. Para su propósito trajeron una gran tienda de campaña, la cual colocaron en un lote vacío de un área importante de la isla. Los servicios se dieron todas las noches de la semana, excepto los domingos, durante 4 o 5 semanas seguidas.
Los hermanos fijaron turnos para dar los servicios religiosos. Una noche lo hacia Mr. Hutchins y otra Mr. Emmerson. Cada noche la tienda de campaña se llenaba de gente ansiosa de oír el sermón y comparar las religiones. Fue una época de gran emoción. Todos buscaban su Biblia para comprobar lo expresado por el predicador. Cada palabra se discutía y, finalmente todos se regocijaban con la verdad de nuestro Divino Señor Jesucristo.
En realidad “había una gran búsqueda de corazones”, y nos dimos cuenta que habíamos confiado en algo que no era vano, porque “conocemos en quien hemos creído”, y nos damos cuenta de que “ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los principados, ni los poderes, ni nada presente, ni nada futuro, ni la altura, ni la profundidad, ni ninguna otra criatura, podrán separarnos del amor de Dios, el cual esta en Jesucristo, Nuestro Señor”. Romanos 8: 38-39.
Pero todo es bendecido para hacernos huir del pecado; cada doctrina, por tonta que parezca, es bendita, y nos ayuda a sobreponernos de la embriaguez para salvarnos del infierno.
Siempre los misioneros iban trabajando de casa en casa, utilizando sus cualidades persuasivas y fortaleciendo sus argumentos con pruebas textuales de la Biblia. Lucharon incansablemente para convencer a la gente del error “de su religión”, e inducirlos a aceptar a Cristo desde el punto de vista Adventista.
No pocos escucharon, vacilantes, rendidos. Así se formo una sociedad Adventista del Séptimo Día, y se erigió una iglesia.
La señora Helen Morgan y Joseph C. Bodden fueron los primeros en bautizarse como miembros.
Así que los servicios nocturnos en la tienda, apoyado por las visitas diurnas de casa en casa, rindieron buenos frutos a los Misioneros.
La gran mayoría de los isleños permanecieron firmes en su fe, y en su fidelidad hacia la Iglesia Metodista. En ausencia del ministro metodista, los otros predicadores hicieron lo posible por enseñar a nuestra gente que nosotros teníamos “la verdadera luz”. Fue en esta época cuando Tío Jimmy predico un útil sermón del texto: “Jesucristo, el mismo ayer, hoy y siempre”, Hebreos 13,8. Un vistazo a este texto nos da la idea de la línea de pensamiento del predicador. Ciertamente el sermón fue adecuado para avivar las almas dudosas.
Yo fui afortunado, también, por haber leído previamente un esplendido librito titulado “El manual del Sábado”, por el Reverendo Justin Edwards, D. D. llevando al lector a los días de los Apóstoles, y haciendo copiosas citas de los escritos de los Padres de la Iglesia en apoyo de la observancia del sábado cristiano, el Doctor Edwards ha traído sobre este asunto una claridad excepcional.
El Rev. Paul Ellis, quien leyó el libro, opino que es lo mejor sobre este asunto que el ha leído, y agrego: “No se como se podría dudar, después de leer este libro, que el Domingo es el día apropiado para los cristianos”.
Habiendo cumplido su objetivo, los Ministros Adventistas finalizaron los servicios en la tienda de campaña. Esta fue quitada, y el señor Hutchins y su esposa retornaron a Guanaja, dejando a Elder Emmerson, con su esposa en este lugar.
Y así concluyo una de las épocas más emocionantes en la historia de Utila.
Pero el señor Emmerson no quedo desocupado. Continúo evangelizando, predicando regularmente, y visitando hogares todos los días. Era un buen hombre, y fiel a su causa.
Mientras esto sucedía, la isla fue visitada por el Reverendo P. Ellias, uno de los predicadores metodistas. Había sido designado para el área de Roatan en ese trimestre, y andaba realizando su visita pastoral a Utila. Predico sobre el sábado varias veces, ante la presencia del señor Emmerson.
Sin mucha locución, pero usando un lenguaje adecuado, el señor Ellis hablo bien sobre el tema, y por medio de bien elaborados y memorizados discursos, fortaleció la fe de nuestra gente.
Elder Goodrinch es el actual Superintendente de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en las islas de la Bahía. Todos los miembros de la iglesia lo estiman mucho.
Capitulo IX
Ataque a Utila
La dulce serenidad de nuestra isla fue rudamente perturbada en un brillante domingo de octubre de 1873. Era una linda montaña, y el dulce reposo del sábado había comenzado. Los pensamientos de la gente estaban dirigidos hacia la meta de pasar las horas meditando, orando y alabando al Señor. Pero el anuncio de que un barco se acercaba causo excitación y confusión general, pues la gente temía que hubiera perturbaciones.
Al parecer, el vapor “General Sherman” había salido a realizar una expedición contra Honduras, llevaba a bordo un grupo de ricos guatemaltecos descontentos, cuyo objetivo era evadir el territorio hondureño.
El “General Sherman” había venido antes, en Junio de 1873, parando primero en Utila y zarpando luego hacia Trujillo. Yo estaba en Trujillo, a bordo de una goleta comercial. El Sherman anclo en Puerto Castilla, hacia el extremo mas cercano a Trujillo. Había gran excitación en la costa, tanto en el pueblo como en el fuerte, cuando se acercaba. Evidentemente, los oficiales estaban esperándolo, y conocieron su condición beligerante cuando izo su bandera.
Después que hubo anclado, el Comandante del puerto obtuvo los servicios de una goleta comercial llamada “Ala Blanca”, creo, que se anclaba en la bahía, para que sirviera como correo. La envió con una nota para el Capitán del Sherman.
Deben de haber rechazado las demandas de tierra, porque al regreso de la goleta, los cañones abrieron fuego desde el fuerte, contra el barco. Las balas pasaron silbando sobre nuestras cabezas; pero el Sherman estaba fuera de su alcance.
A la mañana siguiente el Sherman se acerco a la parte alta de la bahía de Trujillo, y desembarco dos botes cargados de hombres, que marcharon de inmediato sobre el pueblo, y los botes siguieron con las armas a raya de costa.
Las armas fueron desembarcadas cerca de la Guardatura, y más hombres fueron transportados desde el barco.
Esto produjo, desde luego, enorme excitación en la ciudad. Los habitantes estaban sobrecogidos de pánico, ante la inminencia de una batalla que se sostendría en las calles, frente a sus casas.
Pero esto se evito, pues las tropas de tierra, escasas en números, abandonaron ordenadamente el puerto, mientras los invasores subían la colina y tomaban posesión del fuerte.
Al día siguiente, muy de mañana, habiendo sido reforzados, las tropas hondureñas marcharon intrépidamente contra el pueblo, y atacaron a los invasores; pero fueron repelidos, con pocas bajas en ambos bandos.
El señor Bodden y yo nos encontrábamos en uno de los almacenes de la costa cuando se dio la alarma, y huimos precipitadamente hacia nuestro bote. Cuando hubimos, con dificultad, alcanzando el barco en que viajábamos, vimos al Coronel Young, que era pasajero lo mismo que nosotros, bajando la colina a gran velocidad, pidiéndonos vigorosamente que le enviáramos el bote a la costa. Los disparos ya tronaban por el aire.
El General Sherman permaneció varios meses en esta agua, yendo de puerto en puerto. Cierto día, como iba diciendo al inicio del Capitulo, zarpo hacia Utila, donde exigió la rendición del pueblo y de las tropas que había en la costa.
Siendo rechazada la demanda, se inicio un violento ataque desde el barco, dirigiendo sobre el pueblo una lluvia de balas, y disparando sin cesar desde las 9 del domingo por la mañana, hasta cerca del atardecer del mismo día.
Antes de que comenzara el fuego, las autoridades civiles y militares advirtieron ala ciudadanía que debían retirarse a prudente distancia. Mr. Jacob Prudot, de Trujillo, era entonces el magistrado jefe de la isla. El capitán Landa comandaba las tropas. Ambos caballeros se condujeron en forma digna y encomiable durante la refriega:
Atacando sus órdenes, rápidamente pusimos nuestras familias en los botes y los llevamos al extremo opuesto del pueblo. Bien recuerdo que, en nuestra precipitada fuga, la estimada señora “Abuela Cooper”, chapaleaba en el agua sin que nadie lo socorriese. Me apresure a cogerla y la subí a mi lancha, llevándola a salvo a la pequeña goleta donde había puesto a mi esposa y mi niño. Las lluvias que se soltaron esa noche, aumentaron grandemente nuestras incomodidades.
Ni un solo tiro se disparo desde el barco hasta que sus oficiales se hubieron asegurado de que la población civil estaba a salvo. Hasta entonces se abrió el fuego, y una tormenta de plomo perforo nuestros dulces hogares.
Dos escuadrones de soldados hondureños estaban por esa época estacionados en la isla, en un total de 120 hombres. Militares y civiles se portaron noblemente. Repelieron con bravura el ataque lo mas que pudieron, protegiéndose detrás de las casas, etc., pero frecuentemente se expusieron de frente al peligro. El viejo cañón situado en el muelle, era cargado por soldados experimentados, y se disparo con frecuencia durante el día.
Un grupo de hombres del barco intento varias veces desembarcar, pero los soldados, siempre alerta, se lo impedían. Los hombres del Capitán Landa eran muy disciplinados, y todos merecieron un profundo respeto por la valentía demostrada en esta ocasión inolvidable.
Por supuesto, el culto público no pudo realizarse aquel terrible día. Pero seguramente muchos corazones elevaron en silencio sus oraciones al Altísimo y, ¡Bendito sea su nombre!, el no nos abandono, soportamos pacientemente las experiencias, que duraron varios días. Forzados a abandonar nuestros hogares, cortos de provisiones; acampando en chozas construidas con tosquedad y rapidez, pasando noches de desvelo con bandadas de mosquitos a nuestro alrededor, las incomodidades eran aumentadas por las constantes lluvias. Nuestras esposas y mujeres temían, pero no se quejaban y nuestros hijos nos preguntaban muchas cosas poco envidiable era aquella situación.
¡Que tiempos aquellos ‘Podríamos intentar describir la excitación, el pánico, los sufrimientos de la población, los temores de muchos; pero ¿Quién podría añadirle justicia al tema?
Sin embargo, habiendo al menos probado los espantosos horrores de la guerra, podemos simpatizar con aquellos que sufren al tener al enemigo acuartelado a su alrededor.
Para ellos, el llamado de la corneta, el redoble del tambor, la marcha de la infantería, el reporte de la mosquetería y el estadillo del cañón, significan todo, excepto paz y comodidad.
Pero con el tiempo el fuego ceso. El barco partió y la tranquilidad reino nuevamente. Unos días después dejo de llover y el sol apareció en su gloria tropical. Entonces las autoridades nos permitieron retornar a nuestras casas. Y la batalla de Utila con el sufrimiento de los pobladores, quedaron en el pasado.
Capitulo X
Presidentes visitan la isla.
En los últimos años Utila ha sido visitada por tres Presidentes. Los isleños, apreciaron altamente este honor, organizaron una entusiasta bienvenida en cada ocasión, e hicieron lo máximo para entretener a estos visitantes, quienes venían a inspeccionar esta parte del dominio que gobernaban.
El General Brogan vino primero. El navego en el yate de vapor hondureño “General Morazán”, llegando aquí en Junio de 1886.
Antes de su venida, había enviado una nota pidiendo que no se realizara ningún recibimiento público a su llegada. De acuerdo a su petición, se hizo una recepción intima, pero cordial y llena de simpatía. Pero era notorio que los isleños estaban de fiesta: las tiendas estaban cerradas; las calles y edificios estaban engalanadas con palmas y flores; los fuegos artificiales resonaban en las calles, y, ocasionalmente, sonaba el estallido de un cañón en honor del Presidente. Un grupo de ciudadanos respetables había sido designado para recibir al Presidente y su comitiva, y llevarlos a tierra. El estaba desayunando cuando llegamos al barco. Mas tarde vino a cubierta a darnos la mano, y después de una corta conversación, nos hizo saber que estaba listo para ir a tierra. Eran como las once de la mañana cuando desembarcaron. Fueron recibidos en la casa del Capitán Woodville y su amable familia.
La gente vestía sus mejores galas, y muchos fueron invitados a saludar al Presidente. El, cordialmente les dio la mano y hablo con ellos. Se hizo todo lo posible, dentro de las circunstancias, para demostrar reverencia al Jefe del Ejecutivo de la Republica.
Ya por la tarde, una delegación de ciudadanos influyentes llego a la isla desde Trujillo. Vinieron en el vapor “S. Otery”, bajo el comando del General Henry Pizzati. El Doctor Matute, quien encabezaba la delegación, invito al Presidente a visitar Trujillo, mediante un elocuente y efectivo discurso. El General Pizzati también lo invito a utilizar los servicios de su rápido y cómodo barco para el resto de su viaje.
Pizzati había venido desde Trujillo expresamente a recibir a su excelencia en este lugar.
El General Bogran, utilizando las palabras correctas, acepto ambas invitaciones y, el y su comitiva, partieron hacia Roatan y Trujillo esa misma noche.
El Doctor Don Policarpo Bonilla fue el siguiente en venir, realizo una extensa gira a través del país, llegando aquí por la mañana, un domingo de 1897.
Amplios preparativos se habían hecho para recibirle, y buen numero de personas, hombre, mujeres y niños, con sus trajes domingueros, le esperaban en el lugar de desembarque, para recibirlo y saludarlo. Las banderas flameaban y los cañón retumbaba. Los niños de la escuela cantaban; todo el mundo aplaudía y daba la bienvenida al Presidente de nuestro país.
Una hilera de bellos botes, arreglados especialmente para el servicio del Presidente y su comitiva, conducidos por remeros bien entrenados, fue puesta a su disposición.
Cuando salio del barco, un cañonazo se disparo a bordo, y una banda rompió con su alegre música. Cuando bajo otro cañonazo le saludo en la costa y continuo varias veces durante el día.
El Honorable Señor Eugene Jarnigan, Cónsul de los Estados Unidos, se mantuvo en la delantera del grupo de prominentes ciudadanos isleños, al recibir y saludar al Presidente.
Sobre el muelle, preparado para recibir al Presidente, se erigió un barco de madera en el que aparecía escrita, en español, la palabra: “Bienvenido”. La calle principal se adorno con arcos de palmeras y flores.
En la casa arreglada para su alojamiento – la vivienda del señor Carrol Thompson- las demás tocaban el piano a intervalos; algunas de ellas cantaban alegremente. Nada se escatimo para hacer agradable y amena la estadía del Presidente y los otros personajes que le acompañaban.
Habiendo pasado un día grato, el Presidente y su comitiva salieron hacia otros lugares esa misma noche. Regresaron el viernes 1º. De octubre. En esta ocasión se dio un gran baile en su honor. Esa tarde la pequeña Ada Howell regalo al Presidente un plato de cristal lleno de hermosas conchas de coral blanca del mar. El Doctor Bonilla agradeció este amable gesto, tomando a la niña entre sus brazos.
El baile termino a las 3 de la mañana siguiente, y la comitiva salio en el barco “Rover”, bajo el mando del cortes Capitán Reed.
El último visitante distinguido fue el General Terencio Sierra. Venia acompañado de su simpática esposa y linda hija, y también por un grupo grande de militares y civiles, entre los cuales se encontraba el General Manuel Bonilla. Venían también el mayor Burke, el Señor Altschul, el señor Inés Navarro, brillante escritor de la prensa nacional, y muchos otros. Esta comitiva llego el 17 de agosto de 1901, a bordo del guardacostas hondureño “Tatumbla”.
Las autoridades municipales y todos los habitantes unieron sus esfuerzos para brindarles la mas cordial recepción. Y, para esto, los isleños fueron apoyados por un grupo de ricos beliceños que habían llegado a Utila a bordo del yate “Teresa” con el fin de conocer al Presidente hondureño.
Este grupo estaba conformado por el señor Maitland, Cónsul de Honduras en Belice; el señor Walshe, Gerente de la United Fruit Co’s S. S. Line; su elegante esposa, y otros, damas y caballeros.
Con respecto a esta recepción, he traducido el siguiente corto párrafo de una publicación hecha en “El Pabellón de Honduras”: “El Tatumbla arribo al puerto de Utila cerca del mediodía. El pueblo entero se encuentra de fiesta esperando al Presidente. Tan pronto como el Tatumbla anclo y sonó su silbido, los botes de la costa fueron enviados para llevarnos al lugar de desembarco. Primero, como era lo correcto, vino el bote que llevara al Presidente y a su familia. Este tenia asientos muy cómodos, un elegante toldo, y un grupo de elegantes y amables remeros. Al llegar al pequeño muelle nos encontramos con hombres de mejilla sonrosadas, largas barbas blancas, ojos azules, de aspecto grave pero agradable, de costumbres sencillas pero correctas, bien y limpiamente vestidos, alternando el ingles y el español; y grupos de mujeres rubias, de bonita figura, amigables, vestidas elegantemente, bellas –muy bellas- limpias física y espiritualmente, algunas usando con soltura los dos idiomas; y una multitud de niños y niñas blancas como la flor del lirio, tan sonrosados como el castaño, alineados en filas a ambos lados de la calle, ondeando banderas, cantando, sonriendo y brillando como una aurora en abril. Nosotros pensamos, y así será, que estábamos entre gente civilizada de otra raza, pero asimilada a Honduras por intereses y convicciones comunes.
Después de la espléndida recepción, un desayuno agradable y variado fue servido”.
El baile que se dio esa noche en honro del Presidente resulto todo un éxito.
Al día siguiente, en una reunión publica, uno de los ciudadanos leyó una petición firmada por todos los isleños, rogando se le concediese tener un Puerto Libre en Utila.
El Presidente no desalentó sus esperanzas, pero les hizo saber que estaba en la potestad del Congreso una decisión final, y con gracia recomendó que la petición le fuese remitida a Tegucigalpa.
Los peticionarios aun no han realizado su deseo, pero “El Pabellón de Honduras” los anima a no perder las esperanzas. Este dice: “Tarde o temprano el puerto libre de Utila será una realidad”.
La necesidad de un puerto libre, o de, al menos, un puerto con tarifas bajas, ha sido un tema que produce agitación entre la gente. Tiene sus defensores y sus opositores. Generalmente se admite que, por muchas razones, algunas ya mencionadas en la petición, Utila es el mejor sitio de Islas de la Bahía para el establecimiento de un puerto libre.
Los modales del general Sierra fueron los mas corteses y afables. Hablando en ingles, dirigió la conversación con destreza, facilitando el entendimiento a aquellos que no estaban familiarizados con el español.
Al caer la noche, el Presidente y su comitiva se embarcaron para iniciar su retorno a Puerto Cortes, y luego a la Capital. Y nuestros ciudadanos, gozosos del honor de haber hablado frente a frente con el máximo ejecutivo de nuestro hermoso país, regresaron a sus hogares a meditar sobre las emocionantes experiencias vividas en los dos últimos días.
Capitulo XI
El negocio bananero – Una prosperidad para Utila.
La empresa bananera fue la palanca que elevo a la población de Utila en sus negocios temporales. Hasta esta fecha el principal trafico había sido el comercio del coco, y su aceite, que se realizaba con Belice.
El cultivo del banano prometía convertirse en la industria mas lucrativa.
Algunos de los pobladores plantaron pequeñas parcelas de tierra con banano y retoñas de plátano. La tierra dio buenos frutos, representados en grandes racimos de sabrosa fruta, y el negocio fue lucrativo.
Este fruto se dio rápido, usualmente 11 o 12 meses después de haber plantado los retoños, y ya la fruta podía ser embarcada. Después la planta continua dando frutos, sin requerir el trabajo y gasto de replantarla.
Los gastos para el cultivo eran pocos, y el precio de la fruta, alentador. Los precios oscilaban entre cincuenta centavos y un dólar por racimo.
Al principio la calidad de la fruta de Utila no era lo suficiente buena para atraer los barcos fruteros.
Los plantadores se vieron obligados a llevar la fruta en barcos pequeños a Roatan, para venderla a las goletas que estaban cargando allí.
Pero los primeros pobladores de Utila fueron hombres de energía y resolución y bien capacitados para forjar una nueva nación. Trabajaron con determinación; limpiaron la tierra, plantaron mas retoños, y en corto tiempo Dios les recompenso con mayores frutos. Esta abundancia del sabroso fruto llamo finalmente la atención a los compradores de fruta, y rápidamente nuestra gente tuvo la satisfacción de ver la goletas solicitando el oro verde.
Este fue tiempo de prosperidad para Utila, y los habitantes disfrutaron la época como algo mágico. Todos tenían cosas en abundancia. Se decía que el dinero brotaba de la tierra, y en vez de decir: “Tierra de leche y dinero”.
Una corriente de prosperidad llego como consecuencia natural, y también la demanda de mayores comodidades y progresos. La gente construía sus casas en las lomas. Luego, muchos lotes fueron abarrotados al mar, rellenando las orillas, para construir allí también.
Las casas de troncos con techo de paja desaparecieron, siendo substituidas por bellas construcciones de madera extranjera de pino, cómodamente amuebladas. Vagones carretas fueron importados para transportar la fruta desde las plantaciones.
Los comerciantes obtenían grandes ganancias, que eran pródigamente distribuidas.
Precios casi fabulosos fueron obtenidos por los comerciantes de Nueva Orleáns. Ciertamente, muchos se hicieron ricos.
El crecimiento del comercio del banano por estos lados es casi fenomenal. Después de exportar unos cuantos sienes de racimo, los cargamentos llegaron a varios miles por semana, en lugar d barcos pequeños como cargadores, grandes y veloces vapores aparecieron solicitando la fruta.
En la primavera de 1876 el Autor de este libro se encontraba en New Orleáns, de compras. Muchas goletas cargados con banana se encontraban a la espera en los muelles. El numero de racimo parecía muy grande, y los comerciantes de fruta estaban felices, porque las grandes importaciones de banano le significaban una cosecha de oro.
El Señor M. Machecca, quien después se convirtió en Presidente de la firma Machecca Bros., me dijo: “El negocio del banano esta ahora en su infancia. No esta lejano el día en que grandes barcos transportaran bananos a Nueva Orleáns, y la cantidad actual, grande como parece, será insignificante y completamente insuficiente para satisfacer la demanda”.
Su profecía ha sido cumplida. Desde hace muchos años su firma ha poseído una línea de barcos de vapor que han transportado banano a Nueva Orleáns desde la Honduras Británica y otras partes.
El Señor Oteri, un comerciante de fruta altamente respetado en Nueva Orleáns, fue el primero en enviar un barco de vapor al negocio bananero. Este vapor se llamaba E. B. Ward, Jr. Después agrego otros vapores a la “Oteri Pioneer Line”. El E. B. Ward, Jr. Realizo muchos viajes de éxito, pero al final se hundió en el mar mientras transportaba una carga de fruta hacia Nueva Orleáns, y todos los que estaban a bordo perecieron.
En este tiempo la gente del continente cultivaba en gran escala. Los barcos de vapor llegaban allá por sus cargas, y la venta de banano en la isla decayó. Se realizaba solamente durante tres meses en el año, de Abril a Junio. Los cultivadores de la isla, insatisfechos, declararon que la venta de fruta en tan corto periodo no daba para cubrir los gastos de cultivo. Así que dejaron en abandono las plantaciones.
Termino la prosperidad. En los últimos 3 o 4 años muchas personas han puesto de nuevo su atención en el cultivo del plátano, y, para la época en que se escribió este libro (1900), una buena porción de la isla esta siendo cultivada, y produce excelente fruto. En este año, 659, 850 plátanos han sido exportados.
Pero, para revisar nuestros adelantos, debo decir que Utila alcanzo la cúspide de su prosperidad como puerto frutero, en 1876. la siguiente tabla muestra las cantidades de frutas exportadas durante ese año:
Exportaciones 1876
Racimos Plátanos Cocos Limas Mangos Naranjas Piñas Toronjas
Bananos
52,926 753,000 1,073,100 86 Bbls. 15 Bbls. 13,700 55 docs. 2Bbls.
Mas del numero de racimos de banano que muestra la tabla se exporta ahora, anualmente, desde el continente.
Durante ese periodo de prosperidad, que se extendió por muchos años, nuestro panorama fue frecuentemente adornado por pequeñas flotas de goletas, algunas del Norte, principalmente de Pórtland. Las elegantes goletas de pesca: Lady Woodbury, J. G. Craig, S. S. Day, y otras, vinieron a hacer comercio, trayendo cargas de mercancía y maderaje, los cuales eran vendidos rápidamente entre los isleños. Los bienes se daban a cambio de frutas y cocos, o por dinero, según fuera el deseo del comprador.
En esos días tranquilos las goletas del Norte llegaban aquí en Enero y parían con su ultima carga de fruta, generalmente hacia Nueva York, en Junio. Así que la estaciona de fruta duraba de cinco a seis meses. Pero las goletas fruteras regulares de nueva Orleáns, como Helena, Whipple, Lily of the Valley, Jennie Wood, y muchas otras, continuaban con el comercio durante todo el año, excepto en los calmados y calientes meses de Julio y agosto.
En Utila hay como cuatro variedades de banano. Estas son: la roja, el loro, el manzano, y el francés, por supuesto, los plátanos no están incluidos en esta lista.
El rojo crece enormemente, y da pesados racimos. Se ha dicho que esta variedad cansa la tierra mucho mas rápidamente que las otras.
El loro no se cultiva, crece muy pequeño para merecer atención.
De la variedad “manzano” hay pocas plantas en la isla. No ha sido cultivado con fines de exportación. Se dice que cuando esta fruta empieza a madurar y se hornea con jalea, su sabor se asemeja a la manzana. De aquí su nombre.
La variedad conocida como banano francés es la que conforma la materia prima de consumo – el banano comercial. Es una fruta deliciosa y nutritiva. Los racimos crecen grandes y, en una tierra fértil, como la del continente, se seguirá produciendo.
Me imagino que el nombre de esta ultima variedad es a la que se refiere el Dr. R. D. Mussey M. D., en su libro: “Salud, sus amigos y adversarios”, en el cual, apoyando su argumento a favor de la “Economía del alimento vegetal”, escribe lo siguiente, lo que es un trozo sacado de la Enciclopedia Británica: El banano, que florece en una temperatura media de 75 grados Fahrenheit, produce mas substancias nutritivas que cualquiera otra planta, en menos espacio. Humbolt estima que un acre de tierra cultivada con banano es suficiente para sostener a cincuenta hombres, mientras que la misma extensión cultivada con trigo, sostendría escasamente las necesidades de tres.”
Capitulo XII
Navegando en Bote.
El navegador en bote es un recurso fructuoso de ingresos para muchos isleños. Casi todo el comercio costero de esta parte de la Republica, es manejado por los marinos en sus pequeñas y bien equilibradas goletas. Por lo tanto, este factor importante en la vida de Utila.
Esta industria ha ido a la par de otros progresos obtenidos. Hace 35 años botes abiertos de 4 o 5 toneladas, con dos o tres excepciones, servían para nuestro propósito. Aun algunas canoas o “naves caribeñas” fueron empleadas para el comercio con tierra firme y otras islas. De estos últimos recuerdo:”Crucero”, “Paso Rápido”, “Culebra de Cascabel”, y otros.
Pero, para el crecimiento del comercio allí, vino una demanda de grandes navíos y, en respuesta, pronto hubo una flota de bien cuidados barcos, parecidos a yates, que captaban desde seis hasta cincuenta toneladas de carga. Realmente seria muy difícil encontrar un grupo de botes tan buenos como estos. Son manejados por expertos marinos, que saben bien lo que hacen.
Hace unos pocos años la flota incluía cinco barcos de sesenta a ciento once toneladas de capacidad. Ellos eran: Storm King, Royalist, Clara L. Dyer, y F. B. Hiller. Se empleaban en el comercio de fruta entre Nueva Orleáns y este lugar. Los dos últimos eran propiedad de D. Warren & Co., y los otros de H. St. Martín, R. Woodville & Co., y R. H. Rose & Co.
El Storm king se hundió en el arrecife coralino “Gloria”, cerca de las costas de Honduras Británica. Los otros fueron vendidos.
El extraordinario desarrollo de la industria bananera en tierra firme de Honduras, tuvo sus comienzos a través de nuestros pequeños botes y sus intrépidas tripulaciones.
La frecuente llegada de botes, los precios magníficos del producto y el trato justo ofrecido por los transportistas en general, alentó a los nativos a sembrar la fruta en pequeña escala; después, a ensanchar los cultivos. Esto impulso el poblamiento de la costa, y así estas regiones llegaron a ser prominentes centros de producción bananera.
Era costumbre entonces que los botes recogieron toda la fruta a lo largo de la costa, y la entregaran a bordo de veleros o vapores que cargaban en el puerto, tranquilo como un estanque. Pero desde entonces se han operado grandes cambios, pues, exceptuando la temporada de los cocos, los vapores entran raramente a nuestro puerto a tomar carga. Y las razones son obvias.
En esos días la mayor parte de la costa continental, de Trujillo a Puerto Cortes, estaba poblada solamente por trechos, de los cuales Balfate, La Ceiba y Tela eran los mayores. Algunas de estas pequeñas aldeas se han convertido en pueblos y puertos importantes, prósperos y populosos. La gente del interior de Honduras y muchos extranjeros, se sentían atraídos hacia esta floreciente región. La población de La Ceiba iguala hoy a la de Trujillo.
Para el tiempo de que hablamos, un bote que cargaba, digamos, trescientos racimos de banano, estaba obligado a visitar cuatro o cinco distintos lugares para completar su carga. Recuerdo una ocasión en que el pequeño bote “Serpiente”, que tenia esa capacidad, compro fruta en Bonito, Congreal, Piedra Pintada y Sambo Creek, yendo de un pueblo al otro, sin poder llenar la capacidad requerida.
Pero, ¡Como cambiaron las cosas desde entonces! +
Recuerdos vividos de esos días languidecen en mi memoria.
La pequeña flota a veces zarpaba simultáneamente de la isla, de manera que solíamos disfrutar cuando competían los botes unos con otros. Cada Capitán se esforzaba por alcanzar la mayor velocidad, y este empeño era generalmente compartido por cada persona de a bordo.
Hace años leí una historia humorística en un diario americano. Como yo la recuerdo, es así:
Una dama que tenia que llevar un tocino al mercado de una gran ciudad, fleto su producto y tomo un pasaje en un bote. Como era miedosa, pidió al Capitán que viajara a velocidad moderna. Durante el viaje, sin embargo, se encontraron a otro vapor que iba en igual dirección, y comenzaron una frenética competencia. Nuestra heroína olvido todos sus temores, llenándose de la excitación general que había a bordo.
Por un rato los dos botes corrieron casi al par y la emoción fue máxima; pero luego se vio que el otro empezó a ganar terreno, y pronto fue evidente que se perdiera la competencia.
¡Capitán! – grito la dama- ¿por qué no le da mas velocidad? El contesto:
- He estado corriendo al máximo, pero se nos acaba el combustible si continuamos así. Tenemos que reducir la velocidad.
- ¿Cree usted que puede usarse el tocino? – pregunto ella.
- ¡Claro que si –dijo el- , el tocino es buen combustible!
- Entonces, clamo desesperada la dama, queme mi tocino. ¡Queme mi tocino, Capitán, pero no permita que nos gane ese barco’.
+ El periódico “El Pueblo”, de La Ceiba, el 3 de Abril de 1904, afirma que 2,070,359 racimos de banano fueron exportados en el Departamento de Atlántida de Enero a Diciembre 31 de 1903.
Sea el cuento falso o verdadero, nos muestra muy bien hasta donde puede llevarnos la excitación en una competencia de botes. Y también nos da la idea del sacrificio o el riesgo que se es capaz de afrontar para ganar, o tan solo para mantener un empate con el contendiente.
Bien, nosotros mismos a menudo hubimos de competir con otros al navegar por las aguas en que el inmortal Colon buscaba un pasaje al Oriente, en las que los indios de estas islas remaban hasta tierra firme y regresaban; en las que los atrevidos piratas persiguieron a los galeones españoles que iban hacia España cargados de tesoros o, quizás, habiéndolos capturado, remolcaron las muy codiciadas presas hacia escondidos puertos, donde las despojaron de su precisa carga.
Al llegar a nuestro destino anclaríamos los botes y nos prepararíamos para bajar. Con un mar suave, usualmente llegamos a la playa con los pies secos y sin experimentar nada notable. Pero si, por alguna casualidad, nos encontrábamos con una ola de gran tamaño, nos dejamos llevar por ella hasta que llegara el momento de volver a tomar los remos, y así llegamos a la playa, ya fuera mojados... o zozobrados.
Los nativos de Honduras – los veo ahora en mi imaginación- se encontraban en la playa listos para recibirnos. Con ojos brillantes, contentos de nuestra llegada, nos saludaban y daban la bienvenida. Ambas partes hacíamos preguntas relativas al negocio que nos traía. ¿Cuándo cargaran? ¿qué precio pagaran por racimo?, y otras preguntas pertinentes que recibían adecuada respuesta.
Algunas veces todos los botes regresaban cargados. En tal caso, los Capitanes mostraban rostro alegre, cruzado de sonrisas, y en su mente ya se veían recibiendo los rollos de billetes con el águila americana dibujada con vivos colores. Pienso que no podía haber una junta de banqueros mas felices que estos.
Nuestros botes han contribuido a que Utila se haya convertido en un importante puerto de cocos. Ellos acumulan cocos en todas partes de la costa, y en los cayos, donde los almacenan en casas construidas sobre polines en el mar.
Como todas las localidades insulares, Utila ha sufrido desastres marino. Por supuesto que, relativamente, podrían cuantificarse en poca cosa; pero, para nosotros, han sido graves. Han causado daños que todavía no sanan, y han quedado cicatrices que no pueden ser removidas.
El pobre hombre de la parábola de Nathan sintió un dolor tan grande al perder su oveja, como el de un rico al perder su fortuna. Algo así ha sucedido con nosotros.
Deseo mencionar solamente dos o tres de nuestras perdidas:
La goleta R. E. Hill era fuerte, cómoda, marinera; un pequeño barco de diez y seis toneladas de capacidad, medida inglesa. Fue construida en Utila, su propietario era George Hill. Tenia mas o menos seis años de servicio cuando zarpo de este puerto en su ultimo viaje.
Dos de los hijos del Señor Hill, Levi y Rowland, y un joven llamado Apollos James, quien había contraído matrimonio días antes, conformaban la tripulación.
Fueron a Balfate en busca de banano, pero nada hallaron. Determinaron regresar a Utila. Los jóvenes se precipitaron en darse a la vela, hundiéndose en el mar y pereciendo toda alma que allí viajaba. Esto fue el 12 de agosto de 1885.
El día estaba claro y soplaba fuerte brisa marina. Se ha conjeturado que los jóvenes presionaron demasiado al navío, con mucho trapo, dando lugar a que una ola lo volcara. Estaban ansiosos, quizá, por llegar al hogar antes que anocheciera, y nunca pensaron que era peligroso desplegar todas las velas sin un viento favorable.
Remos, toneles y otros enseres livianos flotaron hasta la isla y fueron recogidos en la costa. La perdida causo un terrible golpe, no solamente para la familia Hill y la joven viuda de Apollos, sino para toda la comunidad, que apreciaba altamente a los desaparecidos. La perdida de sus hijos precipito hacia el fin las vidas del Sr. Hill y su esposa.
¡Pobres seres! Su noble y fornido hijo, Richard, había muerto poco antes, a consecuencia de los golpes que sufrió al caer desde el puente al fondo, de una de las mas grandes goletas bananeras que viajan a New Orleáns.
Poco después del naufragio de la R. E. Hill, la isla fue de nuevo enlutada por la perdida de otro barco y su tripulación. La goleta francés fue cargada con casi treinta y tres toneladas. Había sido construida en los Cayos de Utila por Darle Thompson y otros, y tenia un año escasamente de vida cuando naufrago.
Por la tarde del 28 de febrero de 1887 la Francés, cargando mil racimos de banano, se hallaba en la caleta de Tela. No había avanzado mucho cuando un fuerte norte la doblego, tratando de virar a barlovento para alcanzar el abrigo de Puerto Sal. Esto obligo al Capitán a volver la espalda a Tela, largando el ancla a las nueve de la noche.
Hoy Tela es abierto a los nortes y es lugar peligroso para pequeños veleros que intentan botar anclas durante estas tormentas.
El viento arrecio y el mar azotaba con grandes montañas de espuma contra la goleta. A las tres de la mañana volcó en sus amarras y los hombres se hallaron a merced de las olas, que los llevaban de acá para allá.
Muy pronto la cabina se desgarro en los rompientes y quedo a la deriva con todo y el Capitán, Henry Jackson. El se cogió de las tablas y logro alcanzar la costa, casi exhausto. El océano repetidas veces lo arrastro al agua, y el luchaba por volver. Casi perdía sus esperanzas de alcanzar la tierra. Finalmente, una ola lo levanto, lanzándolo sobre la playa. Estaba amaneciendo un nuevo día.
Pidiendo auxilio a gritos logro ser oído por unos morenos que vinieron a socorrerle. Ellos le llevaron al otro lado del rió, a una de sus casas, donde permaneció hasta que pudo volver a su hogar.
Había cuatro personas a bordo del Francés. Tres de ellos hallaron su tumba en el agua; incluso sus cuerpos nunca fueron vistos después. Ellos eran: el hijo, el hermano y el cuñado del Capitán. Los dos últimos dejaron una viuda y muchos hijos llorándolos. El hijo del Capitán no era mas que un mozalbete, el mas joven y consentido de la familia. Su madre llora cuando piensa en su perdida inesperada. Era su preferido.
Algunas de las circunstancias en relación con la perdida del siguiente bote permanecen frescas en mi memoria. En el orden cronológico, este desastre antecedió a los otros.
Andrew Heusen, un honrado y prospero alemán, poseía un pequeño bote abierto. También era el afortunado propietario de una granja en la isla, y vivía feliz con su esposa e hijos.
Un fuerte huracán azoto esta área el 27 de septiembre de 1877. Las plantaciones fueron arrasadas y los cocotales dañados seriamente. Muchos barcos naufragaron. Ese día, Heusen, quien venia solo en su nave procedente de tierra firme, con una carga de fruta, se perdió en las profundidades. El mismo huracán destrozo muchas naves estacionadas en la isla Gran Cayman, y cerca de setenta de sus intrépidos marinos hallaron su tumba en el mar.
Yo viajaba en la goleta Beware durante ese temporal. Fue horrible para nosotros. El viento soplaba con fuerza alarmante, estrellándose con espantoso arrebato contra nuestra frágil embarcación, que era a la vez golpeada por las olas y lanzada como si fuera una astilla.
Como este tranquilo se mantuvo erguido, es una maravilla. Como no fue engullido por las espantosas y rabiosas olas, es un misterio.
Nuestra liberación de los hambrientos elementos es atribuible solamente a la vigilante providencia de Dios. El barco había perdido el timón, pues desde el principio de la tormenta la clavija se quebró y nosotros halamos el timón hasta el puente.
Es cierto que hicimos todo lo que podíamos en aquellas circunstancias. Cortamos los mástiles y echamos una draga, pero esta pronto se rompió del cable, dejando al bote a merced de las gigantescas olas.
Pero cuando ya todo se ha hecho... ¿qué sacrificio, que recurso nos queda?. Nos pusimos bajo el cuidado y protección de Dios. Y el no miro nuestros pecados sino nuestra fe. Y nos salvo. Al momento cedió el viento; y el mar, apaciguado, recobro la calma y serenidad. Fuimos bendecidos con un terso mar, un día claro y el mejor de los tiempos.
Fracasando en nuestros intentos por aparejar la goleta, la abandonamos. Subimos al bote salvavidas y remamos hacia el continente, que estaba a una diez y ocho millas. Desembarcamos en Sagrelio, y los caribes del lugar nos brindaron no pocas atenciones. Después de algunas días volvimos a casa en una nave caribe.
Mi familia, que estaba hondamente preocupada por mi seguridad, me recibió con alborozo esa noche. Al día siguiente la querida anciana, Tía Betsy Wilder, me abrazo e hizo patente su gozo por mi retorno a salvo, tal como se trata a un pariente cercano, siendo yo solamente el marido de su sobrina. Indudablemente mi apurado escape de la fosa pareció ahondar mis amistades en todas partes, y durante un tiempo fui, en cierto grado, aclamado por los vecinos, quienes me hacían repetir una y otra vez el relato del escabroso viaje.
Aunque no lo crean Uds., al completarse un mes de esta terrible prueba, el Beware, llevado por el viento, pasando en medio de multitud de escollos y arrecifes bajos, regreso a nuestra costa, tal como yo lo había dejado. El Capitán Dimon lo condujo al ancladero. Pronto fue reparado y reintegrado al trabajo. ¡Así, a veces, la realidad es mas extraña que la ficción!.
Capitulo XIII
La Epidemia de Viruela en la Isla.
Te adoramos, nombre eterno,
y humildemente te confesamos.
Cuan débil es nuestra carne;
somos mortales gusanos.
Los peligros nos acechan,
nos empujan a la tumba.
La enfermedad nos ataca
y precipita nuestro fin.
¡Gran Dios: En que débiles hilos
cuelgan las cosas eternas,
la eterna condición humana,
de delicadas amarras!.
En el año 1891 un manto de desastre y melancolía amortajo nuestra isla amada. La espantosa viruela llego a algunos hogares de los Cayos, trayendo la muerte en su huella. Los valientes nos acobardamos. Los orgullosos se humillaron ante la muerte y pestilencia sembrada por el mensajero de Dios. Me siento incapaz de describir este terrible lapso de sombra en la historia de Utila.
Los registros están llenos de interés tanto como de tristeza. Existe gran cantidad de información sobre el caso, y resulta difícil resumirla de manera apropiada. Confieso que toco el tema con mucha modestia.
Algunos habitantes de Los Cayos tenían plantaciones en Cuera, en el continente. Ellos iban allá semanalmente o en cualquier oportunidad que se les presentara, para vender su fruta.
Sucede que la epidemia de viruela broto en Cuera en 1891. era de tipo benigno, y la gente la llamo epidemia suave. Los pacientes se recuperaron pronto. Nadie murió. Por eso los habitantes de Los Cayos pensaron que no había peligro, y continuaron yendo y viniendo sin temor.
El comercio era fuerte. Los hombres eran diligentes en asunto de negocios. Iban a Cuera en los primeros días de junio, cortaban y embarcaban la fruta y entonces regresaban a sus hogares.
Antes de abandonar Cuera, sin embargo, algunos de ellos yuvieron oportunidad de ver a un enfermo que estaba en condiciones lamentables. Los hombres de Los Cayos, al verlo, supieron al instante que la enfermedad era la viruela. Ninguno de ellos había visto antes a los pacientes con viruela. Tuvieron que salir de Cuera inmediatamente. Uno de ellos ya tenia alta fiebre. este era Daniel Howell. Los otros salieron de Cuera el sábado 13 de junio. Al llegar a Los Cayos se fueron para sus casas esa misma noche. Daniel Howell se quedo en Cuera hasta el lunes 15 de junio, por la mañana. Con el se hallaba su hijo, Edwin, un adolescente de 17 años. Salieron de Cuera a las seis de la mañana en una canoa de remos, sin techo.
Era un día tranquilo. Calma vidriada, y el sol era abrasador. La fiebre de Daniel aumento, y Edwin se vio forzado a remar las 18 millas del viaje.
Vale la pena recalcar que tanto Daniel como su hijo Edwin probaron ser héroes en ese viaje desde la costa. El primero por la casi increíble negación de si mismo, y el ultimo por su maravillosa resistencia. El caso sucedió de la siguiente manera:
Ellos solo llevaban un pequeño cántaro con agua, algo totalmente insuficiente bajo las circunstancias en que viajaban. Con ese calor tropical, el sudor producido por el ejercicio, Edwin no podía seguir remando sin una cantidad razonable de agua. Su padre, al comprender esto, solamente mojaba sus labios tostados con gotas de agua, aun cuando sufría de una fiebre ardiente que se intensifica grandemente con el sol.
Pero aun con suficiente agua y con un día cálido, el trabajo de remar una canoa de buen tamaño a lo largo de 18 millas, es muy pesado para un hombre sano y fuerte, no digamos para adolescente. Su padre estaba agonizando. Todo dependía de la fuerza y perseverancia de Edwin. El parecía saberlo. Cada movimiento del remo lo acercaba mas a su meta. Así que remo y remo, y triunfo. Lector, ¿No es este un acto heroico?.
Después de un largo y cansado viaje, llegaron a Los Cayos como a las 4 o 5 de la tarde del mismo día. El hombre enfermo no permitió que lo llevaran a ninguno de Los Cayos que estaban habitados. Hizo que Edwin lo dejara en el cayo Jack O’Neil. Allí había una casa solitaria – la primera residencia del señor Henry Cooper. Fue dejado en esa casa, y se notifico a su esposa. Esta, inmediatamente llego para atenderlo. El le mostró las ampollas que ya la habían comenzado a salir en el cuerpo. Pero ella no creía que fuese viruela.
Al día siguiente por la mañana ella lo mando a llevar a su casa, en otro de los cayos. La enfermedad progreso rápidamente hacia una conclusión fatal. Ella siguió cuidándolo fielmente hasta el viernes por la mañana, en que la Municipalidad (Consejo de la salud), ordeno que lo devolvieran al cayo Jack O’Neil. Sus dos hijos, Herbert y Edwin, estuvieron con el hasta su muerte. Daniel murió el sábado 20 de junio por la mañana. su hermano Damon también obro de manera noble, estuvo con el en su muerte. Daniel tuvo una muerte de justos; llevaba una vida cristiana.
Como antes mencione, los hombres regresaban de Cuera pensando que estaban libres de la epidemia, y fuera de peligro. Estos hombres eran: Elijah, Esau y Spurgeon Cooper, George y Augustus Dimon, Simeon Hill y Thomas Howell. Pero algunos de ellos ya estaban sentenciados. La viruela broto en Simon Hill el 22 de junio, y en su esposa, Prudence, el 8 de julio. George Dimon también se contagio. Fueron rápidamente movilizados de sus casas y puestos en rígida cuarentena. Dimon tuvo una enfermedad suave. Los otros la tuvieron en la peor forma imaginable. Prudence Hill sufrió una agonía incontable y murió el 19 de junio. Murió en Jesucristo. Había sido separada de sus hijos, uno de ellos un bebe; separada de sus padres y demás seres queridos; sin escuchar sus voces, sin una mujer a su lado para ayudarla en la condición tan deplorable y lastimera en que se encontraba; sin nadie para aliviarla. Cerca de ella estaba su esposo; pero el pobre se hallaba inútil y nauseabundo por su terrible enfermedad, y también necesitaba ayuda y comodidad.
George Dimon le brindo a la enfermedad la asistencia y comodidad que estaba a su alcance. La noticia de la muerte de su esposa llego a nosotros el domingo por la mañana. yo mire la canoa viniendo de Los Cayos. Llego hasta tocar la boya en el puerto, que era el lugar fijado para las canoas de Los Cayos. Un bote de la costa se le acerco para comunicarse, y regreso con la sentida noticia.
Yo espere frente a la residencia Woodville, con la Sra. Woodville, la señorita Carrie Warren y la señora Gabourels, hasta que el Capitán Woodville llego del muelle con la noticia.
Nunca podré olvidar el solemne momento cuando el Capitán Woodville dijo: “¡Prudence esta muerta!”.
Nuestras simpatías con los dolientes, incluyendo a Tío Jimmy y su esposa, los padres de la difunta, quienes habían sido avisados, fueron muy sinceras.
Nadie de aquí sabia como tratar la viruela. Pero había una mujer española viviendo en Roatan, quien sabia sobre el tratamiento. La Municipalidad aseguro a sus servicios. Ella vino y cuido a todos los enfermos fielmente, hasta que la enfermedad cedió. Entonces la señora regreso a Roatan, llevándose la gratitud de todos.
Tan pronto como se confirmo que la enfermedad era viruela, el Consejo de salud de Puerto Este puso en cuarentena Los Cayos y las partes infectadas de la costa. La gente de Los Cayos llevo sus provisiones desde Puerto Este, donde se les había separado un almacén bien provisto para que no les faltara nada, incluyendo las medicinas.
Puedo añadir que, aunque la gente de Puerto Este tomo todas las precauciones posibles para mantener la enfermedad fuera del pueblo, fueron considerados con sus vecinos y pacientes de Los Cayos, y los trataron con caridad cristiana y benevolencia.
Concluiré este capitulo atemorizador diciendo que la iglesia elevo sus manos a Dios implorando su piedad. Elevo su voz en humilde petición rogando al Señor del Cielo detener la terrible peste. El oyó nuestras suplicas. Sano la enfermedad, consoló los dolientes y nos envió nuevamente salud y tranquilidad.
¡ Bendigan nuestras almas al Señor ¡
Capitulo XIV
Generalidades.
Nuestra gente es moderada, tranquila y hospitalaria. La moralidad es excelente, aunque no perfecto. Su amor por la belleza se nota fácilmente en los suaves pero gustosos adornos que exhiben en sus casas, y en los bien cuidados jardines a su alrededor.
La gente ha establecido un standard de “excelencia ideal”, al cual aspira firmemente. Pero el modelo es cambiado con frecuencia, y elevado a un grado mayor, y, ¿quién, teniendo un ideal superior, estará satisfecho con el progreso actual? “Pliny nos informa” –dice F. F. French- “que Zeuxis, el artista eminente, pinto aun niño sosteniendo un plato lleno de uvas, tan naturales que los pájaros volaban cerca, intentando picotearlas. Zauxis, no obstante, estaba insatisfecho con la pintura, y dijo: Debí haber pintado mejor al niño, así los pájaros tendrían miedo de acercarse”. Por lo tanto podemos darnos cuenta de que siempre hay posibilidad de mejorar. Muchos de los lideres entre la gente han sido y son personas de energía, así como inteligentes y con buen sentido común. Y siempre apoyaron sinceramente el bienestar de las comunidades. El Señor Henry Cooper, quien todavía vive, es uno de ellos. El siempre iba adelante en todo lo que podía beneficiar a la isla, y ponía todo su corazón en hacer el bien. El le dio liberalmente a la iglesia; generosamente contribuyo al apoyo de la educación, a pesar de que no tenia hijos; y fue un fuerte defensor del buen orden y progreso, comenzando por dar el ejemplo. En el, un extraño, viudo y huérfano, se podía encontrar a un buen amigo. Y otros como el están también dando un fuerte empujón a la civilización de la isla.
También eminentes mujeres han vivido y muerto en la isla, y muchas almas nobles todavía siguen sus huellas.
Elizabeth Wilder –Tía Betsy- era una persona de quien cualquier familia justamente pudiera sentirse orgullosa. Era un alma bendita y, en la isla, un ejemplo de bondad. Ella fue la joven con quien el seor Warren contrajo matrimonio. después de muerto el señor Warren, ella se caso con el señor Wilder, quien era en esa época Director de la escuela diurna de la isla, o, mas bien, de Los Cayos, pues la gente no se había mudado a Puerto Este todavía.
Tía Betsy era simpática y dulce; todos la querían. Siempre tenia una palabra de valor, de animo, de auxilio y simpatía para aquellos que buscaban su consuelo. Al respecto, ella era algo así como las personas descritas por el señor Beecher como “las que van por la calle como una banda de música”, siempre dejándonos la alegría de haberlas conocido.
Frecuentemente las pequeñas bondades que cuestan al ejecutor tan solo un agradable esfuerzo, apenas notado por ellos mismos, se han adherido a nuestros recuerdos así como la hiedra se adhiere a las paredes, alegrándonos por toda la vida. Personas se han cruzado solo una vez en nuestro camino; pero en esa única vez han dejado en nuestro corazón una luz brillante que no ha sido opacada por nada. El encuentro ha tenido lugar en una calle, o al cruzar en un bote, o quizás en un comedor; pero fue suficiente, ha tenido el efecto de un poema de amor, de una fascinante pieza de música, o de una espléndida pintura, en nuestra vida.
Según mi conocimiento, la querida Tía Betsy jamás escribió un libro, no compuso un poema ni dirigió una congregación; pero su vida fue una epístola viviente. Ella vivió un sermón, lo cual fue mejor que predicarlo.
Su casa era un modelo de orden así como de comodidad. Ella le dio apropiada atención a pequeñas y grandes cosas. La economía era practicada alejando las penurias. Siempre se acordaba de dar limosna los domingos, y guardaba algo para las misiones extranjeras.
No es mi intención enumerar todas las buenas cualidades de la querida dama. Eso no se puede hacer en un espacio limitado. Ella era una sincera cristiana, eso lo dice todo.
Sus hijos son ejemplos vivientes de su genuino esfuerzo. Que los Warren de Utila son gente importante y favorecida actualmente, se debe en gran medida da a la vida, influencia y ejemplo de esta excelente y magnifica mujer. En una bonita piedra de mármol que ha sido puesta por sus hijos sobre su tumba, en el cementerio, podemos leer la siguiente inscripción y epitafio:
En memoria de
Elizabeth C. Wilder.
Nacida en las Islas Caimán
el 22 de enero de 1821,
Murió en Utila
el 29 de noviembre de 1890.
Duro solo un momento la tristeza;
entonces los ángeles tocaron a la puerta
y, silenciosamente, se llevaron
a nuestra querida madre
para habitar en la hermosa ribera.
La Tía Betsy tuvo 7 hijos, todos del señor Warren, 5 hijos y 2 hijas. Fannie, la hija mayor, se caso con el Capitán Robert Woodville, y los tres jóvenes, mencionados en varias partes de este libro, son hijos de esta respetable pareja.
La educación de estos jóvenes fue guiada tanto por la Tía Betsy, como por la hija menor, Carrie Warren, quien nunca se caso. Todos vivían en la misma casa. Desde el principio, una atmósfera de amor reino en este hogar modelo. Una recta forma de conducta fue establecida y, sin duda alguna, desde esta familia se derramaban influencias como pequeños destellos de luz bendita, sobre el vecindario.
Por supuesto, otras familias de la isla también han influido y contribuido con su bondad, por eso Dios ha bendecido grandemente a nuestra comunidad.
Otra mujer fuerte que ha vivido entre nosotros fue la señora Annie E. Gabourels. Ella era de Belice, y realizo algunos estudios en Inglaterra. Vino a Utila en 1872, trayendo una familia grande. Al paso del tiempo se volvió útil en la isla como partera, y tratando enfermedades con medicinas homeopáticas.
Los esfuerzos de la señora Gabourels por aliviar el sufrimiento humano fueron muy apreciados por nuestra gente.
Igualmente, el Capitán Woodville ha sido una bendición para Utila. El trata las enfermedades con remedios alopáticos, y ha tenido gran éxito. Para componer un hueso quebrado, extraer una muela, aliviar una hinchazón... ¿qué hacíamos nosotros, sino buscar los servicios gratuitos del Capitán Woodville?.
La señora Gabourels fue también dirigente de un gran grupo metodista, y por muchos años, superintendente de la Escuela Dominical.
Y de una y otra manera, realizo una magnifica labor y dejo un noble ejemplo en esta comunidad. Pero ahora descansa en paz. Murió en el año 1896, siendo su muerte profundamente lamentada por sus parientes y por los agradecidos isleños en general.
En esta corta mención de estas útiles y cristianas personas, es imposible estimar completamente el afecto de sus ejemplos e influencia en nuestra comunidad.
Charles G. Finney dice: “Cada vez que el hombre camina, pisa cuerdas que vibran por toda la eternidad”. Otro agrega: “Lo mismo puede ser dicho de cada palabra que uno pronuncia”. Y es cierto que “nuestras mas pequeñas acciones ponen en movimiento olas que se ensanchan, ensanchan y ensanchan, y crecen mas y mas, hasta que se rompen en los bancos lejanos de la eternidad, y esparcen su roció plateado en los brillantes arenas de esa bella costa”.
Por lo tanto, es indudablemente imposible, calcular el beneficio que recibe la humanidad, de aquellas nobles personas.
El Capitán Woodville ha sido afortunado en la educación de sus tres hijos: Cecil, quien se educo en un colegio de varones de Nueva Orleáns, trabaja con su padre. Warren, entro a la Universidad de Tulane en 1900, y se graduó en artes. El periódico “Times Democrat” del 27 de mayo de 1904, publico lo siguiente en su articulo: “Distinguida clase se gradúa”: “30 jóvenes se graduaron de Bachilleres en Artes, Ciencias e Ingeniería”. Fue señalado por el Dr. Alderman (el Presidente) que seis jóvenes del grupo de graduandos han obtenido distinciones tan altas, que solo pudo obtenerlas otro grupo en 1894. estos seis jóvenes fueron: Horace Edwar Crump, Ralph Conover Many, David McLeod Davidson, Jonh Leopold Warren Woodville, Albin James Nott, Alfred Lambremont Webre”.
Y otro honor le esperaba a la familia Woodville como podemos observar en el siguiente extracto tomado del diario “Times Democrat” del 8 de junio de 1904: “J. L. Warren Woodville ha sido designado como profesor de Historia de la Universidad de Tulane. El comenzara su labor a principios del próximo año. Esta es una recompensa a sus exitosos y brillantes estudios universitarios.
Alonzo es un abogado exitoso de Nueva Orleáns. Quizá fue el mas precoz joven de Utila. A los tres o cuatro años ya deletreaba y pronunciaba palabras que estaban escritas en las cajas de la tienda de su padre, como jabón, candela, almidón, etc. Cuando era niño concurso y gano un premio ofrecido por una revista americana por desarrollar un tema escrito.
Como ejemplo de su poder de retentiva, le he escuchado recitar el poema de Poe llamado: “El Cuervo”, y al recitarlo lo hizo sin ningún titubeo ni rapidez, y utilizando tonos y modales encantadores.
A edad temprana, la maestra de Alonzo, la señora Herrera, quien era maestra titulada en Nueva York, informo a sus padres que no podía hacer nada mas por el joven, y les aconsejo que lo enviaran a una escuela mas avanzada. Sus padres, siguiendo el consejo de la señora Herrera, enviaron a Alonzo a Nueva Orleáns. Allí asistió a una escuela de gramática durante un año, y a un colegio de varones por 4 años, graduándose entre los primeros de su clase.
Personas menos informadas y menos discretas que los Woodville, en lugar de estar agradecidas por la maestra por el interés que había puesto en el joven, pudieron haber dicho: “Ella ya no puede enseñarle a mi hijo”. Pero la señora Woodville me dijo: “Señor Rose, yo nunca pensé que la señora Herrera no tuviera la capacidad de enseñarle a alonzo. Yo la comprendí. Yo me siento agradecida con ella y respeto su candor”. ¿qué persona inteligente no respetaría el buen sentido de la Sra. Woodville?.
La señora Herrera tenia un máximo de 67 alumnos, y ella fue la única maestra de la escuela publica que tuvo una Asistente pagada.
Desde ese día, debido al crecimiento constante de la población, el numero de alumnos inscritos ha aumentado a 100. y un maestro sin Asistente es responsable por todo el trabajo.
Refiriéndome a la carrera exitosa de Alonzo, tengo el placer de copiar el siguiente texto, tomado del Mistletoe de Nueva Orleáns, de Abril 1901:
“El Vice-presidente de American Grove es actualmente el hermano John Alonzo Woodville, un Druida que tiene ilimitada confianza y fe en el triunfo de los principios druídicos. El fue educado en las escuelas publicas de esta ciudad y asistió a la Universidad de Tulane, en la carrera de Leyes, graduándose en 1895. Ahora practica una carrera lucrativa –producto de sus esfuerzos personales –asegurando la confianza de sus clientes debido a la cercana y constante atención prestada a los asuntos que se le confían”.
La siguiente nota proviene del diario: “The Sunday States” del 31 de agosto de 1902.
“Entre los 25 Notarios recientemente juramentados por el Gobernador Heard, se encuentra el señor John Alonzo Woodville, un abogado que ha construido una grande y lucrativa carrera de leyes”.
Refiriéndose a las escenas alborotadas de la ciudad de Nueva Orleáns, hace poco el Daily States del 2 de mayo 1904, dijo: “No hay duda de que el Señor Woodville es el centro de atracción de Nueva Orleáns actualmente. Su nombre esta en boca de todos y no se habla de otra cosa que de su incursión de ultima hora”.
El “Picayune del 3 de mayo dice: “Una demostración como la de anoche no ha sido vista en Nueva Orleáns en muchos días. No fue una reunión. Fue toda una demostración, y J. Alonzo Woodville, el Comisario Policial del Sexto Distrito, fue el hombre del día”.
El que Utila haya proporcionado estos dos nobles nombres a las filas profesionales de Nueva Orleáns, es un asunto de humilde agradecimiento al proveedor de buenos regalos. Hace algunos años, Alonzo se caso con Minnie Bleker, originaria de Nueva Orleáns.
Hemos labrado la tierra sin arado, y siempre hemos obtenido buenos resultados. Con el tiempo, la gente sabrá mas sobre la agricultura. Conocerán mejor los beneficios de fertilizar los suelos agotados; la razón para los cultivos rotatorios, la economía de tiempo y trabajo que proporcionan el arado y otra maquinaria agrícola, y las ventajas derivadas de la irrigación y buen drenaje. Mas productivos métodos de cultivo empleara entonces nuestra gente.
Es claro que no se verificara el cambio en forma inmediata. Pero el tiempo probablemente lo traerá. El mundo no fue hecho en un solo día, y las costumbres no se modifican al instante, sino que, según las necesidades, se imponen gradualmente.
La mayor parte de la isla de Utila son marismas y pantanos. Es posible, quizá, realizando algún gasto, secar algunos para incrementar las áreas cultivables de la isla. Pero esto puede parecer un gasto frívolo e innecesario, puesto que basta trasladarse al continente para obtener la cantidad que uno quiera, de la mejor tierra.
Aunque así puede hacerse, aquí en la isla el Sr. Loomis, un americano de Texas, quien vino en 1870, seco una parcela de pantano. El había empezado a sembrar su terreno, pero una buena parte se le inunda durante el invierno, inutilizándolo por completo.
Aquí se observan dos estaciones: la seca y la lluviosa. Decidido a recuperar el área, construyo una zanja de 1 ½ millas de longitud, por cuatro pies de ancho e igual profundidad. Esta zanja vació el agua del terreno de la laguna Oriental, y la tierra produjo magnificas cosechas durante todo el año. Esto mismo puede hacerse en otros sitios.
El Sr. Loomis tuvo una muerte repentina en junio de 1873. fue así: La goleta Lady Woodbury estaba cargando fruta para New York. Mr. Loomis iba en su carreta de bueyes hacia la plantación, a llevar un viaje de fruta para la goleta. En el trayecto los bueyes halaron la carreta fuera del camino, haciendo que las ruedas rasparon contra un árbol de coco. La carreta se inclino hasta casi volcar, siendo Mr. Loomis lanzado hacia fuera y cayendo frente a la carreta. Las pesadas ruedas pasaron sobre un cuerpo y cabeza, hirieron su cara y fracturándole el cráneo.
Fue llevado al pueblo lo mas rápido que se pudo, y se hizo todo esfuerzo por salvarle. Pero la asistencia humana no basto. Murió después de pocas horas de indescriptible sufrimiento. Estaba consciente y se esforzaba mucho por hablar, sin conseguirlo.
Me han contado que el tenia la costumbre de acostarse en el fondo de la carreta, y dejar que los bueyes, por su propio instinto, siguieran el camino de la plantación, y que en esa posición iba cuando ocurrió el accidente.
La mayor parte de los pantanos esta cubierta de densos manglares. A lo largo de las orillas de las lagunas se encuentran ostras adheridas a las raíces del mangle.
Un viejo francés, Monsieur Batiste, quien vivió aquí en 1871 y 1872, solía recoger ostras para su propio consumo. Me dijo que era deliciosas y nutritivas.
Porciones de pantano se secan en el verano, pero el invierno las inunda hasta dos pies de profundidad, y entonces los lagartos se entierran en el fondo. Algunas personas, colocando trampas en el pantano, inadvertidamente se paran en una de estas criaturas dormidas, y se ven forzadas a una inesperada batalla contra el enfurecido reptil.
En 1893 Serapis Torres, un nativo, cuando vadeaba uno de estos pantanos con su rifle al hombro, seguido por su perro, fue atacado por una de estas fieras y, antes de que pudiera escapar y protegerse, había sido mordido repetidas veces en el muslo y pierna, severamente, lacerando su carne. A tan corta distancia no pudo disparar su arma; pero la uso como garrote. Y después de lucha desesperada, que duro solo unos minutos, apoyada con el auxilio del perro, aparto de si la furia del animal. Llego a su casa en muy malas condiciones, y estuvo confinado por una semana, curando sus heridas.
Una cordillera de bajas colinas se extiende a través de la isla. En la cima de una de ellas, Brandon Hill, esta la entrada a “La Cueva”.
Muchas personas, cuando visitan la isla, entran a La Cueva, para lo cual necesitan un guía, un cordel y una linterna.
Hace muchos años fueron encontrados aquí una copa y un crucifijo de oro, mas una espada herrumbrosa, objetos que compro Mr. Whitefield, uno de los comerciantes de la isla.
La copa fue finalmente enviada para exhibirla en Comayagua, la antigua capital de Honduras. Allí se especulo mucho acerca de cómo estos artículos fueron colocados en la cueva; pero es improbable que llegue a saberse la verdad algún día.
La colina La Calabaza, situada al extremo noreste, es la mas alta de la isla. Tiene 290 pies sobre el nivel del mar, y es lo primero que uno distingue cuando se aproxima desde cualquier dirección. Le fue puesto el nombre porque, vista de lejos, su forma parece una calabaza, o, puede ser también, por su suelo, en un tiempo, produjo ayotes en gran escala.
En ciertos puntos de la colina, se ven enormes rocas esparcidas por la superficie. Algunas, encima de otras, balancean en un punto pibotal, pareciendo que, al menor disturbio, van a rodar, aplastándolo todo en su camino.
Solamente hay cultivos en un lado de la colina. Hace algún tiempo un audaz visitante, después de pasear por la colina, anuncio a sus dueños que esta compuesta mayormente de fosfatos. Ofreció reportar este descubrimiento a una compañía de su país, e interesarla en la compra de este abono. De allá enviarían barcos para llevar el material.
Si los dueños de la colina pusieron sus esperanzas y fundaron sus perspectivas en el brillante negocio del abono, aun están esperando que se realice.
El paisaje natural de la isla es común a los trópicos: rico mas allá de lo que se puede decir. Una lujuriante vegetación alegra la vista casi en toda dirección.
Majestuosas palmeras, adorables helechos en gran variedad; orquídeas, cuyas espirales desnudas terminan en bellísimas flores; enredaderas de toda clase, y muchas flores silvestres esparcidas por doquier en gran profusión.
A lo largo de la costa el suelo esta bien adaptado a las plantaciones de coco, y la isla se ve adornada en casi todo su contorno con esta lucrativa planta de hermosa apariencia.
Si no fuera por la chinche del coco, que es un gran escarabajo de la familia Scarabaens, la isla seria una magnifica arboleda de cocos desde un extremo al otro.
Los plantadores siembran y vuelven a sembrar, pero tan pronto como las plantas crecen, la chinche las mata. Anualmente el escarabajo aniquila cientos, y quizá miles, de palmeras. Uno mira hoy un lindo y prometedor árbol, joven o viejo, cargado con la valiosa Reina de las Nueces, y al regresar algún tiempo después se conduele al ver el mismo árbol, amarillo, lánguido y agonizante. Y nada lo puede salvar.
Perforando el árbol, el escarabajo deposita su larva, y el destino de la planta queda sellado. Jardines enteros de coco han sido destruidos en el interior de la isla, aun antes de que produzcan. Sin embargo, usualmente el ataque sucede cuando ya la planta esta cargada de fruta. Varios intentos se han hecho para exterminar a este terrible enemigo, sin resultados satisfactorios.
En ciertos lugares de la costa, especialmente hacia los rumbos Este y Norte, la isla baja hacia el mar en despeñaderos de roca caliza llamados “costa de hierro” o “frontera del hierro”. En algunos de estos sitios el mar produce acantilados y honduras.
Cuando el mar rompe contra la costa de hierro se oye un prolongado ronquido que suena agradable cuando uno se acostumbra a el.
La isla tiene unos excelentes bañaderos marinos que, en verano, muestran sus aguas limpias como el cristal. En ellos se ve el fondo claramente a través de muchas brazadas de transparente liquido. ¡Cuan entretenido es, en un día calmo, observar los peces multicolores del fondo moverse de aquí para allá, rápidamente, entre las rocas!. O tal vez admirar las ramificaciones del coral creciendo desde el fondo. Solo personas de imaginación viva pueden visualizar en su mente las ricas escenas que me atrevo a describir. Ante estas maravillas y misterios desplegados por todas partes, ¿quién puede dejar de reconocer la sabiduría, el poder y el amor del Gran Dios y Padre Nuestro? “Cuan innumerables son tus obras, Oh Señor! Todas las hiciste con sabiduría; la tierra esta llena de tus beneficios”. Salmo 104, 24-25.
Muchos de nuestros isleños son aficionados al baile. Este pasatiempo favorito es uno de los impedimentos para la difusión de la religión en la isla. Ha sido frecuentemente excomulgado desde el pulpito, y no se ha podido extirpar. El baile sigue, y la gente lo ama.
Hay muchos bailarines excelentes. A los pequeñines también se les permite bailar y organizar bailes con sus compañeros, de manera que, al crecer, son expertos en este arte.
He estado viendo a estos chicos bailar con tanto deleite como el que disfrutan los mayores en una fiesta formal.
Como ya lo he dicho, ellos mismos organizan la reunión. Contratan los músicos, y preparan todo. Escogen pareja y bailan con movimientos ordenados y precisos, como si hubieran sido entrenados por un “Maestro de baile francés”.
Observándolos en su alegre danza, he sentido que el baile y la doctrina que lo anatematiza, me recordaban al personaje del libro: “Un cristiano en Casa del Interprete”, donde Bunyan lo representa mostrando un “fuego ardiendo contra la pared, y un individuo vertiéndole agua para apagarlo. Pero, en el lado opuesto, otro sujeto lo alimenta con aceite para que siga ardiendo”. El baile viene a ser como el agua, que intenta apagar el fuego; y los sermones son el aceite, que mantiene viva la llama.
Hace tiempos, barcos de guerra ingleses, al cruzar estos mares, llegaban a los puertos de Islas de la Bahía. Frecuentemente venían a Puerto Este, y algunas veces se quedaban un día o dos. En una de estas ocasiones la gente organizo un baile en honor de la llegada del H. M. S. Zephyr. El señor Darle Thomson era el Capitán. Se hicieron los preparativos. El baile se dio en el piso de arriba de la casa de Don Francisco Castro, un salón muy grande. Muchos isleños asistieron a la fiesta. Por supuesto, los oficiales del barco fueron invitados; llegaron, disfrutaron del baile, y regresaron a bordo justo a tiempo.
Ellos reconocieron francamente la cortesía y bondad de los isleños, lo que les comprometió a aceptar la cálida demostración de simpatía.
En otra ocasión, por los años setenta, el barco de guerra ingles Flamingo llego aquí un poco después de un infortunado hecho ocurrido en la isla. Fue así: Un hombre llamado Abraham Symmes fue encarcelado en la pequeña cárcel de madera del poblado. Para prevenir su evasión, las autoridades le metieron los pies en el cepo. *
Cierta noche, durante su prisión, la cárcel, misteriosamente, cogió fuego y solamente quedaron cenizas. Era mas de medianoche y todos en el pueblo dormitan y descansaban.
Sumido en profundo sueño, ni el ruido de las llamas, el crujido de la madera, la temperatura ardiente y aun, suponemos, los gritos de terror del miserable hombre, despertaron a la población hasta que ya era demasiado tarde para rescatar al prisionero.
A la mañana siguiente del incendio, los restos mortales del fallecido, que consistían en pedazos de intestinos, la calavera y fragmentos de otros huesos, fueron recogidos y enterrados.
El Flamingo llego a Puerto Este pocos días después de la catástrofe, y la historia del incendio fue contada a los oficiales del navío. Alguien también le contó al Comandante del barco que el señor Symmes había estado en uno de los regimientos de las Indias Occidentales al servicio de Su majestad.
Asegurándose de la verdad sobre esto, el Comandante reunió una compañía de sus hombres y, con el Capellán, desembarco en el muelle de en medio. Aquí los hombres hicieron fila y marcharon hacia el cementerio, donde el Capellán realizo la ceremonia religiosa, y se colocaron ofrendas sobre la tumba.
De esta manera los representantes de la Reina pagaron un tributo de respeto y honor a la memoria de alguien que ha servido a la Soberana y a su país. “Así se trata al hombre a quien el Rey quiere honrar”. Ester 6,9.
Los cristianos tienen la seguridad de que el servicio mas simple del mas humilde individuo, rendido en honor del querido Salvador, aun el obsequio de una taza de agua, será apreciado en el cielo y tendrá su recompensa.
Antes de irse, el Comandante del Flamingo invito al Comandante de Utila para que lo acompañase a Roatan. El Comandante Don Rafael Ynestroza acepto la cordial invitación.
A la mitad del trayecto se ordeno una practica de tiro. De acuerdo al relato de Ynestroza, fue una escena emocionante. “Me dio –dijo- una buena idea de la perfección de la disciplina a bordo de un buque de guerra ingles, de la destreza y agilidad de los hombres, y la correcta puntería de los artilleros.”
A excepción del piano del señor Whitefield, que el usaba para su propio entretenimiento, no había en la isla hace 10 o 18 años, otro piano u órgano, ni ninguno de los isleños podía tocar uno. Actualmente muchos de estos instrumentos forman parte de la vida diaria en nuestra amada isla.
Yo compre el primero para mi hija Blanche. Es un hermoso órgano Mason & Hamlin. Y después de haberlo usado por años se encuentra en buenas condiciones, con un dulce tono.
La Sra. Gabourels se lleno de alegría cuando el órgano fue desembarcado aquí. Ella trabajaba activamente en asuntos religiosos de las islas. Y dijo: “He deseado esto por mucho tiempo. Ahora mejoraremos nuestro canto y aprenderemos nuevos tonos.
Y así fue. Después de que Blanche hubo terminado su internado y regreso a casa, tuvimos dos o tres practicas semanales. De esta manera aprendimos pronto a cantar muchos himnos recopilados por el señor Sankey, así como otros sagrados cantos que usábamos en la Iglesia y Escuela Dominical. Además, Blanche enseño a muchas niñas y jovencitas a tocar el piano. +
Con el tiempo David Warren y Carrol Thompson compraron el elegante piano y mas fino órgano para sus amadas hijas Rosa y Winnifred (la primera fue educada en Nueva Orleáns y la segunda en Belice).
Otros pianos fueron comprados y el numero de instrumentos musicales creció, así que no hace mucho “El Pabellón de Honduras” publico lo siguiente:
“Pianos y órganos son tan comunes en Utila como las guitarras lo son en el interior”.
Blanche, Rosa y winnifield dieron clases de música a las niñas que deseaban aprender, y ahora es común que las chicas de doce o trece años se sienten en un piano y toquen ciertas canciones. Algunas de las mayorcitas han progresado muchísimo.
Ahora, cuando uno esta disfrutando de un entretenimiento en esta isla, y encantado escucha melodías en fonógrafo, mandolina, arpa, guitarra, órgano y otros instrumentos, juntamente con las bellas y entrenadas voces de las cantantes, y recordando como fue aquí la música quince o veinte años atrás, comparada con el presente, casi se sentiría inclinado a pesar que una hada ha ejercido sus poderes de transformación en beneficio de nuestra comunidad. Una corta reflexión, sin embargo, nos demuestra que fue la voluntad y destreza humanos, y el talento bendito por el Señor.
En una reciente ocasión, la Srita. Hélice Morgan acompaño con el órgano dos o tres solistas. Sus voces eran claras y armoniosas. La Srita. Morgan se llevaba bien con ellos, parecía entender que el cantante –no el organista- era el real actor. Así que mantenía bajo un perfecto control el instrumento, y no minimizo sus voces abriendo mucho los tonos del órgano.
Las dulces cadencias de esa deliciosa música y canto todavía perduran placenteramente en mis oídos.
Nuestra gente es demasiado progresista para conformarse con sus adelantos actuales. Y esta consciente de que, para obtener un alto grado de excelencia, debe dedicar mucho tiempo al estudio y practica de este arte encantador.
Sir Arthur Helps escribe: “Dos cosas, las cuales no pueden ser llevadas a perfección a menos que se aprendan en la juventud, son: la música y el poder de decisión”.
Muchos de nuestros jóvenes han hecho esfuerzos por su desarrollo personal, y se merecen y tienen nuestros elogios. Pero demasiados, me temo, no están aprovechando bien las oportunidades. Aun en las escuelas, la aplicación y asistencia de los niños podrían mejorar.
Hablando en general, nuestros alrededores forman una barrera contra cualquier desarrollo mental, como el siguiente trozo de filosofía interpretado por un niño de doce años que vive aquí. Su madre le dijo: “Hijo mío: Estudia duro, y recibe toda la educación que puedas”. “Madre –contesto el mirándola fijamente a los ojos- no veo la necesidad de recibir mucha educación; cuando tenga quince o diez y seis años tendré que empezar mi vida. Para esto, me empleare en un barco, o tomare mi machete para chapiar solares, o mi hacha y bolsa para recoger cocos. Y, mama: de eso ya se lo suficiente”.
Esto es verdad, en parte. Muchos de nuestros hombres están bien empleados en la Vaccaro BROS., o con la United Fruit Company; y se abrirán suficientes plazas para todos los utileños que califiquen para desempeñarlas con responsabilidad. Por otra parte, hay isleños que triunfan en sus propios negocios.
Sin embargo, me aventure a asegurar que, de acuerdo a la vida actual en la isla, el punto de vista del niño mencionado, es el mismo que el de la mayoría de muchachos. No hemos estimulado la vocación hacia las artes y oficios. Una docena de empleados llena las necesidades locales. Los capitanes de nuestras naves no necesitan saber de navegación, ellos son empíricos. No somos buenos ejemplares para nuestra juventud, pero los jóvenes, a pesar de todo esto, deben aspirar y esforzarse por su propia capacitación.
+ Mi amada Blanche murió el 17 de abril 1903. A su funeral concurrió la comunidad entera, acompañando los restos mortales y consolando a los dolientes. La iglesia estaba literalmente llena de extremo a extremo. La Sra. Lucy Howell y otras personas de Los Cayos vinieron en lancha, remando contra el viento. El ataúd tenia una ventana de vidrio para ver el rostro de la amada difunta, el cual parecía tener vida aun. El féretro fue bajado a la fosa y cubierto con tablas; después, la tierra del valle oculto de nosotros para siempre los restos de nuestra amada.
Querida noble y linda Blanche: como esposa, madre, hermana, hija, amiga y maestra, tu fuiste una bendición y un tesoro.
En medio de mi gran dolor cumplí mi deber de consolar a mi acongojado yerno, Mr. Wilson Bodden. El había sido un noble esposo, muy apegado a Blanche, y su profundo dolor se expresaba en lagrimas y silencio.
Muchos han alcanzado esta meta, constituyéndose en ejemplos dignos de imitar.
Las escuelas de la isla creo que están, consciente e inteligentemente, haciendo todo lo posible para la formación de mejores ciudadanos. Se lograrían óptimos resultados en este sentido si se mantuviera franca relación y cooperación entre el hogar y la escuela. Los padres, maestros y alumnos deben trabajar unidos en su propósito.
Desde luego que el maestro indispensable. El dirige al niño, le muestra el camino, lo guía paso a paso en el logro del conocimiento. Y el maestro es responsable por el desarrollo intelectual del niño.
Este, por su parte, debe tener altas aspiraciones y nobles propósitos. Debe mostrar el anhelo congénito que apoya y estimula su tierna inteligencia, y ese anhelo debe ser fustigado, no tanto por el maestro, cuanto por el ardiente deseo y esfuerzos del estudiante.
En una carta dirigida a la Advocación Cristiana de New York, el Reverendo W. V. Morrison, D. D., escribió: “Hace mas de 40 años, cuando yo era un estudiante y me veía obligado a ganar mi propio sustento, conseguí una plaza de maestro en una escuela de Niles, O. Esta escuela había estado en rebelión, y el maestro que me precedió tuvo que retirarse sin terminar su periodo. Yo tuve mucho trabajo heroico para desempeñarme con estos jóvenes, ninguno de los cuales sobresalió nunca.
Allí estuvo, sin embargo, en esa escuela, por dos años, un joven de comportamiento modelo, obediente a los reglamentos, pulcro en su presentación personal, estudioso, siempre moderado en su expresión, y líder favorito. Nadie le superaba en honorabilidad y rectitud. Altos honores le tenia preparados el destino en su futuro. Su nombre era: William McKinley, hoy Presidente de los Estados Unidos”.
En un articulo, el periódico Succes dice: “todo el que conoce el alfabeto puede convertirse en un hombre capacitado, si el así lo quiere. Y, si no lo desea, ningún colegio del mundo puede capacitarlo... Ud. Puede conducir a un joven al colegio, pero no lo puede hacer que piense”.
No muchos de nuestros jóvenes pueden asistir al colegio o a la preparatoria. De hecho, gran parte de ellos no concurren con regularidad necesaria a sus clases, o durante el tiempo que requieren los estudios, para ganar la instrucción elemental que se brinda en las islas. Pero estos, si se hacen un firme propósito, tienen potestad de alcanzar su propio mejoramiento.
Me agradaría ver una biblioteca, aunque fuera pequeña, en cada hogar de la isla. ¡Que bendición seria para muchos jóvenes, leer, durante una o dos horas diarias, buenos libros y revistas!. Además, estos muchachos podrían organizar un “Club Literario”, o con cualquier otro nombre, que tuviera por fin el desarrollo de la mente y la difusión del conocimiento.
Aun los estudios especiales en casa se pueden establecer con éxito. El Reverendo Newell Dwight Hillis, escribiendo en Succes un encomiable articulo, dice:
“Un hombre puede mejorar así mismo estudiando en casa los mejores libros. Y es posible que logre superior preparación que los graduados en el colegio. He conocido jóvenes que han forjado sus propias oportunidades simplemente observando a otros con el animo de aprender, y que pueden ser comparados favorablemente con los egresados de nuestros colegios”.
“Unos maestros, cierta vez, elaboraron una lista de cien hombres prominentes de Inglaterra que vivieron durante los años 1851 a 1900. eran principalmente hombres de genio, como Darwin, Huxley, Tyndall y Ruskin. Quedaron grandemente sorprendidos al descubrir que solo veinte habían recibido educación colegial. Los demás eran producto de su auto-formación, o fueron moldeados por tutores, en su hogar”.
Nadie en estos lares quiere aspirar a lograr la dimensión de los hombres sobresalientes que menciona Mr. Hillis. Yo puedo decir, sin pecar de irreverente: “Sabiduría tan admirable esta fuera de mi alcance; es tan alta que no puedo comprenderla” Salmo 139, 6.
No aspiramos a tanto, pero al menos hallamos el coraje necesario para capacitarnos y mejorar el medio que nos rodea.
Hallo mis propios sentimientos en ciertas palabras escritas por Mrs. Helen Hunt Jackson. Ella dice: “Me siento infeliz cuando veo mi pasado, y observo el tiempo desperdiciado. ¡Cuánto hubiera aprendido y realizado si admitiera que la vida es un suspiro”.
No puedo animar mejor a mis jóvenes amigos que diciéndoles que la educación por correspondencia esta dentro del alcance de todo aquel que desea mejorar a si mismo. El costo no es exagerado, y el estudio se puede realizar en las horas ociosas. La persona de firme propósito, si tiene buena salud, lo hará cómodamente. Quien aprende un curso con voluntad perseverante, se sorprenderá y gozara al advertir su progreso.
Las escuelas internacionales por Correspondencia, Scranton, Penn., ayudara eficientemente a los jóvenes que luchan, a adquirir una buena educación. Sus sistemas y métodos son los mejores, sus libros no tienen rival. Están institucionalizadas y mantienen una gran reputación. Sus exigencias son razonables, y ellas ponen especial interés en el éxito de sus estudiantes.
Capitulo XV
El Barco H. M. S. Psyche en las Islas.
¡Mire, Mr. Rose, hay un buque de guerra llegando por la punta!.
Esta exclamación la hizo Doña Ana Warren, mi hijastra, que vino a pasar el día con nosotros. Ella estaba en lo cierto. Pues el aparejo rectangular del barco y la cruz de San George ondeando en el penol, eran señales infalibles de que era un buque de guerra.
Pronto el grito de: “¡Atención, buque de guerra ingles se acerca!”, cundió por toda la isla. La gente estaba feliz porque venia el barco de Su Majestad. Pero nadie pensó que traía malas noticias. Era el crucero británico Pdyche, comandado por el Capitán Cooper key.
Eran como las seis de la tarde del jueves, 17 de julio, cuando el Capitán Cooper Key bajo a tierra. Estaba acompañado por el nuevo Gobernador de las Islas de la Bahía, General Domingo Lacayo Jerez, y el Pro-cónsul ingles Mr. E. Koeneman, de Trujillo. Pronto se supo el motivo de la inesperada visita de este barco, y la alarmante noticia de que venia con ordenes de privar a muchos de los isleños nativos de su caprichosa nacionalidad británica, y retirarles la protección de aquel Gobierno, se regó como pólvora por toda la isla.
Semejante informe cayo como rayo encielo claro. Inmediatamente acudió gente de todas partes a un punto frente a los almacenes de D. Warren y R. Woodville y, como las zorras de Sansón y fuego de teas, una gran consternación se difundió entre la gente. Aunque había mucha excitación, prevaleció el orden. Todos estaban ansiosos por saber las nuevas. Por donde quiera que uno se volviera escuchaba las mismas preguntas:
- Oyó Ud. algo? ¿Es cierto lo que dicen? ¿Ud. lo cree? ¿Qué será de nosotros?
Todo era: “¡Cuéntenos Ud. algo; cuéntenos mas!”
Los españoles residentes, muy risueños, saludaban a los isleos nativos con expresiones así:
- “Amigos, somos paisanos. Ahora tenemos muchos paisanos”
Walter Warren acababa de regresar de Roatan. Vino en una pequeña chalupa, anclado en este puerto casi simultáneamente con el barco. Grupos de ansiosos ciudadanos se le acercaron. Y el les contó los sucesos del día anterior en Roatan. El Psiche, les dijo, en cuanto llego ese día, convoco una gran asamblea de todos los hombres de la isla, y el Capitán les declaro que muchos de los isleños eran súbditos del Estado de Honduras. Mucha gente quedo aturdida por el golpe inesperado; otros libremente dieron rienda suelta a su amarga desilusión.
El barco ya había llevado a Guanaja la malvenida noticia.
La gente escucho el cuento de Walter, pero quedo insatisfecha. Parecía como si su curiosidad esperase ser apaciguada por la propia voz del Capitán. Los hombres fueron convocados para una reunión en la escuela, a las 8 de la mañana siguiente, y un correo salió para notificar a Los Cayos.
Las horas largas de la noche pasaron una tras otra, y un nuevo día amaneció para aquella gente que esperaba escuchar algo que detuviese su sentencia. Temprano, en la mañana, la gente se puso en movimiento. Todo trabajo se suspendió, excepto, claro esta, el absolutamente necesario.
A las ocho el Capitán vino a la costa, y en esta memorable mañana del 18 de julio de 1902, la escuela estaba atestada de gente porfiada, que hasta ese momento se consideraba súbdito ingles, y había sido siempre considerada como tal.
Indudablemente, no había súbditos ingleses mas leales en todo el Imperio británico, que en estas islas.
Los tres funcionarios, Capitán, Gobernador, Pro-cónsul, entraron a la escuela y tomaron asiento en la plataforma.
El Capitán Cooper Key entonces se paro y, en forma breve pero clara, declaro que “mucha gente de la que habita en las islas y reclama la protección inglesa, no son súbditos británicos. “Yo no he venido –continuo- a imponer una ley nueva. Es la misma ley que conocemos desde que se firmo el Tratado”.
Entonces leyó el primer articulo del Tratado entre Honduras y la Gran Bretaña, firmado el 28 de noviembre de 1859.
Lo que sigue es parte de tal articulo, traducido de una copia en español de dicho Tratado: “Su Majestad Británica accede a reconocer las Islas de Roatan, Bonacco, Helene, Utila, Barbarat y Morat, conocidas como Islas de la Bahía, y situadas en la Bahía de Honduras, como parte de la Republica de Honduras”.
“Los habitantes de dichas Islas no seran molestados en el disfrute de ninguna propiedad que pudieran haber adquirido allí, y mantendrán perfecta libertad de credo y culto religioso, en publico o en privado, pero permaneciendo en otros respectos sometidos a las leyes de la Republica. Si alguna de ellos quisiera retirarse de las Islas, esta en completa libertad de hacerlo, y disponer de sus tierras y otras pertenencias como crea conveniente, siguiendo para ello los procedimientos del caso”.
Dijo, además, que las palabras del Tratado son inequívocamente claras para el, y que no concebía como la gente no entendió su significado.
Substancialmente, agrego lo que sigue:
“Todos los súbditos británicos que estaban viviendo en las islas en 1861, cuando estas fueron entregadas a Honduras, son súbditos de Honduras, ellos y sus hijos, mientras permanecen en este país; pero mas allá de los limites de la Republica son súbditos ingleses. Todos los súbditos ingleses que se asentaron en las islas después que fueron cedidas a Honduras, son súbditos británicos, y tal titulo ostentan ante los privilegios de la protección británica, dentro y fuera del país”.
Continuo diciendo que se tomarían las medidas apropiadas para determinar quienes son súbditos británicos y quienes hondureños, para que en el futuro no haya dificultad en distinguirlos.
Mientras hablaba el Capitán los hombres permanecieron calmos y silenciosos, pero tan pronto como concluyo, algunos de ellos presentaron su documentación; otros procuraron con argumentos orales apoyar sus reclamos de la nacionalidad británica. Unos pocos hicieron preguntas relacionadas con la situación, y recibieron las respuestas apropiadas, y con eso concluyo la reunión.
El Capitán Cooper Key invito cortésmente a los isleños a visitar el barco, permitiéndoles permanecer a bordo durante una hora. Su invitación fue aceptada con alegría por gran numero de mujeres, hombres y niños, quienes subieron a conocer y admirar el espléndido crucero Psyche. Yendo con los demás yo también subí, y vi mucho que me intereso. El barco era tan lindo como una mariposa, pero sin ser chillón; tan adorable como su homónima, la Princesa Psyche, en la alegoría del antiguo oriente.
Cada cosa a bordo estaba en excelente orden. Los oficiales y tripulación eran atentos y corteses con los visitantes. Los equipos del barco aparentaban muy buen estado y eran de ultimo modelo.
El año de 1898 aparecía grabado en sus cañones calibre cuatro pulgadas, de disparo rápido.
Un buen maestro no podría explicar mas cuidadosamente una lección a sus alumnos, de cómo uno de los artilleros –supongo que esto era- describió algunas armas y nos explico como fueron fabricadas, manipulando la maquina durante su platica para ilustrar sus explicaciones.
Con letras repujadas en brillante latón habían formado sobre la rueda del timón la frase: “Para Dios, el Rey y la Nación”. Bajo todo aspecto, el barco era un producto digno de tan poderoso país.
Pero la hora asignada había expirado, y nos recordaron que debíamos bajar. Agradeciendo a nuestros atentos anfitriones, dijimos adiós a ellos y al barco, que había dejado tras su estela, mezclados, el dolor y el placer. El Psyche levo anclas un poco después, y despego de la isla, regresando a Pot Royal, Jamaica.
Volviendo a tierra nos encontramos de nuevo entre el desanimo y la tristeza, el desconsuelo y las cabezas ganchas. Desde luego, no es fácil, talvez, para alguien que no ha pasado situaciones similares, comprender el apuro en que se hallaba los isleños nativos.
Este caso puede resumirse brevemente como sigue:
1.- Los isleños que permanecían en las Islas de la Bahía después que estas fueron cedidas a Honduras, quedaron, por los términos del Tratado, sujetos a las leyes de la República. Esta cláusula ha sido interpretada como que los propios isleños se convertían en ciudadanos de Honduras. Los isleños fieles a sus costumbres, idioma y predilecciones nacionales, buscaban constantemente ser reconocidos como súbditos británicos: esto lo habían conseguido por mas de cuarenta años.
2.- Al momento de la cesión, el Gobierno Británico ofreció retirar por su cuenta a los isleños que así lo pidieran, y suplirles tierra gratuitamente, en una colonia británica.
El Dr. Gahne dice: “Lejos estaba esto, sin embargo, de ser una generosa oferta, pues las tierras de los isleños consistían de plantaciones y alamedas de coco, mientras que las tierras que les ofrecían eran ásperos matorrales que no valían ni la quinta parte de los terrenos cultivados que iban a dar en cambio. Y la Gran Bretaña debía dar una reparación a estos isleños, pues al no haber su Gobierno declarado a las Islas de la Bahía una colonia británica, ellos querrían haber mantenido su completo carácter autónomo, bajo la soberanía nominal de Honduras”. (Tomado de “El Guardián Colonial”, agosto 16, 1902).
Los isleños prefirieron permanecer en la tierra que les era tan querida. Aparentemente, la presente acción inglesa era inevitable. Y mientras algunos de nuestra gente están mortificados por la perdida de su apreciada nacionalidad, nosotros aun no perdemos de vista el hecho de que hay una ley internacional que gobierna ciertas condiciones de la vida humana, y demanda su cumplimiento, en lo cual no hay extravio.
Veamos imparcialmente el asunto, dando a Inglaterra el debido crédito por los muchos años de noble protección que ha brindado a estos isleños, a los cuales esta hoy, obligada por las circunstancias, retirando su nacionalidad.
3.- El Gobierno de Honduras veía a los isleños como súbditos, o, mejor dicho, como ciudadanos de la Republica. El General José Santos Guardiola, el Presidente, emitió una proclama al pueblo de Islas de la Bahía, de la cual extractamos lo siguiente:
“Es cierto que vosotros cesareis de pertenecer a un importante y poderoso Imperio; pero, por otro lado, tendréis la noble misión de contribuir, con vuestra lealtad e industria, al crecimiento y progreso de esta favorecida tierra, de la cual formareis parte integral. Vosotros marchareis a la vanguardia de la civilización, y el ejemplo que daréis a vuestros hermanos de tierra firme, y el grandioso y mas extenso intercambio y comercio que os enlazara con el resto de Honduras, pronto cerrara estrechamente los limites de fraternidad y buena voluntad, que siempre deben unir a los habitantes de una patria común”.
El Gobierno de la Republica siempre ha mostrado interés en el bienestar de los isleños. Corteses y considerados ciudadanos han sido nombrados para gobernar las islas. Algunos de los nativos han desempeñado puestos de honor y emolumento, y unos pocos de Roatan han sido electos para Diputados del Congreso Nacional, en representación de este Departamento. Seguramente que ahora, cuando gran numero de isleños son sus ciudadanos e hijos, el Gobierno será no menos indulgente. En confirmación de este aserto, el Gobernador, General Lacayo, en una reunión sostenida en esta isla, aseguro al pueblo que el Gobierno le desea paz, prosperidad y progreso, y hará todo lo que pueda para lograr este fin.
Viendo los grandes adelantos que Honduras invariablemente realiza en la marcha hacia el progreso y la civilización, cualquier persona imparcial y sin prejuicios admitirá que sabias y patrióticas autoridades han estado, y están, dirigiendo y gobernando el país. Y los que han manejado también los asuntos de la nación, sabrán que hacer en este caso nuestro.
Con respecto a Utila, tenemos buenas seguridades de que todo ira bien. El siguiente articulo, traducido al ingles, apareció en las columnas de “El Pabellón de Honduras” del 12 de abril 1902.
“En vista de estas cortas pero lisonjeras noticias, estimamos que Utila alcanzara un amplio desarrollo en cuanto sea declarada puerto libre. En muy corto tiempo su población crecerá en numero y en riqueza, y sus beneficios seran extensivos a las otras islas. Al mismo tiempo el país ganara mucho, no solo por esto, sino porque el contrabando en el golfo de Honduras, quedando confinado a una zona marítima reducida, será controlado mas eficientemente que AHORA”.
El articulo concluye diciendo: “Tarde o temprano el puerto libre de Utila será una realidad, aun cuando Tela ya fue erigido en zona militar y puerto de ingreso”.
En lo que toca a la gente de Utila, son amantes de la paz, ciudadanos defensores de la ley. Sus visitas a los juzgados son muy escasas. Tienen elevadas aspiraciones y luchan por sus ideales. Su reputación de honestidad y trato justo, es proverbial. Los utileños no temen al fracaso, pues con sus hábitos y determinaciones enérgicas y laboriosas, su sentido común y natural inteligencia, ya sean ellos hondureños o británicos, siendo Dios para todos, Sésamo les abrirá cuando toquen y llamen.
Los baisleños en general son inteligentes, laboriosos, capaces y progresistas. Son exactamente la gente que allí se necesita, en gran medida, para continuar esa prosperidad. Están profundamente arraigados a Las Islas, y la mayoría de ellos ama a Honduras.
Como cristianos, nosotros debemos creer que “todas las cosas son para bien de los que aman al Señor”, aun cuando “todavía vemos a través de un cristal empeñado”. Y todo hijo de Dios tiene el gran consuelo, aunque condicional, de saber que dondequiera se halle, en Edén o Babilonia, Egipto o Palestina, “Los ojos del Señor recorren toda la tierra para fortalecer a los que le sirven de corazón”. 2 Corintios 16:9.
Capitulo XVI
Observaciones Finales.
Al escribir este libro he sido estimulado por el pensamiento de que “donde una mente trabaja, el obrero no necesita esperar al genio, ni a las mejores oportunidades”. Yo soy un hombre ocupado y, además de mi quehacer cotidiano, buen numero de pequeñas labores reclaman mi atención. Sin embargo, no he permitido que mi devoción al deber, o mi falta de genio, me disuadieran de mi propósito de escribir. Habiéndolo ya iniciado, debo, en la medida que mis ocios lo permitan, completarlo.
La preparación de un libro depende de la solicitud de los publicistas, quienes, bondadosamente, se han hecho cargo del trabajo; y de la pericia y cuidado de compositores, impresos, correctores, encuadernados, grabadores y otros, a todos los cuales presento, anticipadamente, mis agradecimientos.
Este pensamiento lo tome del prefacio de “Higher History”, por Henry E. Chambers.
Durante mi vida he recibido muchas cartas de personas en los Estados Unidos, y de todas partes, pidiéndome información sobre la vida en estos lugares. Cuando las conteste, no tuve la menor intención de escribir un libro. Si mi pequeño volumen sirviera para interesar a los turistas y otras personas, sirviéndoles información, aunque incompleta; o a nuestros jóvenes, cuando quieran hojear la historia de su isla, estaré altamente recompensado por mi labor de compilación.
Me he esforzado por decir la verdad. Pero puedo haber caído, sin embargo, en inexactitud en algunos datos. Creo haber hecho uso adecuado de las citas ajenas de mi composición, libre de ofensas.
En razón del interés puramente local de mi historia, y por otras razones diversas, yo dudaba en escribir este libro. Pero el pensamiento me presionaba constantemente con fuerza tan irresistible, que me vi con peligro a actuar.
Varias veces quise dejarlo a un lado, y otras tantas volví a acogerlo, al leer pensamientos como estos: “Quien espera la certidumbre, nunca gana”, o, “nada es imposible para el hombre resuelto”,y, “la oración y la acción completaran la obra”.
Habiendo terminado el manuscrito, envié una parte de el al Reverendo Edward D. Webb, en Inglaterra, con una carta pidiéndole su opinión y consejo sobre la publicación del libro. Su respuesta fue de lo mas cortes y entusiasta. Lo siguiente son extractos de muy atenta carta:
“Su carta con un ejemplar de su libro me llego hace quince días. El Reverendo George Sykes, quien estuvo conmigo en Honduras, ha leído junto a mi su manuscrito. Ambos estamos complacidos con su producción. Yo la prestare con mucho gusto la ayuda que pueda, dándole toda la información que poseo, como la temprana historia del Metodismo en Utila, que quizá Ud. no tenga todavía”.
También me dirigió elogios que me abstengo de imprimir.
Mr. Webb falleció poco después, antes de facilitarme la información ofrecida. Pero su critica favorable ha influido en mi decisión de publicar el libro. Ciertamente, me ha fortalecido la alta opinión de estos nobles servidores del Señor.
“Cuando una mente trabaja –dice el Reverendo Jonh S. Gastry- es imposible Pre-estimar cuanto bien puede hacer un solo individuo”.
Ha sucedido con frecuencia que una simple frase, dicha por un humilde discípulo del Único Talento, ha sido precursora de bienestar y, en la Buena Providencia de Dios, un Capitulo escrito, o aun el párrafo que se lee, pueden empujarnos a la vida y actividad, la semilla latente dormida en el alma humana. La Advocación Cristiana, de New York, dice:
“Un medico lego en literatura escribió un simple articulo sobre juguetes, y lo publico en el periódico. Fue leído por una joven dama rica, quien, hasta esa fecha, nunca había encontrado una ocupación. El articulo despertó en ella el deseo de suplir las necesidades de los niños pobres de la ciudad. Comenzó por elaborar vestidos para muñecas, llevándolos a niñas pobres o enfermas. Así lleno de alegría muchos hogares plenos de tristeza.
La pregunta: “¿Dónde esta tu fe?”, que me dirigió un laico, abrió mi entendimiento, haciéndome comprender que la fe es algo que debe ejercitarse. En aquellas cuatro palabras que componen la pregunta, oída en una conversación privada, aprendí una lección que nunca olvidare.
La motivación es clara, y fue esta: en aquel momento mi mente estaba en la forma adecuada para captar el verdadero significado.
Hace años pedí a Rosa Warren que me les pusiera música a unos versos. Ella replico:
-“No me atreveré a eso. Nunca hice cosa parecida”.
Pero finalmente me rindió a mi persuasión. Cuando me devolvió el papel con las notas, me dijo:
- “Fue mas fácil de lo que yo creí”.
Colton dice que “las colinas en la jornada de la vida aparecen enormes desde lejos; pero cuando nos acercamos, se nos hacen fáciles de escalar”.
La complacencia de Rosa a mi petición fue tal vez el medio de enterarse de que poseía un talento ignorado, que hoy puede aun incrementar y mejorar.
Ante mi aparece una vista que se extiende tres décadas hacia el pasado. Comparando la vida de hoy en Utila con la de aquel entonces, distingo las etapas del ascenso a la civilización, y, permitiendo algunas excepciones, muchos isleños están ahora mejor vestidos, mejor alojados, y mejor informados, de cómo estaban antes. Esto demuestra que la gente alimenta altas aspiraciones. Inventamos las necesidades y creamos sus satisfacciones.
Muchos de los isleños se han vuelto superiores a las circunstancias. Planeando sabiamente y actuando con precaución encontraron el éxito a pesar de obstáculos y dificultades. Para ello la vida es real, verdadera, y actuando de conformidad con este conocimiento, han ganado la estima de sus semejantes.
Me aventurare a mencionar dos o tres de ellos:
Samuel Warren, uno de los principales jóvenes en el mercado de El Porvenir. Cuando muchacho desempeño con acierto el responsable puesto de sobrecargo en la goleta F. B. Hiiler. Después le dieron la Gerencia de un importante establecimiento de Roatan, y finalmente se inicio en el comercio de El Porvenir.
Ebert Wood, un carpintero formado por esfuerzo propio, dirige su buen taller. Es empleado por los señores Vaccaro Bros & Co., como capataz en Salado.
Otro joven triunfador es Walter Rose, quien sirvió con fidelidad a sus empleadores, ganado ascensos. Ahora esta a cargo de un establecimiento comercial de Cooper & Rose, en Conex Hole, Roatan. Estos son solamente prototipos de nuestros excelentes jóvenes.
Que un brillante futuro espera a la isla, lo creemos confiadamente, aunque, de que manera vendrá, no podemos decirlo. ¡Cuánto anhelamos el amanecer de ese día feliz!.
Por otro lado, algunos amigos sienten grandes temores por el bienestar de las nuevas generaciones. Ellos arguyen que la poca proporción de buenas tierras en la isla es insuficiente para producir el sustento de una población considerable, y que esta va creciendo rápidamente. ¿Qué hará entonces la gente para subsistir?
Esta es una cuestión muy seria, y no debe tomarse a la ligera. Por el momento mucha gente nuestra hace considerables esfuerzos para obtener escasos medios. Hablando crudamente, nuestro dólar –el sol- equivale a cuarenta centavos en buena moneda. Por razones obvias, los suministros son caros. De modo que nuestro dólar solo tiene poder de compra aquí, pues en los Estados Unidos tendría un valor de solamente 25 o 30 centavos.
Aun no veo una causa real de temor. Nuestra población actual es menos de 50 personas por cada milla cuadrada, lo que no es alarmante. Mas aun, hay amplio espacio en el continente para un exceso de población.
El futuro, sin embargo, no nos pertenece. Hagamos hoy lo mejor que podamos.
“Como un vendado caminando a tientas,
no tratare ahora de tocar mas lejos.
Puesto que el futuro se oculta a la vista,
solo necesito hacer el hoy bien hecho”.
Haciéndolo así, estaremos a la vez en pasado, presente y futuro. Una cosa, sin embargo, parece cierta: la mayoría de las generaciones por venir se verán obligadas a depender de labores manuales.
Los mejor educados probablemente tendrán mejor éxito en la vida. Aunque la experiencia ha mostrado que, al menos en estas latitudes, muchos individuos de mediana capacidad se han hecho ricos e influyentes, mientras que hombres de educación superior permanecen pobres y, en cierta medida, dependientes.
Cierta clase de conocimiento es vendible aquí, y por buen precio. En estos casos, por el contrario, el haber estudiado vale muy poco. Conste que no estamos subvaluando la educación.
El joven prudente de Utila comienza a hacer dinero; ama el trabajo, le gusta el ahorro, cree en la emancipación que da el dinero. Parece estar acorde con las palabras de Addison:
“Un hombre que esta equipado con argumentos acuñados convencerá a su antagonista mucho mas que otro que los extrae de la razón o la filosofía. El oro es un magnifico esclarecedor del entendimiento; el disipa las dudas y los escrúpulos en un instante; se acomoda a las mas obtusas capacidades; silencia las protestas y alharacas, convence a los mas obstinados e inflexibles”.
Conozco a un muchacho utileño, chico de doce años, que había ganado cien dólares trabajando. Y como el podría citar a muchos.
De un editorial del Dr. Buckley titulado “¿Ha comenzado Ud. a economizar?” he sacado los siguientes extractos, en los que, después de una interesante reseña acerca de los bancos de ahorro de todo el mundo, entre otras cosas dice:
“Yo animaría a todos los jóvenes a economizar el dinero, poniéndolo en un banco de ahorro. Permítanme decirles que pasaría con el. Si Ud. pusiera sus economías en el banco, sin retirarlas durante diez y ocho años, al cuatro por ciento, se duplicarían”. “Yo conocí a un joven –sigue diciendo el Dr. Buckley- que comenzó cuatrocientos dólares al año. Para algunos esto no parece mucho, pero el fue a depositarlo en el banco y, cuando habían pasado treinta años, tenia la fortuna de treinta mil dólares. Ahora, si Ud. multiplica treinta mil dólares por cuatro por ciento, le dará mil doscientos dólares al año para vivir el resto de su vida”.
“Conocí a otro joven –continua el Dr.- quien gastaba mas de cuatrocientos dólares al año en cigarrillos, boletos de teatro, y otras cosas así. Ha venido varias veces a mi Oficina de la Advocación Cristiana, a pedirme dinero prestado. Tiene ya como cuarenta y cinco años de edad, y aparenta tener sesenta y cinco, y es pobre, bebedor e infeliz. Si Ud. no economiza en su juventud, probablemente nunca lo hará”.
Aquí no tenemos banco de ahorro, pero el dinero puede invertirse de alguna manera que rinda intereses, o quizá se puede depositar en el Banco de Ahorro, de Belice.
Nuestra gente esta muy agradecida con todos aquellos que, después de disculpar nuestras faltas, reconocen nuestros valores. Y sin duda los mismos amables espectadores experimentan una intima satisfacción al reconocer nuestras aspiraciones, esfuerzos y progreso. Pues, como dijo el poeta:
Quien a otros bendice en sus actos cotidianos,
hallara la cura que su espíritu reclama,
pues toda flor esparcida en el camino ajeno,
al nuestro confiere su fragancia.
En conclusión, debo felicitar de corazón a mis compañeros isleños por los grandes adelantos hacia una mejor, elevada y noble existencia. Yo he compartido con ellos la lucha. Se lo que es, y me aliviana el saber que nuestro Dios y Padre en los cielos, nunca nos faltara si seguimos su camino.
APÉNDICE
Nota. Cuando el Gobierno Británico declaro a las Islas de la Bahía una colonia inglesa, el Gobernador de Jamaica fue nombrado su Gobernador; el Superintendente de Honduras Británica quedo como Teniente de Gobernador, y un Magistrado Presidente fue enviado para administrar el gobierno de las islas. En este libro, ambos funcionarios: el Superintendente de Honduras Británica y el Magistrado Presidente, han sido titulados “Gobernadores”.
Inglaterra evacuo las islas en cumplimiento de los términos del Tratado Clayton Bulwer, que había sido firmado en 1850 entre Gran Bretaña y los Estados Unidos de América.
Líneas de vapores que comerciaban con Honduras, y tocaban Utila para contratar pilotos e inspectores de fruta, y para entregar o recibir el correo, eran: United Fruit Company, Vaccaro BROS & Co., Oteri Line: Tenían oficinas en New Orleáns y La Ceiba. El pasaje costaba $ 25.00
Servicio regular de Trujillo a Puerto Cortes.
Entiendo que el Gobierno de Honduras esta para firmar un arreglo con Mr. George Haylock, de Guanaja, para establecer un servicio regular de correo semanal entre Trujillo y Puerto Cortes, pasando por Ceiba y Tela incluyendo a Islas de la Bahía. Se hará el servicio en el nuevo bote de gasolina de Mr. Haylock, “Alva”, y suplicara el necesario sistema regular de comunicación y paseo. El “Alva” fue construido, pertenece y es operado por Cróeles of Bonacco. Es el primer vapor construido en Honduras. Y es otra muestra de las empresas de los nativos isleños. Les deseo éxito a sus dueños.
Dondequiera que se halle la palabra “costa” en este libro, se refiere al continente. Nunca se usa aquí en relación con las islas, a menos que se especifique. Pero al mencionarlas se dice invariablemente: “del lado Norte, fuera del extremo oriental, a lo largo del lado Sur, etc.”, de la isla que se esta mencionado.
“Hondureña”.
Las palabras “Bonacco” y “Honduranian” son de variada ortografia. La primera la he encontrado escrita así: Bonaco, Bonacco, Bonaca, Bonacca. En una carta del Ministro Británico en Guatemala, hace algunos años, la ultima aparecía escrita así “Honduranian”. En numero reciente del Times Democrat, decía: El Dr. Gahne lo imprime así: “Honduranean”. Todas estas son autoridades excepcionalmente capacitadas.
Elaborado edarwd rose Traducción carlos romero
RECOPILADO POR JORGE FERNANDO MARTINEZ GABOUREL
Ahrbom@yahoo.com
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1 comentario:
Entonces que? pueden, actualmente, los isleños de descendencia británica optar mediante procesos legales a la adquisición de la nacionalidad británica?
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