viernes, 19 de septiembre de 2008

LA CORRUPCION Y SUS MIL CARAS

LA CORRUPCIÓN Y SUS MIL CARAS.


Cuando nos referimos a la corrupción, inmediatamente nos imaginamos a altos funcionarios públicos desviando hacia sus cuentas personales, de sus familiares, sus amigos o socios, dinero que les fue confiado para realizar obras de beneficio colectivo, o cobrando comisiones, costosos regalos, paquetes accionarios o respaldo para campañas políticas a cambio de conceder contratos o aprobar leyes ex profeso elaboradas para pagar favores recibidos o por recibir.

Quizás porque como sociedad hemos sido víctimas de infinidad de corruptos y mediocres que desde el poder han convertido a Honduras en uno de los países más pobres y dependientes del mundo, nos hemos olvidado de los corruptores, sin los cuales existirían los primeros. No sólo eso, pretendemos no ver la corrupción a niveles más bajos donde, realmente alcanza niveles alarmantes.

Además, tampoco consideramos como tal la corrupción solapada, ya sea por generar pocos ingresos al corrupto o que por medio de un malabarismo semántico es convertida en una acción inocente que no pasaría de ser definida como una candorosa picardía.

Desafortunadamente, la realidad es otra. La corrupción existe y sigue creciendo a todos los niveles políticos, sociales y económicos, pues al igual que los ladrones lo son sin importar la cantidad que se roben y sin que exista excusa válida que lo justifique, los corruptos lo son sin importar si están en juego millones o una bagatela, siempre y cuando a cambio entreguen indebidamente algo que les fue confiado.

Algunos cínicos incluso afirman que la honradez es relativa, que todo mundo tiene su precio, que existen diversos niveles de corrupción. De esta manera, se pretende desanimar y minar la voluntad de quienes luchan por ser honestos y que los corruptos encuentren un consuelo moral para su comportamiento irregular.

Aunque parezca contradictorio, pero hay corruptos, que son tan corruptos que llegan hasta la honestidad de reconocer que los son, como los hay en abundancia aquellos que visten siempre un traje de honradez para ocultar su perversión y a veces hasta se exhiben como modelos a seguir. Eso ocurre a menudo con algunos dirigentes religiosos. También existen los honrados por conveniencia, que son aquellos que conservan la decencia no porque lo sean sino por temor al que dirán. Son del tipo que perfectamente se apoderan indebidamente de algo que no les pertenece si cuentan con la garantía que absolutamente nadie descubrirá su fechoría .

Es entonces la corrupción un mal que no conoce fronteras de ningún tipo, sin que eso signifique que no pude ser derrotada, sin que eso quiera decir que no vale la pena luchar contra ella. Al contrario, si queremos sacar a Honduras del humillante subdesarrollo en que se encuentra el primer paso que debemos dar es vencer la corrupción. Pero eso sí, aceptemos que es un mal generalizado, que tiene mil caras, y que la honradez es como la virginidad: no puede ser a medias: se tiene o no se tiene.










Fuente / Diario El Heraldo
Domingo 17 de Agosto de 2003.



RECOPILADO POR LA UNIDAD DE CAPACITACIÓN DEL R.N.P.

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